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Modesto Guerrero: “Chávez no era indispensable, pero sí un factor determinante en los procesos latinoamericanos”

Escrito por el enero 11, 2014


(Por La Retaguardia) Dialogamos con el periodista y escritor venezolano acerca de la situación en Latinoamérica tras la muerte de Hugo Chávez en marzo de 2013 ¿Quién podría sucederlo en el aún vacante liderazgo regional? También sobre el rol de Nicolás Maduro como presidente electo de Venezuela, y las alianzas internacionales que mantiene el país caribeño con algunos países que tienen como única virtud llevarse mal con Estados .

Bajo el título “América no es para los norteamericanos” y en el marco del primer programa de 2014 de Sueños Posibles, Alfredo Grande entrevistó a Modesto Emilio Guerrero, periodista y escritor venezolano, autor de la biografía de Hugo Chávez, “¿Quién inventó a Chávez?”, entre otros libros.

-Alfredo Grande: ¿Cómo ves en este momento la situación de liderazgo norteamericano vía el ALCA, y la contraofensiva que han hecho, entre otros Hugo Chávez, para frenar esta siempre presente hegemonía de Estados Unidos en nuestras tierras?

-Modesto Guerrero: El momento latinoamericano actual hay que relacionarlo, primero, con el proceso de trece o quince años de desarrollo de una resistencia que logró romper algunos nudos de dominación norteamericana. Segundo, es un elemento de carácter objetivo, de un peso geopolítico enorme, saber que la ausencia, la muerte de Hugo Chávez, deja al proceso latinoamericano sin el principal motor de desarrollo de esa resistencia. Chávez no era indispensable, nadie lo es, pero sí era un factor determinante en los procesos latinoamericanos, y basta con medirlo de la siguiente manera: de los siete mecanismos de aproximación (integración es un poco más complejo pero digamos aproximación) entre estados, economías, países, sociedades, cinco son responsabilidad directa del presidente Chávez, en los cinco fue determinante su papel, su rol, al punto que la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) que es el organismo más complejo y abarcativo, tuvo que ser suspendido porque estaba enfermo y postergado hasta que él pudiera volver de Cuba para ponerse en marcha. El tercer elemento es que el imperialismo siempre se reacomoda, se readapta, es un organismo vivo, hay gente que lo ve siempre malo o siempre bueno y no es así, es capaz de aparecer bueno y hacer algunas cosas correctas para acomodarse y pegar más duro. Por ejemplo desplazar dictaduras y colocar democracias, o contradecir o contraponerse a una guerra para hacer otra, entonces es muy importante eso porque lo que está haciendo en este momento Estados Unidos es una adaptación y es para ver cómo convierte en reversible los procesos latinoamericanos, sobre todo los de Venezuela, Bolivia y Ecuador. Ese es el objetivo: cómo hacerlos reversibles frenándolos desde adentro, rompiendo sus bases de sustentación política, institucional, social, económica, usando los distintos mecanismos que ellos usan. De este contexto, Estados Unidos sigue siendo el imperialismo dominante, pero ha perdido espacio porque tiene una relación de poder geopolítico en la que ha ido perdiendo espacio con los países del BRICS (formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), espacio por ejemplo respecto de Venezuela, Ecuador y Bolivia, cuándo un país tan pequeño como Ecuador se pudo burlar de Estados Unidos diciéndole que “hagan con la ayuda norteamericana que nos suspendieron lo que quieran”, cuándo un país tan pequeño como Ecuador pudo decirle a dos imperios, Gran Bretaña y Estados Unidos, “yo mantengo a Julian Assange en mi embajada en Londres porque me da la gana” y no lo invaden o no le hacen una agresión fuerte. Eso no se veía hace mucho tiempo. Ese es el signo. O en el caso de Venezuela, que está logrando zafar y esto se conoce muy poco, incluso porque Venezuela no lo sabe informar muy bien, el grado de desanudación de la economía venezolana de la norteamericana, sobre todo en el terreno energético, hay que medirlo por el grado de relación nueva establecida con la República Popular de China, que es un imperio también, no vamos a edulcorarlo, pero no es un imperio que te impone condiciones en la actual negociación con ellos, entonces Venezuela ya casi le vende dos tercios de energía a China del total que le vende por día a Estados Unidos, y esa es una novedad geopolítica de primer orden, no es desestimable.

-AG: Cuando se hizo en Mar del Plata la reunión contra el ALCA y asomó el ALBA fue muy frecuente hacer paralelismos, casi diría analogías directas, entre el proceso en Argentina y el de Venezuela, entre Hugo Chávez y Néstor Kirchner, desde tu experimentada y fundada mirada y pensamiento, ¿hasta dónde llega esa analogía entre los procesos del kichnerismo y el chavismo?

-MG: Hay elementos comunes, vasos vinculantes entre Argentina y Venezuela, y Ecuador y Bolivia, y el resto de los procesos, más o menos avanzados. El primero es que enfrentan al mismo enemigo, o a algunos de los mismos enemigos, no con la misma radicalidad, y ahí empiezan las diferencias, no con los mismos métodos ni con los mismos personajes, pero hay una relación común frente a enemigos comunes. Por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional. Brasil lo rechaza, inmediatamente Argentina lo rechaza, con la ayuda de Venezuela, pero lo rechaza. Ese es un elemento común. Los llamados poderes fácticos, esos que no son institucionales, públicos y políticamente conocidos, o identificados pero actúan con más poder que los propios poderes políticos. Esos poderes fácticos, por ejemplo, el mediático, actúan igual en Venezuela y acá. De hecho, los enemigos de Cristina son también los enemigos de Chávez, acá y en cualquier lugar de América Latina, la diferencia está en que crean una mitología, al suponer que el gobierno de Cristina es igual al de Chávez o al de Ecuador, y ahí está la diferencia porque los procesos de radicalización social y política han sido distintos. En Venezuela hay un proceso revolucionario, en Argentina hubo eso por muy pocos meses, que fue lo que vivimos durante tres o cuatro meses en 2001-2002, y eso se cortó, fue absorbido por el Estado, reordenado y listo; mientras que en Venezuela continuó y se multiplicó, por eso se expropiaron tantas cosas como se expropiaron en Venezuela mientras que en la Argentina no se expropia, ni se nacionaliza. Acá se pacta, se hacen arreglos, acuerdos, y eso es mejor que el menemismo, pero no es lo que necesita Argentina, ni América Latina. Otra diferencia es el tipo de gobierno, el argentino no se apoya sobre los movimientos sociales, sino que usa movimientos sociales y ese es un dato en todo caso distinto al menemismo y a De la Rúa, porque lo contrapone. En Venezuela se apoya con, trabaja con, milita con los movimientos sociales, y con las fuerzas armadas. Esas son las dos bases de sustentación del gobierno bolivariano. En Argentina no, aquí el parlamento capitalista, la justicia capitalista, una parte de la burguesía poderosa, la monopólica y la otra, una parte incluso de la burguesía opositora, es base de la sustentación, una parte de la economía internacional, porque se peleó con el FMI pero no con los demás poderes fácticos, entonces es más compleja la relación, por eso Argentina logró desanudar algunos nudos de dominación, pero no los principales que sujetan a un Estado Nación a un imperio. A Venezuela le queda por desanudar el petróleo y la alimentación, porque al seguir siendo un país monoproductor, rentista y absolutamente parasitario como economía, porque no logra salir de la economía rentista, con una base productiva mayor, entonces sigue dependiendo de la compra de Estados Unidos y de la venta de productos de todo tipo de Estados Unidos, que es lo que explica por qué crean tanta inflación, especulación y tanta estafa comercial.

-Irene Antinori: Vos decías que Chávez fue el motor de América Latina, en ese sentido ¿cómo lo ves ahora a Nicolás Maduro?

-MG: Como una bujía porque no puede ser lo que fue Chávez. Cuando murió Chávez, en las no sé cuántas centenares de entrevistas que me hicieron en televisión y radio, sobre todo en las charlas que son más mensuradas, siempre me hicieron una pregunta que me llamó mucho la atención. ‘Desaparecido el Comandante Chávez, ¿quién cree usted que va a tomar su lugar en la gestión latinoamericana?’ Esto me lo preguntaban sobre todo movimientos kirchneristas y yo les decía ‘ojalá Cristina lo haga’ porque ella tiene personalidad y formación para eso, es un cuadro, pero Cristina no quiere, no es su proyecto, no es que me guste o no, América Latina no es su proyecto. Segundo, a Lula no le interesa, a él le interesan las Naciones Unidas y otra cosa, América Latina es solo para venderle y comprarle. En un sentido Rafael Correa podría, pero tiene dos graves problemas, el Estado Nación es muy pequeño como para tener una base de sustentación geopolítica, además Correa no es un líder popular. Chávez sí lo era y lo era a nivel internacional, Correa no lo es, y ahora peor porque Correa cada vez rompe más con sectores populares por esas declaraciones y políticas de Estado cada vez más contradictorias y más complicadas de aceptar, de tragar, ¿qué mujer va a estar de acuerdo con Correa, si él le niega los derechos fundamentales de la mujer de hoy?; él habla para las mujeres de los años ’50, ’60 y se olvidó de que la sociedad mundial cambió, incluida Ecuador. Maduro es un pichón, Chávez era un águila, Maduro tiene que madurar para convertirse, por ahora es un dirigente político y un presidente electo, él tiene que transformarse en líder, y eso significa un proceso social. Dicho esto, es bueno saber que las primeras pruebas de Nicolás Maduro le han dado resultados positivos, la de abril-mayo-junio, la de enero que fue muy violenta, y luego la de octubre-noviembre contra los poderes comerciales estafadores. En los tres casos le fue bien y salió bien, por eso gana las elecciones de diciembre. En Venezuela no se vota concejal sin pensar en presidente. Entonces a él le ha ido bien, pero esas son apenas tres pruebas en un año, Chávez tuvo no menos de cincuenta pruebas entre violentas, políticas, sociales, muchas pruebas, allí se forman los líderes, no solo en el discurso político, incluso en la imagen, Maduro tiene buena imagen, pero le falta por ejemplo madurar el discurso para que no meta la pata, para que el enemigo no le vea esos recursos que le brinda él, que les regala. Por ejemplo, cuando habla de pajarillos preñados o de haber visto a Chávez en una estación del metro de Caracas, o cuando no sabe ordenar bien la sintaxis de la frase oral y queda suelto un sustantivo, y eso es usado por el enemigo como ocurrió hace un mes o un poco más con una palabra que Clarín lo agarró y lo convirtió, porque efectivamente no hizo la pausa. Esas cosas se aprenden en la vida política y Maduro en algunas cosas todavía no puede ser Chávez.

-AG: Siempre me pareció que Maduro, justamente por no estar maduro sobreactuó el rol y yo creo que eso genera poca credibilidad.

-MG: Yo voy a dar una opinión que es muy personal, a cinco mil kilómetros, o sea que no puedo asegurar como cualquier venezolano formado políticamente podría decirlo con más seguridad. Creo que tuvo una primera etapa en la que no lograba zafarse de la impronta, del peso gigantesco de Chávez sobre su personalidad, su sensibilidad y su discurso, y tendió a repetirlo; es una tendencia humana natural, repetir, reproducir, y la experiencia de unos meses, vamos a llamarla negativa o deficiente, le ha ido modificando la conducta. Sus últimos discursos y su postura corporal incluso ya no es la misma que la de los primeros dos, tres meses que eran casi la reproducción de Chávez, y creo que está haciendo ese aprendizaje. No estoy seguro, no lo puedo probar, pero es la impresión que me da observando sus discursos y sus declaraciones públicas.

-Fernando Tebele: En las alianzas internacionales que tiene Venezuela contra el Imperio, podría decirse que hay dos patas, una es la que ya nombraste: Latinoamérica; y la otra es el eje Irán, China, India y Rusia. En ese afán de juntarse con gente que tiene en común estar en contra de Estados Unidos a veces termina defendiendo cosas, desde mi punto de vista, indefendibles como el proceso iraní. ¿Hay salida para eso o la línea sigue siendo ‘si estás en contra de Estados Unidos sos mi amigo’?

-MG: Esa es una de las condiciones del pragmatismo. Chávez cometió esos errores, no supo diferenciar por falta de experiencia teórica entre un amigo geopolítico y un amigo moral, entonces no sabía diferenciar en el discurso el apoyo a la nación y al pueblo, por ejemplo, libio, sin necesidad de comprometerse, porque nadie le pedía que se comprometiera con (Muammar) Khadafi como sí lo hizo. Pero esos errores felizmente quedan subsumidos o subordinados a la política general antiimperialista, porque sino sería un pragmatismo aberrante ¿Cuál es la salida? Que en Venezuela esas cosas se debaten y respecto a Chávez la izquierda latinoamericana y una parte de la izquierda europea debatieron, hablo de líderes o pensadores o intelectuales que no son antichavistas, sectarios por izquierda. Debatieron y eso va dejando algunas luces en la dirigencia política venezolana para hacer un aprendizaje común de cómo se hace en situaciones contradictorias, donde una nación tiene que ser defendida sin necesidad de comprometerse con toda la política de un tipo tan despreciable como, en el caso más cercano, el de Siria, Bashar al Assad, que es un burguesito europeo, hecho en Londres, con capitales sirios, pro imperialista toda la vida, que por obligación como ocurrió con el caso del panameño en 1989, por la posición y los ataques que recibe se convierten en antiimperialista o antiyanquis. Esas situaciones de hecho tienen que ser resueltas y hay cien años de experiencia teórica y política en la izquierda mundial como para cometer esos errores, se puede no cometerlos y ser amigos de los amigos.

El proceso revolucionario que comenzó en Venezuela en 1999 con la llegada al poder de Hugo Chávez se construyó y consolidó en torno a su liderazgo. Su muerte dejó al proceso ante, sin dudas, su desafío más complejo de cumplir: construir un nuevo liderazgo o pasar a un proceso más colectivo. Esa parece ser la cuestión. La mirada precisa de Modesto Guerrero nos ayuda a entender dónde está parado el autodenominado Socialismo del siglo XXI.

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