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Asesinaron en Rosario al hermano de Jeremías Trasante

Escrito por el febrero 10, 2014


Jairo, el hermano de Jere, fue
asesinado la semana pasada

(Por La Retaguardia) El 1 de enero de 2012, amaneció cruel en Rosario. Al menos en Moreno, un barrio de la zona sur de la ciudad olvidado hasta esa fecha, aun por aquellos que estigmatizan a los habitantes de los barrios periféricos de las grandes ciudades. Aquella madrugada, fueron asesinados tres jóvenes, a quienes hoy conocemos como Jere, Mono y Patóm.
Esta semana se supo que el hermano de Jere, Jairo Trasante, también murió a balazos. Sofía Alberti, integrante de Indymedia Rosario, nos ayudó a cruzar esas terribles historias, con un figura que emerge en el reclamo de justicia: el papá de ambos, Eduardo Trasante.

“El 1 de enero de 2012 empezamos el año con una noticia que conmovió a la ciudad, y que no solo significó tres números más en la estadística de muertos de Rosario, sino que fue el hecho que marcó la bisagra de la instalación y la discusión sobre el narcotráfico en nuestra ciudad. Una cuestión que el periodista Carlos del Frade viene denunciando desde el año 2000: la expansión del narcotráfico, cómo bajan la droga por el río Paraná, en complicidad con sectores políticos, judiciales. Un tema en sí mismo de una notable complejidad.
Ese 1 de enero tres pibes, Mono, Jere y Patóm estaban en una canchita de fútbol del Barrio Moreno, esperando para irse a una fiesta, esperando a alguien. Terminaron presos de una venganza mal dirigida por parte de un tipo pesado, un narcotraficante de la zona, Sergio “Quemado” Rodríguez, que iba a buscar venganza por un ataque que había recibido su hijo, “Quemadito” Rodríguez, poco rato antes en otro sector de la ciudad”, así recordó Sofía Alberti aquella situación de hace más de dos años..
“Los tres chicos de Villa Moreno eran militantes del Movimiento 26 de Junio, no tenían nada que ver con el narcotráfico, sino que construían socialmente una alternativa para disputar al narcotráfico. Y se vieron encerrados en la canchita y acribillados con armas de guerra por este grupo de narcos. Un año después Quemadito termina muerto, con la cabeza reventada de un balazo en pleno centro rosarino a la salida de un banco, cuando todavía se estaba recuperando de un ataque que había recibido dos meses antes en una pierna. Claramente se la tenían jurada y se la cobraron”. Antes ya habían pagado, por error, los tres jóvenes militantes sociales.
El hecho se recuerda cada mes con una movida pública: “todos los meses se hace un acto en Tribunales exigiendo justicia por Jeremías Trasante, Claudio “Mono” Suárez y Adrián “Patón” Rodríguez, de 17, 19 y 21 años. Tres pibes de barrio esperando festejar el Año Nuevo”, dijo Alberti y aseguró que “esta situación expuso crudamente el nivel de violencia e instaló la problemática del narcotráfico. En Rosario, enero cerró con 32 muertes… más que las del año pasado. Hubo una escalada de muertes, todos pibes de 19 a 35 años de sectores pobres”.
La comunicadora de Indymedia contó que “hay un trabajo del diario La Capital de Rosario, un mapa del delito hecho por la gente de policiales, que lo dirige un periodista muy reconocido, Hernán Lascano, que también participó en la presentación del libro sobre la Masacre de Villa Moreno. Ahí están los focos de delito, de asesinatos y quiénes son las víctimas. El sistema tiene sus víctimas elegidas y la forma de sus muertes prediseñada claramente, y ese mapa lo expresa con exactitud”, aseguró, sumando también el asesinato reciente de Jairo Trasante”.
Alberti reveló la secuencia de muertes que alcanzó a la familia Trasante, ya que tras estar enferma “a mediados de 2013 fallece Adriana, la madre de Jeremías Trasante, y el domingo fallece de un balazo en el abdomen Jairo Natanael”. Luego comentó cómo sucedió el hecho: “el sábado a la noche fue a un boliche llamado Chiringo en Dorrego al 1000, microcentro rosarino. Estaba con sus amigos y se arma una gresca interna en la que participan patovicas. Un grupo de personas los esperan a la salida, les propinan golpes de puño. Jairo decide irse y se sube a una moto. A cinco cuadras lo intercepta uno de los agresores, y sin más le dispara en el abdomen, provocándole la muerte poco después en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez. Al momento no se ha dado con los responsables del crimen”.

—La Retaguardia: ¿Y la causa judicial de los tres chicos en qué estado se encuentra?

—Sofía Alberti: En lo que respecta a la Masacre de Villa Moreno, recientemente ya se elevó a juicio. Hay dos causas. Una, en la que se investiga las responsables materiales. Y otra paralela, en la que se trata la complicidad policial ineludible, por la cual ellos pudieron perpetrar y evadir a la justicia durante buen rato. Hay policías implicados en esta causa por encubrimiento, y la justicia decidió tratar las causas por separado. Desde la querella se rechaza plenamente esto, porque se está investigando el mismo hecho, nada más que unos encubrieron y los otros dispararon.

—LR: Nosotros conocimos a través de los medios alternativos y del relato de Carlos del Frade lo que había sucedido. Para nosotros también fue claro escuchar Eduardo Trasante, el padre de los chicos, contar la experiencia durante la 4° Jornada Cultural por los Derechos Humanos que se hizo el año pasado cuando se cumplían 4 años de la desaparición de Luciano Arruga. Conocíamos el caso, pero escucharlo directamente desde las víctimas conmueve de una manera especial.

-SA: En el caso de Eduardo Trasante, es pastor evangélico. Por lo general, la cultura evangélica y la cultura de izquierda no son cosas que combinen con facilidad, por decirlo de alguna manera.
Pero tuve la oportunidad en reiteradas ocasiones, en cada marcha, de escucharlo a Eduardo, y tiene una fortaleza producto de su fe, que uno puede o no compartir, no importa y no viene al caso; pero tiene una fuerza y un sentido de justicia como construcción colectiva para lograr una mejora en la vida de los pibes de los barrios que hace que uno no quiera dejar de escucharlo.
Me contaron quienes asistieron al velorio de Jairo que básicamente Eduardo le daba fuerza a los demás, pese a todo el dolor.
La muerte de un hijo nunca se entiende, se sufre y se llora toda la vida. Pero de estas maneras es doblemente trágico. Y sin embargo, uno escucha a Eduardo y sale fortalecido. Es admirable su firmeza y entereza.

—LR: ¿Las primeras investigaciones dan cuenta de alguna vinculación entre un hecho y el otro?

SA: Al momento no hay una denuncia clara al respecto. Sí se sabe que se generó una disputa dentro del boliche. Que la persona que tenía el arma tenía que saber manejarla. En los barrios se conocen todos.
No te puedo decir cuál es la hipótesis, porque tampoco lo manifiesta la familia. Pero la pregunta ronda.
Todavía no dieron con los responsables, dicen que los tienen identificados.
En este caso vale la pena ser prudente y esperar a que si hay alguna hipótesis que surja del núcleo más cercano.
En esa gresca dentro del boliche, intentan gatillar, pero no sale la bala. Jairo se va, lo siguen y finalmente le dan muerte. Hay un ensañamiento personal con un chico que, como los chicos de la Masacre de Villa Moreno, nada tienen que ver con el narcotráfico.

El sábado, prácticamente como una premonición, Jairo escribió en su muro de Facebook:
“Yo quisiera saber hoy en día cómo terminaría mi historia. Si cada vida es un cuento con principio y fin. Todos venimos de un mismo lugar y todos dormiremos dentro de un cajón. Porque quisiera que llegue el futuro. Porque quisiera ver la gente, cómo sigue cambiando. Porque quisiera que personas cambiaran. Porque quisiera que en esta vida todo sea final feliz. Porque en esa vida si no tenés errores, no vivís. Porque de esta vida no nos llevamos nada. Porque de esta vida solo aprendemos de quien respeta, de quien te acompaña, de quien te traiciona, de quien te quiere y de quien te cuida. Solamente hay un dios que sabe eso ¡Cómo quisiera que el futuro llegue y el presente cambiase a alguna normalidad y a una vida diferente! Porque el dolor existe y aún lo aguanto y aún rebalso de un mar de lágrimas por familiares y amigos que se fueron. Porque aún sufrir y llorar queda por demás, y aún amar, pensar y reaccionar queda y falta por ganar. Saludos, gente. Un futuro que nadie tendrá”.

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