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La Noche de las Corbatas: qué hay detrás del ataque a cinco abogados laboralistas en la dictadura

Escrito por el agosto 3, 2016



Felipe Celesia y Pablo Waisberg, autores de La Noche de las Corbatas, cuando la dictadura silenció a los abogados de los trabajadores, participaron del programa Oral y Público por Radio La Retaguardia. En aquel episodio, fueron secuestrados cinco abogados laboralistas combativos. La conversación giró en torno a cómo se plantean el desafío de escribir un nuevo libro, por qué ese tema, anécdotas de sus protagonistas y el enriquecimiento del diálogo con Víctor Basterra. (Por La Retaguardia)

Cómo pensar un libro

Para Celesia, “hay una parte que tiene que ver con la elección de los temas y los libros que hacemos que está muy vinculada a la posibilidad de trabajarlos. Veníamos de tomar tres temas muy fuertes, Tablada había sido una investigación muy dura, con repercusiones muy buenas pero también de una gran polémica porque el tema en sí es muy árido y complejo que ha dejado mucho dolor y mucha muerte que inevitablemente conlleva un escenario difícil para el autor que se mete en ese tema. Pensamos, no en tomar un respiro de eso pero sí traer algo más sencillo si se quiere”. El autor señaló que en la historia de aquel episodio había un enigma para revelar y que ese, entre otros, es el deber de un libro. “En este caso era una operación del Ejército represor que había terminado con la vida de abogados. Pero no cualquier abogado, no abogados diversos, sino laboristas. Ahí aparecía la primera incógnita que era por qué el Ejército, el aparato represivo, tuvo interés en llevarse abogados laboristas. Yo me crié en Mar del Plata, tengo vínculos profesionales allá, trabajé unos cuantos años en La Capital que es el diario más importante allá. Eso nos daba un plus pero no estábamos en la interna y era un tema que con los años había cobrado un peso específico en el imaginario social de la ciudad muy alto”, señaló Celesia. Para el escritor, “eso es mérito exclusivo de los organismos de derechos, del Colegio de Abogados, de los profesionales comprometidos, etcétera. Vimos entonces que había un campo fértil. Se lo ofrecimos a la editorial Aguilar en ese momento y lo aceptaron de muy buena gana, les pareció un gran proyecto”.

El ABC de La Noche de las Corbatas

Lo explicó Waisberg: “Fue el secuestro de un grupo de abogados laboralistas exclusivamente por su tarea. Para nosotros fue la expresión concreta de la modificación de la Ley de Contrato de Trabajo que hizo la dictadura a los 30 días del golpe de Estado, es decir que es una de las primeras leyes que modifica. Esto muestra la voracidad que había de los sectores que estaban detrás del golpe por cambiar el reparto de las riquezas de la Argentina”, aseguró. La Noche de las Corbatas fue, para el autor, “así como la dictadura golpeó mayormente a los trabajadores, están las estadísticas de la CONADEP que acreditan que un 60% eran trabajadores y el otro 10% eran profesionales. En este caso se trató de abogados de trabajadores, abogados de sindicatos, además. Eso que se hizo en la ley adentro de una oficina para transformar la distribución del ingreso, después se aplicó sobre los cuerpos de los abogados”. Waisberg reformuló: “Fue la expresión de una necesidad de modificar de cualquier manera la distribución del ingreso en la Argentina. Hoy esa expresión se continúa porque hace unos días el diario La Nación planteó que había que quitar el derecho a la indemnización laboral”.

Los ’70 como una moda

Para Celesia, “es cierto que hubo una moda con la escritura de libros alrededor de los ’70, pero más bien fueron libros por derecha. El de María O’ Donnell (acerca del secuestro de los hermanos Born realizado por Montoneros), por ejemplo, fue un libro de derecha y el más vendido del año pasado. Nosotros no nos quejamos para nada, tenemos un público muy fiel que nos sigue y compra nuestros libros y les agradecemos”.
“Por suerte, aunque ahora debe garpar poco escribir esta clase de libros, nosotros vivimos de otra cosa. A los libros los hacemos porque nos interesa hacer periodismo de otra manera, no es lo que nos da de comer. Independientemente de que no trabajamos gratis. Es el aporte que entendemos más trascendente de nuestro laburo periodístico. Hay una parte que tiene que ver con la coyuntura, con la fábrica de noticias, con la actualidad que también nos gusta pero básicamente creemos que nuestro aporte más significativo está con esto que nos lleva mucho trabajo”, aseguró Waisberg. Para el autor, pensar una estrategia ligada al marketing y la demanda es traicionarse y hacer algo que no sabe. “Hacemos estos libros con entera libertad con todo lo que eso implica. Decimos lo que averiguamos y lo que pensamos sobre esos episodios. Podríamos hacer otra cosa mirando con un interés un poco más comercial. Tal vez funcionaría, tal vez no. En el mundo editorial no hay títulos que garanticen nada. Lo único que garantiza algo, un piso de venta, es el nombre del autor. Eso se genera por ir acumulando trabajo. La gente de alguna manera sabe con qué se va a encontrar, porque hay a quienes les gusta cómo trabajamos, nos compra, nos busca, vas criando lectores”, reflexionó.

El recuerdo 

Cuando se sumó a la charla Víctor Basterra, sobreviviente de la ESMA y uno de los integrantes de Oral Y Público, relató cómo supo de la existencia del libro: “En estos días se cumplió el 50º aniversario de la Noche de los Bastones Largos. Tiene que ver un poco con esa idea del ataque a los facultativos, digamos. El tema de los abogados fue impresionante. Hoy leí una opinión de mi abogado Rodolfo Yanzón acerca del libro y lo alababa mucho y después de eso me quedó la ansiedad por leerlo. En aquel momento, en la Noche de las Corbatas, yo era un activista, estaba haciendo quilombo”, dijo entre risas.
Sumergiéndose a fondo en el tema, Basterra se refirió a una anécdota: “Conozco la historia de uno de los abogados que estuvo desaparecido mucho tiempo. Lo chuparon en Mar del Plata, después lo llevaron a El Atlético, estuvo en El Banco, en El Olimpo, y después recaló en la ESMA, ahí lo conocí. Estamos hablando de Cacho Acosta. Un tipo que tenía un humor muy especial. Realmente nos cagábamos de risa. Siendo un abogado secuestrado justamente por su labor, en un momento determinado, el grupo de tareas de la Policía y el Ejército que estaban ahí en El Atlético y El Banco, la patota policial había capturado una cantidad de guita de sus compañeros, no sé quién habrá sido, y hubo una pelea. Entonces llamaron a Cacho, lo sacaron de la celda para que haga de juez”, contó y detalló: “En un momento determinado en el marco de la pelea hubo un enfrentamiento, creo que de Gendarmería, y el Turco Julián sacó la pistola y se la puso en la cabeza, la corrió un poquito y le pegó un tiro al lado de la oreja. El otro, literalmente, se cagó encima. Él contaba la historia de forma muy risueña, muy trágica, y la contaba riéndose”.
Waisberg quiso aclarar que Yanzón, quien le recomendó el libro a Basterra, “es una fuente y un amigo. Con la Tablada laburamos mucho con él, que fue el defensor de Gorriarán Merlo y de su mujer”.

La Noche de los Bastones Largos, ¿un antecedente de la Noche de las Corbatas?

En referencia a la reflexión comparativa de Basterra, Celesia consideró: “A la Noche de los Bastones largos la veo más vinculada a una operación del sindicamiento cultural. Es decir, un despliegue de valores anclados a la patria, al glorioso Ejército argentino, etcétera. A la Noche de las Corbatas la veo quizás más como un pragmatismo que fue identificar algo que jodía, especialmente por darle guita a los laburantes. También hay elementos culturales, siempre decimos que a los ojos militares y represivos, los abogados que incluso venían de extracciones ideológicas muy diferentes, ortodoxos, de izquierda, maoistas y marxistas de distintas vertientes, había una subversión generalizada. La defensa que hacían los abogados de los trabajadores era muy cerrada y estricta”, aseguró.
Waisberg se refirió, entonces, a la relación entre los letrados: “Seguramente entre ellos había disputas en términos políticos, pero no en cuestiones ligadas al ejercicio de la profesión de abogados laboralistas defensores de sindicatos que han encarado juicios colectivos. No es que sólo hacían un juicio por un despido, hacían juicios por 300 despidos contra una misma empresa. Eran muy lesivos para el interés de la burguesía”.

Los protagonistas de la historia

Para Celesia, la empatía con los protagonistas de los libros siempre es diferente con unos que con otros pero, en este caso, “y no es de dogmático ni demagogo, pero cada uno de ellos tienen entradas muy ricas, muy distintas entre sí, pero igualmente atractivas. Está el caso de (Norberto) Centeno que era un tipo ortodoxo, conservador, un legalista clásico, pero llevó su profesión a un lugar realmente sorprendente por la repercusión que tuvo a nivel nacional e internacional. Era un jurista de mucho renombre y es quien redacta la Ley de Contrato de Trabajo que beneficia a millones de trabajadores argentinos y que la dictadura despedaza veinte días después de asumir. Centeno tiene un valor muy elevado pese a que probablemente no nos sentaríamos a comer un asado, a tomar un mate con él porque es un personaje ajeno”.
Luego se refirió a (José) Candeloro: “Era un hombre de barricada, un militante que hacía uso del derecho como una herramienta de transformación social. Era un tipo al que todos le reconocían muchísimo esto. Era el secretario general del PCR. Al momento de su secuestro ya había roto con el partido por cuestiones de seguridad porque era muy peligroso para él. Era un hombre con un carisma muy especial y una energía arrolladora”, aseguró.
Celesia avanzó en el recuerdo de otras de las víctimas: “Tenemos a (Hugo) Alais que era un clásico dirigente estudiantil con mucha garra, con mucha verba, con mucho compromiso. Se les animaba a todos, les plantaba cara a los fachos de ese momento. Después estaba (Salvador) Arestin que también era un hombre sumamente entrañable para los trabajadores pesqueros porque era el hijo de un pescador. Según su secretaria y todos los que lo conocieron, trataba a los trabajadores con un cariño y una atención como si fueran su propia familia. Después está Tomás Fresneda, un hombre muy particular, el padre del ex secretario de Derechos Humanos, que desaparece junto a su mujer embarazada, y era un peronista independiente, un peronista de izquierda sin militancia orgánica, un intelectual con una gran formación que charlaba con todos los sectores. Era herrero por la mañana y después se ponía el saco y salía a recorrer los Tribunales”, destacó.
Waisberg se detuvo en el caso de Fresneda para analizar: “Es el más distinto del resto. Era obrero manual, es decir, algo muy artesanal, y hacía unas piezas que se vendían en las mejores casas de artesanías de Mar del Plata. No era un esnobismo como se podría entender a cierta proletarización de las capas medias como demanda de militancia. Él llega al trabajo manual por iniciativa y por su situación, para pagarse la carrera. Un autodidacta total, además, porque se convierte en un obrero muy refinado solo prácticamente”, señaló.

Los dos demonios

Celesia se refirió con humildad a una crítica recibida: “Una de las críticas que nos hizo un nieto recuperado, Manuel Goncalvez, tiene que ver con que en la contratapa pusimos que ninguno tenía participación en la lucha armada. Nos planteó que lo que queremos es superar esa discusión tonta de si estaba o no estaba. Eso lo contestó Martín Fresneda, que explicó que desde la perspectiva de los derechos humanos no está bien hacer ese distingo porque es tan valiosa o tan importante o tan central una víctima, sin importar qué hiciera con la violencia”, explicó sobre la posición que le plantearon durante la presentación del libro en la ESMA. “Sin embargo, desde la perspectiva de dar la discusión pública desde el periodismo y avanzar con estas historias, está bueno porque lo que nosotros queríamos acentuar que esta historia termina de romper con la teoría de los dos demonios. Dos demonios, derecha e izquierda, armados, que se enfrentaban. El prólogo del informe de la CONADEP es la teoría de los dos demonios contada de la mejor manera posible. Cuando hicimos la biografía de Firmenich, su hermano nos dijo que era un combatiente y que sus amigos y compañeros también. No una niña buena que quería tejer y bordar”, ironizó.
“En este caso, objetivamente, no estaban de acuerdo con la lucha armada, no participaban de ella, era un dato objetivo. Ahí también está el peso del que lee e interpreta. No es una cuestión valorativa. Eso no quiere decir que no estuvieran de acuerdo con una salida revolucionaria. Fresneda tenía una visión insurreccional, Arestin, Alais y Candeloro también. Era una discusión de la forma”, aclaró Waisberg.
Celesia consideró que, con esa frase en la contratapa, se da por tierra la teoría de que los militares tenían que parar a los subversivos indefectiblemente: “Si tenías que parar a una subversión apátrida marxista que iba a fusilar a la mitad del país, ¿qué tenían que ver cinco abogados laboralistas? Hay intereses económicos muy mezquinos, hay deudas personales que se saldan. Una serie de porquerías en el medio que hacen de estos tipos víctimas de ese episodio el blanco de los militares que son realmente hostiles y no tienen nada que ver con defender la patria de nada. Eran delincuentes comunes con impunidad”, aseguró.

El ritmo narrativo

Acerca del estilo de escritura de la dupla, que narra historias reales tomando giros de la literatura de ficción, Waisberg explicó: “No es que queremos que nuestra narración parezca una novela, sino que los datos que conforman el libro son una novela. La realidad nos supera y a cualquier recurso literario. Cuando nosotros decidimos la estructura de cualquiera de los libros que hacemos, tratamos de pensar en la mejor estructura posible para contar eso de la forma más entretenida. Algo en lo que nosotros no queremos caer es en tener un buen trabajo investigativo que después sea un embole. Hay una tensión ahí sin generar una novela”.
Celesia aclaró, además, que no hay licencias literarias. “Lo que sí elegimos es un tono. Cuando vimos el esqueleto del episodio de las corbatas vislumbramos que había similitudes con cierto material de la novela negra. El policial negro. Gente fuera de la ley, mucha violencia, pueblo chico, densidad. Empezamos a ver en esa sección para ver cómo contar una cosa así. Fuera de eso, cada una de las cosas que afirmamos, de los hechos que se narran en el libro, están documentadas por testimonios, por documentos, por hemerotecas. Ahí, al final de cada capítulo mencionamos todas las fuentes de manera glosada, contada”.

Escribir un libro a cuatro manos

Para dar cuenta del modo en que cuatro manos escriben como si fueran dos, Waisberg y Celesia dialogan casi llevando al estilo oral lo que plasman en sus libros.

-Pablo Waisberg: Cada uno escribe la mitad del libro

-Felipe Celesia: La mejor mitad es la mía, por supuesto

-PW: En cantidad de páginas la mitad, en general yo siempre termino escribiendo más. Pero la idea es esa. Usamos un sistema que es el que inventamos nosotros con el libro de Ortega Peña, que es hacer toda la investigación juntos, leemos los mismos libros los dos, hacemos básicamente la misma investigación, las cosas más gruesas de archivo juntos. Todo eso demora tres años en promedio. Así vamos trazando hipótesis distintas que se van cayendo y vamos modificando y demás. En cualquier proceso así se elabora una hipótesis y se va desarmando, si no hacés eso terminás acomodando la realidad a la hipótesis. En ese marco hay mucho debate y discusión.

-FC: La investigación te da el norte, el rumbo. Al principio aparece como una masa uniforme y difícil de agarrar sin costados ni puntas y después va tomando forma y te das cuenta de que era por ahí. Eso lleva mucho tiempo.

-PW: Llega un momento en que cerramos la etapa de investigación. Cierra ese proceso.

-FC: Hay que cortar la neurosis ahí.

-PW: En esa etapa final de investigación vamos discutiendo un índice más o menos. Una estructura que también se va dando en función de lo que encontramos y cómo se desarrolla la investigación. No son estructuras muy tediosas, pero en este caso la modificamos varias veces. Delineamos como cinco estructuras hasta que encontramos la que iba. Una vez que eso está definido, sabemos más o menos, a grandes trazos porque eso también se va ajustando, qué entra dentro de cada capítulo. Después nos dividimos, vos el 1, yo el 2, vos el 3, y así.

-FC: Arrancamos a escribir. Una vez que terminamos cruzamos los capítulos, los editamos, lo discutimos, hasta que lo cerramos. Así seguimos con los siguientes.

-PW: Previamente, cuando vamos definiendo la estructura, acordamos una forma de escritura, porque por separado y otras cosas escribimos distino.

-FC: También tomamos referencias. Pensamos que ciertas cosas quedarían mejor con determinado estilo.

Moyano y Hooft, en el tintero

A partir de la posibilidad que tuvieron de dialogar con el sindicalista e investigar al juez para este libro, contaron lo que pudieron visualizar: “Moyano formaba parte de la juventud sindical peronista y tenía vínculos con la CNU (Concentración Nacional Universitaria) pero no era parte de ella. No apareció en la investigación que lo fuera ni que estuviera vinculado a alguna de las causas que están en el libro”, explicó.
Celesia aseguró que esa afirmación siempre es polémica, “porque hay un grupo con prácticas sindicales más de base antiburocráticas que lo apunta mucho a Moyano pero ni en los testimonios, ni en los expedientes surge que él o alguien de la juventud sindical tuvo participación efectiva. Había trabajado con algunos de los abogados incluso”.
Con respecto al juez Hooft, “está muy claro, en el libro lo ponemos, es el último capítulo, tramitó de muy mal modo los habeas corpus de los desaparecidos, prácticamente no investigó nada y hay indicios muy firmes de que armó una suerte de lista de Schindler donde algunos se salvaron y otros no. Tiene que dar explicaciones de todo eso y por sexta vez se negó a declarar. Por su condición de juez no pueden obligarlo pero es muy extraño y particular que un juez que administra un sistema de justicia no se avenga a ser sometido a ese propio sistema, señaló Celesia y pensó posibilidades: “O no confía o no es válido para él porque cree que es distinto ante la ley. Creo que hay una cuestión de especulación, de que no lo pueden obligar. Sabemos en que su entorno familiar y de colegas hay mucho ruido en torno a esto porque cómo alguien no va a declarar sabiendo su inocencia. Es la posibilidad de defenderse también. Pero, bueno, ya es un hombre grande y dejará pronto a la justicia”.

Celesia y Waisberg investigan bien y cuentan mejor. Desde el debut con la biografía de Ortega Peña fueron puliendo un estilo que ya los caracteriza. Olvidamos preguntarles acerca del próximo proyecto, pero vale no perder tiempo en anticiparse para poder meterse de lleno con esta historia que, seguramente, es el mejor de los cuatro libros que han publicado hasta aquí.

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