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Darío y Maxi 15 años – Alberto Santillán: “Escuchás a Darío hace 16 años y parece que lo dijese hoy”

Escrito por el junio 26, 2017


 A 15 años de la masacre de Avellaneda, en la que la policía asesinó a Maximiliano Kosteki y Darío Santillán en el marco de una represión ordenada por Eduardo Duhalde, el papá de Darío habló sobre la militancia, la vida de su hijo, la intimidad de un padre que siempre lo acompañó y la actualidad de algunas de las cosas por las que protestaba y alzaba su voz Darío. Fue en el programa A Mí No Me Importa, que se emite por Radio La Retaguardia, y en el que participan Lorenzo Dibiase, Julian Bouvier, Valentina Maccarone, Leo Guggé, Franco Valussi y Pedro Tato. Una larga charla de Santillán con un grupo de jóvenes que rondan la edad de Darío cuando fue asesinado. (Por La Retaguardia)


-A Mí No Me Importa: ¿Cuáles son tus sensaciones a 15 años del asesinato de Darío y Maxi?

-Alberto Santillán: Lo que Darío decía 15 años atrás y las denuncias que hacía siguen siendo las mismas. Evidentemente, hay algo que no está bien. Pasan los años y por una cuestión u otra, nos siguen gobernando los mismos. En algo estamos fallando. No puede ser que siempre pase lo mismo. Por eso, vos escuchás a Darío 16 años atrás y el discurso es como si lo dijese hoy. Más allá de toda la lucha conjunta que hacen los movimientos sociales y toda la contención, evidentemente hay algo que no estamos haciendo bien. Yo llevo 15 años buscando justicia por mi hijo y hace 15 años que venimos ganando responsabilidades políticas. Sin embargo, desde la justicia y la política piensan y quieren que el asesinato de Darío y Maxi quede como un mero hecho policial. No fue un hecho policial sino algo perpetuado desde el Estado.

-AMNMI: ¿Quiénes son los responsables?

-AS: Hace un par de semanas atrás lo dijo muy claro Anibal Fernández, una de las principales espadas del kichnerismo durante Néstor y Cristina: si no hay una orden del Estado, la policía no reprime, ni la Gendarmería ni ninguna de las fuerzas. El aparato represivo siempre estuvo en las calles, pero se ha violentado mucho más con este Gobierno. La masacre de Avellaneda fue algo llevado del Estado nacional y el Estado provincial.

-AMNMI: ¿Se hace cargo Aníbal Fernández?

-AS: Lo mató su lengua. Yo creo que no se hace cargo de nada. En la última marcha de Memoria, Verdad y Justicia yo lo he cruzado y realmente es algo muy vomitable la forma que entraron a la Plaza. Encima lo ves a él y la ves a Hebe de Bonafini… Le tenemos un tremendo respeto a Hebe, pero hay cosas que no sé qué le pasa a esta señora. También ver a (César) Milani ahí…

-AMNMI: ¿Qué ha cambiado de hace 15 años para acá?

-AS: Las cosas no han cambiado, se han acrecentado para mal. Desde el lado de los movimientos, vemos que cada vez se suma más gente. Por un lado está bien que se sumen. Desde el lado del movimiento se le dan esas herramientas tan necesarias: El hecho de saber pensar; El hecho de saber por qué carajo nos pasa siempre lo mismo y por qué carajo siempre volvemos a los mismos.  A Los mismos tipos, los mismos políticos.

-AMNMI: ¿Cuál es la importancia de los movimientos sociales?

-AS: Uno crece con movimientos porque hay muchas familias que se quedan fuera del circuito laboral. La contención que tiene que dar el Gobierno nacional o provincial, no la dan. La dan esos movimientos de desocupados. Estamos hablando que la gente necesita de los movimientos sociales para que sus hijos tengan un plato de comida y para que ellos, como papá o como mamá, tengan un lugar donde estar y un plato de comida caliente. Esto es como Darío lo vivía 15 años atrás. Hay cosas que no están bien. Nuestro lugar de lucha son las calles. Es el único lugar que tenemos en el cual podemos ir preparados por un par de vitelas importantísimas.

-AMNMI: ¿Qué cosas se han logrado respecto a la causa?

-AS: Yo hablo especialmente como padre de Darío. Más allá de lo que nosotros pensamos y creemos que va a ocurrir, esto de meter presos a los políticos, también hemos logrado el desarchivo de la causa que el juez (Ariel) Lijo había archivado cuando el fiscal era (Miguel) Osorio. Hemos conseguido por primera vez la perpetua de un comisario federal (Luis Fanchiotti), más allá del beneficio que sigue teniendo. Ahora está con régimen semi abierto. Otro hecho importante es el cambio del nombre de la estación. Se bajó el nombre del genocida de Avellaneda y se puso el nombre de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. No hay que olvidarse de las cosas que uno consigue. Hay que decirlas y mantenerlas siempre presentes para que se vea que con la lucha sí se consiguen cosas.

-AMNMI: ¿Cómo era tu vida política en junio del 2002? ¿Y la militancia de Darío?

-AS: Yo era un tipo muy estructurado. Soy enfermero hace 30 años y trabajo en el Hospital Argerich, acá en La Boca. La mamá de Darío también era enfermera. Nosotros vivimos siempre estructurados en eso de trabajar para que tus hijos tuvieran un jardín de infantes, que vayan a la primaria, a la secundaria y que tengan posibilidades de ir a la facultad. Dari rompe el molde. Si yo tengo que poner a fijarme en qué espejo se miró o de dónde mamó todo eso de la militancia, en mi familia no hay. Yo siempre he sido un laburante. En los genes de Darío, algún antepasado tiene eso que es él. Yo soy un padre que busca justicia. Más allá de la lucha que llevamos adelante, soy muy crítico respecto a la política y quizás desde mi lugar como papá hago política. Con la mamá nunca le pusimos ninguna traba para que el haga lo que sienta. Pasan los años y estoy más que convencido de que estamos con esto de apoyarlo a nuestro hijo con su lucha. Esa lucha que quizás no tendríamos que haberla dado solo desde el lado de la familia sino que también uno debería haberlo apoyado un poco más. Yo me acuerdo que salía del hospital a las dos de la tarde y él los jueves, cuando podía, iba a las rondas de las Madres. Cuando yo le caía tres y pico de la tarde, él me veía llegar y se ponía contento. En cada uno veía una persona a la que podía sumar al movimiento. En cada uno veía potencial. Veía potencial en sus hermanos, en sus amigos, en aquellas personas que conocía. Darío era eso. Cuando lo mataron tenía 21 años y su militancia la tenía desde los 15, 16 años. A los 14 años nos pidió permiso a la mamá y a mí para hacer un curso de primeros auxilios. Después uno ve las pequeñas historias. Unas que me cuentan, otras que las veo, otras que me siguen contando y yo jamás pensé: que una señora venga, me abrace y me diga que pudo terminar el primario gracias a mi hijo,  que pudo estar en el secundario gracias a Darío. Todo eso tiene una gratificación.

-AMNMI: ¿Qué enseñanzas y legado dejó Darío?

-AS: Respecto a eso, si vos ves en las imágenes, cuando Darío vuelve a la estación lo primero que hace es tomar el pulso a Maxi. Es un acto reflejo de él. Cuando tenía 15 años hizo un curso sobre primeros auxilios. Todo es por algo. Como que él tenía algo predestinado. Yo no soy un tipo de sacarme fotos y mis hijos tampoco. Él sí, tenía muchísimas fotos. Tengo muchísimos álbumes de Dari. Hay cosas que parecen predestinadas. Como ‘yo no voy  a estar, pero te dejo este legado’. Pequeñas fotos en las cuales ha ido por un montón de lugares, ha estado con un montón de compañeros y ha conocido muchas provincias. Darío era muy conocido. Por eso mismo yo creo que siempre la política nos pega donde más nos duele. Donde más nos duele son los grandes; una referencia, un cuadro tan importante como es Darío, porque para mí lo sigue siendo. Ese lugar no lo puede ocupar otra persona. Tenemos el orgullo, el honor y el recuerdo. Nosotros sabemos cómo murió Darío, cómo lo mataron a Darío. Lo más importante es recordarlo como vivió. Eso no tiene comparación con nada. Nosotros nos quedamos con la imagen de Darío vivo, con la imagen del Darío cabrón, con la imagen del Darío que se sonreía, con la imagen del Darío que jamás permitía que ningún compañero  ni compañera se quede solo, menos los chicos. Eso hace que a 15 años, por más que quieran invisibilizarlo de todos lados, no pueden. Darío vive. Maxi vive. Vive en mí como papá, como vive en sus compañeros. Cuando se cumplan los 25 años, no  va a estar únicamente la militancia sino que también hay una parte importante de la sociedad que ha marcado exigiendo justicia y que los autores intelectuales como (Eduardo) Duhalde, (Felipe) Solá, (Alfredo) Atanasof, (Jorge) Matzkin, terminen presos. No puede ser que siempre pase lo mismo. Ellos pensaban que quizás nosotros nos conformaríamos con que esto quede como un mero hecho policial. Pero no es un mero hecho policial. Esto son órdenes del Estado. Estamos luchando también por la prescripción. Cuando sabemos que siendo el Estado el que tiene que cuidar, es el Estado el que te mata, tiene que encuadrarse como crimen de lesa humanidad. No tienen que prescribir. Nos quedamos con lo mejor de Darío. He aprendido a lo largo de estos 15 años que en la lucha también hay alegría. Hay mucha alegría y también hay honor. Hay cosas en las cuales uno pone la cara y saca el pecho. Nosotros no nos tenemos que esconder de nada. Todo lo contrario, orgulloso de Darío.

-AMNMI: ¿Qué recuerdo o anécdota tenés de la vida de Darío?

-AS: Cuando estaba en el jardín de infantes, una de sus maestras me dijo que Darío tenía un coeficiente intelectual más allá del común. Su maestra tenía toda la razón, pero su coeficiente intelectual no lo volcó al lado de lo material sino que lo volcó hacia lo que es la búsqueda de tener una vida digna. Lo volcó a lo social y Darío con lo social combatía la política. Recuerdo los abrazos de Darío cuando nos cruzábamos. Teníamos una relación muy especial que quizás traspasaba la relación de padre e hijo. El afecto, el amor; era muy papero, muy pegado a mí. Yo iba a trabajar sábado y domingo a la terapia y el loco se aparecía. Yo atendía a los pacientes y él se quedaba ahí. A veces en las terapias hay mucho laburo y él se quedaba ahí. Siempre traía un libro para leer y ese libro siempre lo traía forrado con hojas de diario. Mis compañeros y compañeras se asombraban por su actitud, esperar sentado leyendo que yo me desocupe. La imagen de Darío sí se agiganta, pero también es una realidad que el tiempo no mata nada, el tiempo hace que uno tenga la ausencia del hijo cada vez más grande. También tenemos el orgullo de cortar calles, de hacer escraches y de llevar bien alto el nombre de Darío. Lo recuerdo cabrón en muchas situaciones, en otras re compinche. Darío fue papá, hermano, amigo, compañero. Darío ha sido todo para nosotros y sobre todo para los compañeros. Ha sido amigo, cumpa, como le gustaba decir. Amaba mucho y cuidaba mucho a las doñas, a las señoras mayores. Por eso siempre tengo esa satisfacción; cuando alguien me cruza, viene y me da un abrazo. Ni siquiera hace falta que me digan nada, con el abrazo siento el cariño, el amor y el respeto que tiene por Darío. No vamos a aflojar en pedir justicia.

-AMNMI: ¿Qué novedades hay acerca de la causa?

-AS: Son 15 años y venimos logrando como querellantes más que el fiscal y más que el juez. Tampoco está bueno, pero evidentemente es la única manera que tenemos de seguir avanzando en esta búsqueda de justicia. Hemos presentado muchos testimonios importantes. Espero que este año tengamos novedades con respecto a sentar alguno de los políticos frente al juez o la fiscal para que tengan la posibilidad que no tuvieron Darío ni Maxi. La posibilidad de defenderse.

-AMNMI: ¿Cuál es su relación con la familia de Maxi?

-AS: Con Mabel, que es la mamá, teníamos una relación excelente. Ella ha estado muy refugiada en Dios y en sus creencias. Yo he estado muy peleado con Dios. Después es el destino. Maxi murió en los brazos de Darío y la mamá de Maxi murió en el Hospital Argerich. Yo la fui a ver a la terapia y la siento como si hubiese muerto en mis brazos también. Con ella nos juntábamos a tomar un café y teníamos largas charlas hablando ella de su hijo y yo del mío y cómo podríamos seguir adelante. En esto, los padres aprendemos a los golpes. Yo no soy político y Mabel tampoco era política. Aprendemos a los golpes. Vemos cómo era antes de que las cosas  sucedan: la justicia no es la que uno piensa y la política no es lo que uno piensa. Lamentablemente hay toda una complicidad. Por eso señalamos la complicidad que hay entre la justicia, la política y la policía. Con Mabel hemos tenido una relación muy estrecha. Con las hermanas de Maxi, probablemente yo esté un poquito más cercano a Vanina Kosteki, pero no tenemos una afinidad para vernos. Respeto a la familia de Maxi por cómo era Maxi. Hacía muy poco que estaba en el movimiento y sin embargo… el tenía un horno en el cual hacía cerámicas y lo donó para que los compañeros tengan para hacer pan para los chicos. Compartimos la lucha, pero de distinto lugar. No sé si es bueno o malo esto, pero yo pienso que el dolor de la familia de Maxi es el mismo dolor que yo tengo como papá de Darío, como tienen Leo y Javi, sus hermanos.

-AMNMI: ¿Qué sentimientos te vienen a la cabeza y cómo recordás aquel 26 de junio?

-AS: Hablar de Darío me emociona. Vienen a borbotones las imágenes de él y su sonrisa. Cuando venía al hospital y salíamos a comer. Esa complicidad que siempre existió. Éramos muy cómplices. Nunca pensé que iba a pasar lo que pasó. Antes del 26, tuvimos una charla y pensamos que sí, iba a haber represión, que algunos compañeros un palazo ligarían, otros irían presos, pero jamás pensamos en que el Gobierno iba a llevar hasta las últimas consecuencias esas palabras de Atanasoff, ‘cruzar el puente es una declaración de guerra’. Evidentemente, no les importó que haya jóvenes, ancianos, niños, mujeres. No cometieron únicamente el asesinato de Darío y Maxi sino que tampoco hay que olvidarse de los 33 heridos de plomo y todo lo que ha significado en muchos compañeros. Esas cosas se superan, por una cuestión lógica, de dignidad, por esa cuestión de ‘no me voy a correr por más que nos caguen a palos, por más que nos amenacen y hagan lo que hagan, no nos vamos a correr’.

-AMNMI: ¿Quién era Darío Santillán?

-AS: Todos conocieron un Darío maravilloso. Un Darío con esa sonrisa y con esos ojos. También encabronado por las injusticias. Él veía la televisión, veía una injusticia y la sentía como si fuese propia. Estas cosas que hablaba tanto Darío del hombre nuevo…Darío se fue y quizás se fue sin saber que él formaba parte de ese hombre nuevo que él tanto veneraba. Son esas cosas en las cuales uno se refugia y se pone más fuerte.

AMNMI: ¿Cuál es hoy tu laburo de militancia, como papá de Darío?

-AS: Cuanta más adversidad, uno más fuerte tiene que estar. Tampoco nos tenemos que olvidar la cantidad de compañeros muertos en democracia, no nos tenemos que olvidar de los pibes en los barrios. No nos tenemos que olvidar de Luciano Arruga, con esas dos mujeres como Mónica y su hermana que llevan adelante una lucha increíble y les ha llevado a que aparezca el cuerpo de Luciano. Son esas cosas que nosotros tenemos que hacer visibles. A mucha gente le pasan estas cosas y tienen miedo por las amenazas. Estas cosas hay que subirlas, hay que decirlas. Hay que darle fuerza a esa gente, que no permitan que ningún poder, ni policial ni jurídico ni político nos callen la boca. Las calles es el lugar que tenemos para luchar. Los abogados en el tribunal, nosotros en las calles. Es bueno esto de remarcar y reafirmar de que con la lucha se puede. Si nos quedamos en una pieza a llorar a nuestros hijos muertos, desaparecidos o asesinados por el Estado o por la policía, estamos jodidos. Uno como familiar por más dolor que tenga tiene que salir y afrontar lo que nos toca por honor a nuestros caídos.

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