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Nuevo triunfo del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional en El Salvador

Escrito por el marzo 4, 2015


(Por La Retaguardia) El domingo 1 de marzo se realizaron elecciones legislativas en El Salvador. Además de 84 diputados, se votaron 262 alcaldes. El Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), que se encuentra en el gobierno desde 2009, ganó en las localidades de San Salvador (la capital), Ciudad Delgado, Mejicanos, San Marcos, Soyapango, San Miguel y Cuscatancingo. Para poner en contexto estos comicios y comprender el alcance de estos resultados, dialogamos con el periodista Pablo Waisberg, quien se encuentra en el país centroamericano.


Un poco de historia

“La historia de este país es muy interesante, es muy compleja, incluso a veces algo que es inevitable que es trazar paralelos con la historia argentina, este país tiene mucha más sangre bajo sus pies, una historia muy compleja”.
Para entender esta descripción de El Salvador que efectuó el periodista Pablo Waisberg, en diálogo con Radio La Retaguardia, cabe recordar que este país tuvo una guerra civil que se extendió entre 1979 y 1992.
A partir de 1979, tres organizaciones político-guerrilleras se lanzaron a la lucha armada para combatir a la dictadura que por aquellos días azotaba el país. Para 1982 ya sumaban cinco las organizaciones, que luego se unieron en el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), conformando una conducción unificada. “A partir de ahí se produce todo un proceso de guerra civil que tiene un gran apoyo de los Estados Unidos, que no solamente aporta dinero sino que también entrena militares, incluso en algún momento combatieron en El Salvador militares norteamericanos. Ese proceso incluyó 194 masacres por parte del Ejército. Fueron masacres sobre la población civil en las que murieron de 10 a 1000 personas. Son masacres de campesinos, en su mayoría mujeres y niños, porque esto respondió a una definición de política militar que adoptó el Ejército salvadoreño en 1984, que se llamó ‘quitarle el agua al pez’, a partir del que deciden matar a todos los civiles de los cuales ellos tuvieran sospecha de que podían tener algún tipo de colaboración. La masacre más grande es la del Mozote, que es en la zona del oriente de este país, donde mataron a 900 mujeres y niños”, detalló Waisberg.

País pequeño regado de sangre

“En Argentina nosotros definimos que masacre son asesinatos con aplicaciones de ley de fuga o asesinatos contra personas indefensas, pero siempre militantes políticos; en El Salvador era en muchos casos población civil, que en algunos casos no tenía ningún tipo de simpatía con la guerrilla o que a lo mejor le solo vendían un poco frijoles y arroz”, diferenció Pablo Waisberg en diálogo con La Retaguardia.
Teniendo en cuenta su propia experiencia, el periodista relató: “Mi primer contacto con una masacre fue a partir de uno de los dirigentes del FMLN con el que me entrevisté. Él me contó sobre la masacre de parte de su familia, y que fue una masacre donde mataron a 35 personas, que eran exclusivamente mujeres y niños menores de 10 años. Cuando visité la capilla donde mataron a Monseñor (Oscar) Romero en 1980, me encontré con una imagen que me sorprendió mucho porque había un hombre que tendría unos 65 años. Yo estaba en esa capilla cuando recién había abierto el horario de la visita, y este hombre fue y se inclinó del lado donde habían matado a Romero e hizo como una especie de oración, después se levantó, se acercó, y me dijo que él lo había conocido y que una o dos veces por mes venía a orarle. Entonces empezamos a hablar de la política de su país, le dije que me había sorprendido la masacre de Palo Grande, donde habían matado a 35 personas, y me dijo ‘pero esa masacre fue muy pequeña’, entonces me empezó a hablar de las otras masacres, por ejemplo la del Mozote, donde mataron a 900 personas, y ahí me dijo esa frase ‘este país es muy pequeño pero está muy regado de sangre’”.

El por qué de los acuerdos

En 1992 se firmaron acuerdos de paz que, según explicó el periodista, tuvieron su origen en que después de 12 años ninguno de los dos bandos en conflicto logró triunfar: “estos acuerdos se firman incluso después de lo que ellos llamaron la ofensiva final que fue un último intento en 1989 en el que el Frente estuvo a punto de tomar el país. Pero la llegada de los acuerdos de paz no fue una imposición, ni siquiera una iniciativa del Ejército de la dictadura salvadoreña. En este sentido, hay que entender por qué las distintas organizaciones que conforman el Frente van a la guerra, y es porque no tenían espacio político democrático y en ese proceso es que van a la guerra van definiendo un posicionamiento más de izquierda y revolucionario. Para el Frente los acuerdos de paz fueron un triunfo, no solo porque se terminó con la guerra, sino porque fue un acuerdo muy negociado más allá de que cuando luego entran en el libre juego democrático de este sistema, con sus reglas, el Frente pierde sistemáticamente las elecciones. Esto tenía que ver con que era un terreno que no le era propio, pero lo que me parece que hay que tratar de entender es que pasaron esos doce años de guerra, en los que hubo 85.000 muertos y desaparecidos y 194 masacres contra el pueblo”, expresó Waisberg.

Tumbas de arena

Tras la firma de los acuerdos de paz se abrió el camino hacia la realización de elecciones: “se va a un sistema electoral con un montón de garantías para lo que era el FMLN, en una negociación que resulta bastante larga y que se realiza en otro país, que no por casualidad es Estados Unidos. Entre las cosas que por ejemplo logra el FMLN es desarmar el Ejército y la policía que habían operado contra el Frente y la población civil, y armar entonces unas fuerzas que son integradas por ex guerrilleros y ex militares de ese conflicto”, explicó Waisberg.
A partir de la realización de los comicios gobernó, entre 1994 y 2009, el partido de derecha Arena, Alianza Republicana Nacionalista. Al respecto, Waisberg afirmó: “hasta el día de hoy, Arena tiene un himno que se sigue cantando en los actos, y que en un tramo dice ‘El Salvador será la tumba donde los rojos terminarán’… Por ejemplo, uno de los fundadores de Arena es Roberto d’Aubuisson padre; hay un Roberto d’Aubuisson hijo que se presentó como candidato ahora en estas elecciones; pero d’Aubuisson padre es señalado como el actor intelectual del asesinato de Monseñor Romero; incluso en una zona de San Salvador, Arena le está levantando un monumento en su honor”.
A Romero se lo llamaba la “voz de los sin voz” porque denunciaba las violaciones de derechos humanos y la represión que sufría la población de su país durante la dictadura y la guerra civil. Hace poco menos de un mes, el Papa Francisco anunció su beatificación.

En el poder

Para 2009, las cinco organizaciones que conformaban el FMLN se habían disuelto y el Frente se había integrado en un solo partido que logró ganar las elecciones de ese año, llevando a Mauricio Funes como candidato a presidente: “Funes es un periodista que no era estrictamente del Frente pero sí con simpatías, y a su vez muchas críticas hacia Arena. Fueron gobierno entre 2009 y 2014, dando un montón de beneficios sociales, posiblemente para la realidad de la Argentina suene como antiguo, pero aquí lo que hay por ejemplo es una Ley de Medicamentos, por la cual se bajan los precios de los remedios, se deja de cobrar la atención en los hospitales públicos, se entrega a los estudiantes de las escuelas primarias lo que se le dice acá el paquete escolar, que incluye el uniforme y útiles. Con esto se lograron dos objetivos, resolver un problema del acceso a esos uniformes para poder ir a la escuela pública, y por el otro lado esos uniformes, que incluyen zapatos, pantalón, camisa, corbata, para las chicas es una pollera; los hicieron pequeños productores salvadoreños, con lo cual ahí resolvieron una doble situación, que era el acceso a la educación y una mejora en el funcionamiento de la economía y la industria manufacturera local. Se empezó también a dar un programa tipo Copa de Leche en las escuelas”, detalló Waisberg.
En las elecciones del año pasado, fue elegido presidente Salvador Sánchez Cerén, un ex comandante de la Revolución, uno de los que estuvo desde el proceso de guerra civil revolucionaria, que duró poco más de 12 años.

El escenario político hoy

Este domingo 1 de marzo se desarrollaron los comicios legislativos, además de la elección de 262 alcaldes. “Para entender la complejidad de este país –aseveró Waisberg–, por ejemplo, acaba de perder la alcaldía Will Salgado, que no era de Arena sino de otro partido también de derecha, que se llama Gana. Salgado fue soldado del Ejército salvadoreño, y desde que gobierna hace varias administraciones la alcaidía de San Miguel, que es centralmente campesina, muy humilde, con un serio problema de maras, tiene en el ingreso a su despacho un gran cuadro con una foto de él junto al coronel Domingo Monterrosa; los dos están de uniforme y la foto es de la época de la guerra. Monterrosa es el que ordena la masacre del Mozote y es un militar que comandó uno de los tres batallones formados por Estados Unidos. Esa persona que nunca negó su participación en el Ejército, ni su relación con Monterrosa, y que hay varios relatos que hablan de su rol sanguinario en el conflicto gobernó una alcaldía durante varios períodos y acaba de perderla en estas elecciones”.
El FMLN, en tanto, recuperó la alcaldía de San Salvador, que es la más importante: “ahí ganó Nayib Bukele, que no es militante del FMLN. Es hijo de un empresario que fue muy cercano al FMLN, incluso en el proceso de la guerra; él también es empresario. Tiene mucha aceptación entre los jóvenes, al punto tal que el cierre de campaña fue en la universidad de El Salvador, que es la única universidad pública que hay en el país y estaba repleta. Acá decían que nadie recordaba una situación así con ningún otro candidato en la historia del país. El FMLN también recuperó dos municipios importantes, Mejicanos y Soyapango, bastante humildes y además con problemas de maras. El otro municipio que recuperó es el de San Miguel, ahí ganó un joven militante del FMLN, Miguel Pereira, que había sido durante la gestión anterior a nivel nacional el representante de lo que se llama el Injuve, que es el Instituto de políticas juveniles”, agregó Waisberg.
En relación al sistema de votación, el periodista detalló que en El Salvador se votó a través de una boleta única que incluye a todos los partidos: “hasta las elecciones pasadas se votaba por bandera, como se le decía acá, que es tachando sobre el nombre del partido que uno elige; incluso se podía votar por el partido o a algún candidato particular de ese partido, lo cual les daba cierta preponderancia para entrar a la Cámara, es decir no entraban por el orden de la boleta sino por el orden del diputado que más votos ganó. Para estas elecciones se implementó un sistema de voto cruzado que es bastante complejo porque permite votar a candidatos de distintos partidos, o se puede votar por bandera o priorizando candidatos dentro de un mismo partido. La realidad es que el Tribunal Electoral no explicó suficientemente ese cambio, y este país tiene un nivel bastante alto de analfabetismo y hay zonas bastante desconectadas de la circulación informativa. Esto iba a hacer complejo el conteo porque era posible que hubiera peleas por posibles impugnaciones. Además, tras el cierre de los comicios se produjo una falla en el sistema de transmisión de datos, y el FMLN denunció a las dos de la madrugada que esto podía tener que ver con algún tipo de sabotaje con el objetivo de que no se conocieran los datos rápidamente”.

Las maras y las elecciones

Para Pablo Waisberg, la conducta de las maras, básicamente Barrio 18 y Mara Salvatrucha, no fue inocente en estos comicios: “no está claro todavía cuál fue el peso que tuvieron, pero había un rumor muy fuerte la semana pasada: que las maras iban a llamar a sus familiares y en las zonas de influencia a votar a cualquier partido, pero en contra del FMLN. Esto tiene que ver con que el gobierno inició una política de seguridad que combina la prevención con el cumplimiento de la ley, con bastante firmeza, al punto tal que tenía un cronograma en ese proceso de lucha contra la inseguridad que incluía el traslado de varios jefes de pandillas a una cárcel de máxima seguridad, que está en una zona que se llama Zacatecoluca, y que acá -haciendo el paralelo con Alcatraz- le dicen Sacatraz, porque es una cárcel de máxima seguridad con celdas individuales, donde los presos no se cruzan entre ellos, o sea que están solos. El FMLN cumplió ese proceso que implicaba ese traslado en los días previos a las elecciones a riesgo de tener algún conflicto, eso tuvo una lectura bastante positiva porque lo que dijeron algunos analistas, que no son precisamente favorables al FMLN, fue que se trató de una medida no electoralista, porque habían cumplido con una medida de gobierno independientemente de lo que iba a ocurrir en las elecciones. Por suerte el conflicto violento no existió, pero sí hubo algún juego de las pandillas para votar en contra del FMLN”.

Las maras como espacio de pertenencia 

Al ser consultado acerca de cómo se podría explicar qué son las maras, cuál es su nivel de organización y control paraestatal, Waisberg especificó: “el término pandillas callejeras sería incorrecto porque no tienen nada de esa cosa romántica de las callejeras; no son pandillas, tienen mucho que ver con la guerra. Durante la guerra acá hubo muchas familias que se quedaron sin el hombre de la casa, porque en general se iban a la guerra, y las mujeres se quedaban. Entonces hubo muchos hijos que se quedaron sin padres aquí, y muchos se fueron a Estados Unidos en la búsqueda de un futuro distinto. Hay que tener en cuenta que El Salvador tiene una población total de unos 6,9 millones de habitantes y hay 3 millones en la diáspora, en el exterior, la mayoría en Estados Unidos. Muchos de esos jóvenes que emigraron a Estados Unidos se encontraron allí con las pandillas mexicanas, fueron parias entre los parias, se organizaron allá, varios de ellos tenían experiencia militar acá, o sea que cuando armaron sus propias pandillas tenían conocimientos de táctica y estrategia militar, y rápidamente se fortalecieron en Estados Unidos. Muchos de ellos son detenidos, condenados, y por un acuerdo entre países, cuando cumplen la condena son deportados a El Salvador. En muchos casos llegan a El Salvador a principios de los ’90 sin hablar español. Llegan a un país que había salido de la guerra y que tenía un altísimo índice de desocupación. Hoy acá la informalidad laboral llega al 70% en todo el país, o sea que no tienen ningún tipo de cobertura social. Acá los salarios mínimos, que son los que cobra la gran mayoría de los salvadoreños, oscilan entre 180 y 250 dólares según el sector de la economía”.
Según detalló Waisberg, esa misma realidad, o al menos una muy similar o incluso peor, fue la que encontraron estos jóvenes al llegar a El Salvador, por lo que reprodujeron las conductas que ya sabían, es decir la conformación de pandillas y la búsqueda de una forma de sustento por el lado ilegal: “las pandillas cumplen además un segundo objetivo –agregó– que es darles un espacio de pertenencia a muchos de esos jóvenes de familias que aún hoy siguen con esos problemas de la guerra, porque no pasó hace tanto. Yo me encontré con muchísima gente que participó de la guerra, que combatió en la guerra de uno u otro lado, aún hoy hay mucha gente porque entraban con 16, 17 años, en una situación que no estar en la guerra no era mejor que estarlo, hay que tratar de entender eso. Yo creo que a esas pandillas no se las atendió en su momento… hay que tener en cuenta que el gobierno que estuvo durante todo ese período fue el de Arena, no hubo una política para abordar ese tema, y la única política que llegó sobre la mitad de los 2000 fue la de más mano dura, que no funcionó en absoluto. Hoy esas pandillas suman unas 60.000 personas en un país de 6,9 millones de habitantes. Las pandillas se sostienen centralmente vía extorsiones. Ellos extorsionan a comerciantes y productores independientemente de su nivel. Acá hay muchas popuserias, la popusa es un especie de tortilla de maíz rellena de distintas cosas, frijoles y demás, que es muy común acá, sería como los choripanes de Argentina. En casi todas las cuadras de San Salvador hay por lo menos una. Muchas veces es como un puestito de choripan, una plancha caliente donde se hace la popusa y que se guarda en una casa o en un localcito muy pequeño, o en muchos casos no tienen ni siquiera una silla para sentarse, sino que se come de pie, a esas mujeres las extorsionan como le pueden cobrar extorsión a las tiendas Imán que es la cadena de comercios más importante de este país. Les cobran esa extorsión que es una suerte de peaje, por ejemplo, a las empresas de colectivos. Se sostienen con eso centralmente y en algunas zonas del país garantizan el tránsito de la droga. Más allá de la violencia, hay un problema que genera una suerte de economía informal más informal de la que hay y además extorsionan en su mayoría a los sectores más pobres del país porque la gran mayoría de productores, como en cualquier economía, son pequeños. Hace unos días estuve hablando con un señor que arregla zapatos, y a él le cobraban unos 35, 40 dólares al mes y él producía entre la zapatería y una tiendita donde vendía comida en el mismo local unos 700 dólares”.

El Salvador post electoral

“En estas elecciones se estaba jugando cuál iba a ser la capacidad del gobierno para poder aplicar una serie de leyes que van a ser necesarias para modificar un montón de cosas que no se cambiaron en los últimos 20 años en este país, y que evidentemente la puja que está habiendo acá es muy fuerte en un país que es muy pobre y está tratando de recomponer su situación como puede, y con los límites propios que le ofrece su realidad local e internacional”, reflexionó Pablo Waisberg.
“Hasta dónde va a ser reformista esto, hasta donde va a ser revolucionario el FMLN –agregó–, me parece que todavía no se sabe, hay que esperar a que este proceso marche a ver qué ocurre”.
Este es entonces el nuevo desafío que El Salvador y su pueblo tienen por delante. La de Waisberg, tras varios meses en ese país, es una mirada valiosa y profunda.

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