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Liliana López Foresi, los medios, la publicidad y la resistencia

Escrito por el febrero 22, 2017


El rol de los medios y su conformación actual, la publicidad, la grieta, los odios, los muros y la resistencia, fueron algunos de los temas que Alfredo Grande abordó junto a la periodista Liliana López Foresi durante su programa Sueños Posibles, que se emite por Radio La Retaguardia. (Por La Retaguardia)


—Alfredo Grande: Quería hablar con vos sobre los medios, a veces me resisto cuando se dice “porque los medios”, ¿por qué no me explicás qué se quiere decir exactamente cuando se habla de “los medios”?

Lilia López Foresi: Se están refiriendo a las corporaciones, a las empresas que transitoriamente se adueñan de un aire que es nuestro, que se manejan de igual a igual entre empresarios, cosa que ahora se les facilita mucho más porque tenemos un gobierno de empresarios y de corporaciones. Cuando se habla de blindaje mediático, que es un giro que se está usando mucho de protección y me parece que les está funcionando, es un momento en el que estoy personalmente tratando de escuchar más que de hablar para entender mejor, hay mucho ruido, demasiado, y de verdad hay muy pocas nueces. Veo mucho desaliento, caminando por la calle, encontrándome con el otro, con cada uno de los integrantes del pueblo. Al hablar de los medios, se refieren a las empresas que privatizaron el aire, que en verdad es todo nuestro, se los estamos prestando y dolorosamente hay muchos televidentes, oyentes, que no escuchan o que miran sin ver y con mandíbula caída y con giros machacosos y reiterados, algunos que a mí ya me resultan muy insoportables, cuando puedo trato de precisar un poco más eso de que hay que respetar la opinión de todos, que me parece un insulto a la inteligencia básica, común, porque sí es sagrado el derecho de todos a decir lo que quieran, lo que no hace que su opinión o pensamiento una vez comunicado sea respetable; en la mayor parte de los casos, de lo que puedo escuchar, las opiniones me parecen profundamente irrespetables y despreciables. Así que esto me parece, dicho de un modo suave y cortito, que son los medios.

—A.G.: Hay un aspecto que a mí, ya desde el punto de vista de la producción de subjetividad, siempre me ha interesado muchísimo, a veces lo hago más en chiste en los unipersonales, a veces de una manera más teórica, pero es que todas las corporaciones, inclusive el Estado, necesitan fundamentalmente publicidad. En una época yo decía que la publicidad es el ácido lisérgico de los pueblos y creo que de alguna manera la publicidad es como el demiurgo que potabiliza lo corporativo para que niegue su condición de tal. ¿Cómo sería un mundo sin publicidad?

L.L.F.: Lo imagino más maravilloso que este, aunque a veces cuando me situó como televidente lo más común posible, observo mayor creatividad, a veces una creatividad ominosa, en los publicistas que en los comunicadores. Vos en un artículo te referiste a una publicidad que a mí por ejemplo me saca, una que dice ‘te voy a poner límites, no soy tu amiga, soy tu madre y nadie te va a amar nunca tanto como yo’. Es de un mandato brujo, pero la escucho y salto, tengo que taparme los oídos…

—A.G.: Pero además es para matar mosquitos…

L.L.F.: Precisamente… te baja línea la publicidad, y produce esa subjetividad, lo que ocurre es que en estos últimos tramos de la comunicación, en este devenir comunicacional, no hay demasiada diferencia entre el contenido de la tanda publicitaria y el contenido de los programas per sé, esto empezó muy claramente en el 2000 con la pérdida de los límites entre lo público y lo privado, se contaba todo, todas las intimidades que al hacerse públicas dejan de ser íntimas y eso por supuesto no me pareció inocente cuando apareció tan claramente en los medios del mundo occidental principalmente, porque no ocurre solamente en Argentina, es un fenómeno de decadencia occidental, nada inocente, sumamente perverso a mi juicio, que es convertir a ese sujeto en alguien tan vulnerable y tan frágil que viva su vida en tiempos televisivos o en tiempos radiofónicos, para hablar con mayor propiedad, entonces en ese momento me dije que empezábamos a transitar el terreno de la locura poco creativa, porque además se habla de la locura como dicterio, sobre todo en las mujeres. Hoy leía un muy buen artículo en un diario que no transita por mis carriles de pensamiento, ni ideológicos, sin embargo en el caso de los femicidios, esto de que ‘le agarró la loca al hombre’, el pensar que siempre nos llamaron locas o brujas, el rol de la brujas en el Medioevo, de transmitir la memoria a través de los artilugios que podían, a través de las recetas, de los chismes, era un sostén de la memoria como lo fueron y lo son las Madres de Plaza de Mayo. Pero no empezamos a transitar esa locura sino que empezamos a transitar la otra, hay un discurso psicotizante desde los medios, desvitalizante, profundamente desereotizado y deserotizante, no pornográfico. Esto se empezó a hacer con los medios hace casi 20 años, el mundo ya asistió a un suicidio televisado y la humanidad asistió a un ahorcamiento televisado. Y esto pareciera que se olvida, pero ¿hasta dónde vamos a llegar? Es una pregunta muy común en las redes, en las calles, ¿hasta cuándo? ¿Hasta dónde? ¿Dónde está el fondo? El fondo siempre puede estar más profundo, siempre se puede estar peor, así como se puede estar mejor. Lo que noto es un debilitamiento de este sujeto construido por ese discurso psicotizante emitido desde los medios, un desaliento, una tristeza, una debilitación que me parece apabullante, postales que veíamos en las calles parecían empezar a diluirse, postales de un tiempo histórico relativamente cercano en una medida histórica pero que nos llevó la vida, nos atravesó, nos marcó. Esas postales de la exclusión, de la tristeza, de las faltas, eran postales que parecían empezar, muy lentamente a mí gusto, a diluirse, parecía que los bordes empezaban a diseminarse, esas postales ahora son muy fuertes, han vuelto con mucha potencia, con un agravante, en ese antes tan reciente existía esa famosa grieta, cada vez que me preguntaban por ella yo citaba a Leonard Cohen que decía ‘siempre hay una grieta y por allí entra la luz’. Me parece que, y es una de las millones de lecturas posibles, antes había una parte odiante y la otra odiada, ahora hay dos partes odiantes, dos partes sedientas de venganza creciente. Esa grieta ya es un abismo y nos compromete a todos en una de las cosas, no recuerdo quién lo dijo, más obscena que tiene la guerra y es la promiscuidad en la que se revuelcan los guerreros en el mismo lodo, ese mismo vínculo fortísimo que establece el odio. Ahora son dos partes que odian profundamente, me parece que estamos en un terreno sumamente peligroso que podríamos evitar pero el fenómeno está siendo mundial; cuando se va a elecciones en Latinoamérica, los llamados progresistas, aquellos que tratan de incluir en su discurso la inclusión seguirían ganando elecciones y las siguen ganando, los tienen que sacar de manera miserable como hicieron con Dilma Rousseff (en Brasil), con (Fernando) Lugo (en Paraguay), con (Manuel) Zelaya (en Honduras), que fue el primer experimento de la última etapa. Periodísticamente nadie le daba bolilla, no se insistía, sostener un tema en el tiempo es algo muy difícil porque no permitir que te marquen la cancha con la vertiginosidad de la destrucción necesita de un estar en eje, de una serenidad, de un autocontrol que no te arrastre a esta locura nociva, destructiva, y para nada inocente. En suma, creo que este 1% de mundo que se está llevando el producto del resto de la humanidad, creo que están locos, se sienten eternos, impunes, de hecho lo son porque las reacciones son espasmódicas, y esto es muy argentino también, los argentinos somos solidarios cuando por ejemplo la categoría ‘inundados’ reaparece, a nadie se le ocurre salir a manifestarse, salir a la calle, como hacen los parisinos, que son muy proclives s tomar las calles enseguida, de cualquier modo así les está yendo, la ultraderecha conservadora, la xenofobia está a la orden del día, los muros, la cosa defensiva que habla de una enorme debilidad, vos levantás un muro cuando estás aterrado. Estamos en un terreno muy peligroso y no veo que vaya a ser un año en el que la paz reine, de hecho no está reinando desde hace ya bastante tiempo. Estaba escuchando recién detalles de lo que estamos sumergidos todos lamentablemente que es el escándalo del Correo Argentino.

—A.G.: Estaba justamente pensando en eso, ¿te acordás esa película de Palito Ortega con Libertad Lamarque que se llamaba La Sonrisa de Mamá? Bueno, estoy escribiendo “La Sonrisa de Papá”. 

L.L.F.: A veces resistir hasta corporalmente es bastante agotador…

A.G.: Yo tengo un aforismo para todo y en estos casos digo ‘hay que resistir al represor pero no hay que resistir al deseo’ y lamentablemente terminamos resistiendo al deseo y no al represor.

L.L.F.: Eso es lo que está debilitando tanto…

Alfredo Grande y Liliana López Foresi en una charla que dejó varios temas y sensaciones para seguir reflexionando en un escenario que no parece muy alentador. Problemáticas que seguramente ambos retomarán en próximas conversaciones.

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