Canción actual

Título

Artista


Marta Pelloni: “les hemos robado la infancia a nuestros niños”

Escrito por el junio 4, 2015


(Por La Retaguardia) La hermana Marta Pelloni es una de esas personas que no necesita de una jornada como la del #NiUnaMenos para tomar conciencia. Es más, sin dudas podría decirse que ella ha trabajado durante años, entre muchas otras mujeres, para haber llegado a reclamos masivos como el de ayer. Varios de nosotros la reconocimos con el crimen de María Soledad Morales en Catamarca. Allí ya podía adivinarse que no se trataba de un caso aislado. Lejos de conseguir apoyo institucional dentro de la Iglesia Católica, la fueron corriendo de lugares. Donde está hace lo mismo que en Catamarca. Denuncia, grita con su voz cálida, se indigna, multiplica. En esta charla con Alfredo Grande e Irene Antinori durante una emisión de Sueños Posibles, Pelloni volvió a hacer todo eso junto en un diálogo tan duro como imperdible.


—Sueños posibles: Ha hecho una denuncia muy fuerte respecto a la evidente complicidad de un intendente como copartícipe, o incluso auspiciante, de lo que podríamos denominar una secta.

—Martha Pelloni: Es un tema que ocurrió en el año 2006, la muerte de Ramoncito González. Era un chiquito de 12 años que pertenecía a un grupo de niños que eran abusados, violados, drogados, y los ocupaban para las orgías de una secta afrobrasileña. Están presos con perpetua 7 personas de 9; uno quedó sobreseído y el último, que es el que ahora están imputando, es el que le cortó la cabeza a Ramoncito. Fue un crimen de lo más horripilante en una ceremonia de esas orgías de misas negras, una mafia de droga y de violación de menores. En el Gauchito Gil de Mercedes —una religiosidad tan querida en el Corrientes y en el norte argentino— está lleno de corrupción. Se compran nenas. Por ejemplo, un kiosquero que tiene música en su kiosco compraba en 2006 nenas…, a Ramoncito lo violó. En San La Muerte, otra creencia al lado del Gauchito Gil, se distribuye la droga. Había 63 niños, de entre 9 y 12 años, que un estanciero llamado Tito Enciso —yo ahora lo agregué en la causa, porque esto no se investigó— les repartía droga. Vendían drogas con estampitas en la terminal y le llevaban el dinero a este hombre a través de un remisero. No se investigó porque pasó al fuero federal. La que fue testigo de todo esto, una chiquita llamada Clarita —no sabemos más de su filiación— desapareció del mapa. La que quedó es Ramonita, otra testigo de las orgías, e las violaciones, también de las drogas, cuando los drogaban a los niños, y de la muerte de Ramoncito. Esa nena está cuidada con custodia desde 2006 en una comisaría vieja, que se la dieron como habitación a ella, su abuela y a su hermanito discapacitado. Le arruinaron la vida, no la dejaron estudiar, no le dan trabajo, tiene 20 años. Nosotros le pagamos la psicóloga para que trate de olvidar todo lo que vivió. A mí me citaron a declarar, algo que había presentado en su momento el que era fiscal de la causa asignado por el Superior Tribunal de Justicia, el doctor Alejandro Chain, actual ministro de Justicia del Tribunal. Él pidió la imputación del actual intendente de la ciudad de Mercedes, Víctor Cemborain. En aquel momento no era intendente, era dueño de un supermercado muy famoso. Recién ahora me citan para ver qué sé yo de todo esto y largué este nombre, esto que conocía, y que no se dio lugar, que había presentado el fiscal en ese momento y que el juez no le dio lugar, quedó en la nada. Ahora parece ser que por todo lo que hablé van a abrir una causa nueva, se va a investigar en el fuero provincial y federal el tema de la droga. La chiquita que ha sido testigo decía que los tres grandes —nombra a Cemborain, a Enciso y a otro hombre que no recuerdo— como los que financiaban —serían los autores intelectuales y financieros— de esta secta que realizaban estas orgías y explotaban a las nenas.

—SP: La explotación de una persona, especialmente de menores, está como delito en el Código Penal hace unos cuantos años. Este nivel de impunidad absoluta me hizo recordar a su cruzada en Catamarca, porque los que llamaba los hijos del poder gozan de una impunidad que solamente se puede dar de un poder también impune.

—MP: Yo sé y soy consciente porque esto no lo sacó la prensa, pero la gente en el lugar quedó conmovida cuando yo contaba que está en los expedientes —yo leí los expedientes— que este compraba, financiaba, bebés que nacían. Las chicas les llevaban los bebés que no querían tener después de nacidos, por la vulnerabilidad, por la imposibilidad de criarlos. Él les pagaba 1300 pesos, y cita un bebé, describe cómo lo violaban, qué hacían en las orgías y en las ceremonias, y después los mataban. Parte de eso era la ofrenda, la otra parte del cuerpito del bebé se la tiraban en la puerta de la casa, y yo tuve la oportunidad de poder decírselo a la que oficiaba en el tribunal, a la defensora de Pobres y Ausentes, que en aquel momento ella era asesora de menores. Esta gente de las mafias le tenía aversión, era un enemigo. Pero eso no es nada, el juez que tuvo la causa en ese momento me mostró un expediente de ese bebé que estaba cajoneado desde hacía tiempo en el escritorio de la que actuaba como fiscal y no lo había investigado y no se investigó nunca. Esto, para que veamos lo que acaba de decir sobre el goce de impunidad. Sabemos que había alguna relación de creencia de esta misma gente del poder con respecto a esas mafias.

—SP: Es decir que, de alguna manera, no podríamos diferenciar dónde termina el poder y dónde empieza la mafia, porque es un poder mafioso.

—MP: Exactamente. A esa fiscal le hicieron tomar licencia y después la jubilaron, porque quedó tan evidencia ese caso, yo me ocupé también de denunciarlo, socializarlo en los medios. No se investigó, pero se socializó el tema. Ahora, es muy tema esta misión mía, que porque no hay que justicia hay que hacer todo esto. ¿Cuántos años han pasado para que ustedes a nivel nacional estén contando esto? Es una vergüenza.

—SP: Yo digo que no tengo vergüenza ajena porque con la propia tengo bastante. Creo que algo de esto hay. Debo decirle con la sinceridad que me caracteriza que admiro mucho su valentía y su coraje y, además, cómo puede tolerar este horror , pero usted sigue luchando.

—MP: ¿Sabe que pasa? Esto es porque me citaron,  y soy una persona que digo la verdad y no me la puedo guardar, porque después no duermo de noche si me guardo esto. Y, después, los casos que me llegan… Es como que me vieron la cara y dicen “esta”. Esos casos horripilantes nos caen a nosotros, porque no estoy sola. Gracias a Dios pudimos hacer una ONG y estamos trabajando para la prevención, para la contención. Tenemos una casa de acogida. Salimos de esa mafia y entramos en empedrados; ahora he visto que han dejado a 6 sobreseídos de kimbanda que han prostituido 3 niños que estuvieron acogidos en nuestra casa de refugio con tratamiento psicológico. A los 2 más grandes los pudimos mandar a la casa, pero ya están en otra cosa; al más chiquito lo estamos sujetando para que no se lo lleven. Es una lucha contrarreloj.

—SP: ¿Que no se lo lleven adónde?

—MP: Que no se lo vuelvan a llegar al lugar. Porque no se ha investigado el lugar, la droga está en la plaza, los chicos viven en la calle, se drogan. Son objeto de todo tipo de manoseo, de abuso. Son promiscuos. Ese es el gran problema: no hay una promoción humana, una educación, una asistencia a la familia… Los chicos que están en la calle son promiscuos.

—SP: Entiendo totalmente lo que señala. Hace mucho tiempo hablaba de niños, niñas y niñez.

—MP: Por eso mi organización se llama Infancia Robada. Se las hemos robado.

—SP: Yo tenía mucha relación con Alberto Morlachetti, no sé si lo llegó a conocer.

—MP: Yo lo he visto llorar a Alberto por sus chicos.

—SP: Él decía “con la ternura se vencerá”. Supongo que para estos chicos no hay nada de ternura, es el horror. Pero más horroroso, por todo lo que usted señala y cuenta, la el Estado, o los Estados, como factores decisivos en que esto suceda; lejos de prevenirlo, lo provocan.

—MP: Exactamente.

—SP: El miércoles hay una convocatoria a nivel nacional con la consigna Ni una menos (la entrevista fue realizada el lunes). 

—MP: Si Dios quiere, vamos a estar presentes. En la ciudad de Goya se ha organizado desde el Área de la Mujer del municipio y las ONG hemos colaborado con esta campaña para que podamos ser un grito de las mujeres por el tema del femicidio.

—SP: A su criterio, desde lo que es su función pastoral y de estar al lado de la gente que más sufre, ¿tiene alguna idea de por qué se genera esto? 

—MP: Hay muchos motivos. Pero creo fundamentalmente que el ser humano, las personas, los argentinos, desde que entró la droga en el país y entró la pornografía en internet… Hay una estadística que estamos dando como prevención para la familia —los peruanos han hecho este estudio—: los niños a partir de los 9 años tienen interés por lo pornográfico. Un niño de 9 años que empieza a consumir sexo por pornografía a los 12 ya tiene prácticas. En la adolescencia ya tienen noviazgos, y tenemos la realidad en las escuelas de noviazgos violentos, con violencia sexual. Este es un tema dentro de la pareja, la violencia sexual. Imagínese todos los ingredientes que entran dentro de una persona que está exacerbada en su unidad biopsíquica, espiritual y social. Están sacados. Si a eso usted le pone algo de alcohol o algo de droga, dígame ¿cómo termina esa persona?

—SP: Está totalmente desquiciada…

—MP: Está enajenada. Hay muchas formas de sacarse hoy. Pero es un todo, porque la persona no está repartida o dividida.

—SP: Esto que está diciendo es muy importante y me hace pensar que esos niños y niñas, que, insisto, no tienen niñez, a su vez que consumen pornografía, ¿qué otras cosas dejan de consumir?

—MP: Los valores, por ejemplo, el desarrollo de la capacidad de amar. Se empieza por la sensibilidad, porque para que el amor en algún momento sea racional, es decir, tenga algo de inteligencia y pueda vivir feliz porque es consciente de ese amor que lo hace feliz, tiene que tener un valor. Y cuando es al revés, ¿en qué se convierte? En algo instintivo, sin valor.

—SP: Y en lugar de ternura hay crueldad. 

—MP: Claro. Por eso digo que cuáles son los factores, son muchos, pero mucho hay también de cómo ha decapado la educación en la escuela, la contención en la familia. Hoy las familias están destruidas, digamos la verdad, por muchos motivos. O si no están destruidos, no lo hay, la familia está ausente. Entonces, esos chicos no reciben el calor humano, el amor, el desarrollo de la capacidad de amar. Esto es fundamental. Un niño que no aprendió a amar porque no se lo enseñaron, porque no se lo dieron, porque no lo experimentó de chiquito, ese niño no es capaz de amar de adulto.

—SP: Así como habló de la importancia del amor y poder diferenciar la ternura del maltrato, ¿cómo el ser humano puede acercarse a estos lugares?, ¿qué mensajes les da tener que sacrificar a otros seres humanos en pos de algo?

—MP: Les voy a poner un ejemplo que los va a erizar. Hace unos minutos les decía las formas de sacarse uno, enajenarse uno. Lo macabro de estas sectas es que ejercen un grado de posesión de la personal, de tal manera que lo saca, con droga o sin droga. Pero hay una obsesión, una posesión, del psiquismo de la persona en aquello que le meten miedo, casi siempre son cosas macabras: el mal, el daño, la oscuridad, el cementerio, los muertos. Es tétrico.

—SP: Es un lavado de cerebro.

—MP: Sí, lo despersonalizan. Es como la explotación en la trata. Pero lo hacen a través de la droga y de lo que incentivan con creencias. En el kimbanda se realizaban orgías donde había de todo: danza, música, llanto, ofrecimientos, swingers, violaciones de menores. A 3 hermanitos, de 15, 12 y de 3 años —este último ahora tiene 5— no los podíamos rescatar. La justicia se los había sacado a la madre, pero los tenía una tía que nosotros decíamos que ella era parte de eso. Estuvieron 5 meses con nosotros. Los 2 más grandes regresaron. ¿Sabe cómo logramos que nos trajeran a esos chicos? Porque un día la tía me llama y me dice: “Mire, hermana. Yo quiero ir a la justicia y entrar a este nene porque está endemoniado. Ya hay que ir a la justicia”. Le digo: “¿Cómo está endemoniado?”. “Imagínese, un chiquito que no duerme de noche, está desesperado y me agarró la perrita y la violó. Mi perrita”. Y lloraba por su perrita. Para ella el niño estaba endemoniado.

—SP: En realidad, ese niño repetía lo que le habían hecho a él.

—MP: Exactamente. Ese nene hoy está recuperado y si Dios quiere va a ir en adopción. La familia que lo tiene es una belleza, va al jardín. Ustedes no saben, era un animalito. Él hermano más grande lo violaba. Los chicos declararon todo: concejales, dentistas, toda la gente que participaba en ese kimbanda mientras los violaban, y el psicólogo en la cámara Gesell le pregunta: “¿Y el intendente?”. “Él iba de vez en cuando a pedir un trabajito”. Todo se investigó, pero los dejaron sobreseídos a todos.

Uno terminar de leer lo que cuenta, de escucharla y se mezclan las sensaciones. De la admiración por la luchadora, se corre rápidamente a la angustia de saber. Pero ella está ahí y, a la vez, se adivina que donde ella esté, habrá más posibilidades de que algo ande mejor.

DESCARGAR

Etiquetado como:

Opiniones

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos obligatorios están marcados con *