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“El día de la movilización vinieron a apoyarnos los que aceptaron la indemnización”

Escrito por el julio 23, 2017


Son palabras de Elisa, una de las trabajadoras despedidas de Pepsico. En la marcha realizada en solidaridad luego de la represión, Paulo Giacobbe dialogó con ella y con Ana Clara, otra operaria. Desde el programa A Mí No Me Importa, dialogaron con Patricia y Mercedes, otras dos trabajadoras. Todas relataron por qué tomaron la decisión de montar una carpa frente al Congreso y qué resultados esperan. (Por La Retaguardia)


La comisión interna

Ana Clara es trabajadora de Pepsico hace 12 años: “Siempre estuve con la comisión interna del lado de los trabajadores y conquistaron un montón de cosas. Hacían asambleas para escucharnos a todos a ver qué votaba la mayoría. El sindicato siempre estuvo en contra de eso: de pelear por las paritarias o preguntarnos qué queríamos. El rival de la comisión interna siempre fueron ellos. Los logros que tuvimos fue mejorar las paritarias, guardería para las mamás, productividad, comedor, categoría para las mujeres. Siempre fue, desde que entré, una fábrica muy machista. Los únicos que podían subir de categoría eran los varones, las mujeres siempre quedaban en el último escalón. Con el sindicato no se podía pelear porque respaldaban el convenio que tenía la empresa”, denunció.

La crisis

“Veníamos viendo que se estaban llevando maquinaria. Habían cerrado la línea de PC, se llevaron la línea de Dorito’s, después materia prima de maní y lo último fue el cartel pegado en la puerta. Siempre se lo reclamamos al sindicato porque no hizo nada para parar eso. Ahora nos damos cuenta de que siempre estuvo con la empresa. El sindicato se lavó las manos también para luchar por la reincorporación. Lo único que pelearon fue una mejor remuneración y obra social por nueve meses”, detalló Ana. “Seguimos en la lucha para poder tener nuestros puestos de trabajo porque, más en este gobierno y cómo está la situación, la plata ya no te sirve de nada si no tenés un trabajo con que mantenerte. El trabajo es dignidad”, aseguró.
Elisa, por su parte, explicó: “El 20 de junio nos enteramos de que quedamos en la calle porque nos pegaron un cartelito en la puerta de la fábrica con un 0800 al que podíamos llamar para que ellos nos informen en qué situación estábamos. Estábamos en la calle. Muchas mujeres, algunas que habían tenido familia hacía poquito, otras tantas que estaban embarazadas. Hasta 27 años de antigüedad, de diez años para arriba. No podíamos creer esa noticia. De un día para el otro nos dejaron en la calle con tanto que dimos y pusimos. Nosotros cumplíamos con una producción, no teníamos problema en ese sentido. Hacíamos horas extras. Semanas antes hubo fuertes rumores de que la empresa iba a cerrar, entonces nosotros decidimos llamar a una reunión con el gerente para que nos dé explicaciones porque había mucha paranoia y preocupación. El gerente nos mintió, nos dijo que no pasaba nada”, aseguró sobre el discurso previo de los empresarios. “Que había pensadas algunas modificaciones pero que iba a sostenerse la productividad. Nos mintieron descaradamente. Nos encontramos 600 familias, es mentira que hubo traslados. El sindicato nos dio la espalda aunque hace años nos descontaban el aporte solidario. No fueron capaz de mover un dedo. Nos dieron la espalda en un plenario que se hizo donde pedimos un plan de lucha y la defensa de nuestros puestos de trabajo. Nos llevamos la decepción porque el responsable de defendernos nos daba la espalda”, denunció Elisa.

Patricia señaló sobre la vivencia del día del cierre: “El 20 de junio circuló una cadena de mensajes donde nos contaban que la fábrica estaba con policías y no podía entrar ningún operario porque estaba cerrada. Fuimos y vimos el famoso cartelito”.
Mercedes agregó: “Por eso tomamos la decisión de acampar en la puerta de la fábrica. Ahí nos empezaron a llamar mañana, tarde y noche para que vayamos a arreglar cada uno en distintos lugares acá en Puerto Madero. Nos llamaban de un call center y de recursos humanos. Nos presionaban diciendo que hasta cierta fecha podíamos firmar el 200 % de indemnización, después sólo el 100 %”, señaló.

“Las indemnizaciones fueron un arreglo del sindicato. El ‘logro’ si se puede decir así fue ese. Ese acuerdo duraba hasta el 7 de julio nada más, y el que no firmaba lo perdía. La mayoría aceptó porque se vio obligada tanto por su situación individual como por las presiones. No arreglaron contentos. Muchos firmaron, se arrepintieron. Nosotras decidimos seguir en la lucha porque queremos el puesto de trabajo. Por más que te paguen lo que te paguen, no hay trabajo”, aseguró Patricia.

Los medios

“Lo que pienso es que están con el gobierno. Tienen un arreglo, no sé cómo llamarlo. Estoy más indignada que nunca. Hay canales que ni siquiera hablan de nosotros y no se dan cuenta de que mañana les puede tocar a ellos porque con este gobierno nadie es imprescindible. Nos afecta a todos y nos va a afectar a todos. Uno o dos canales vienen a hacernos notas y a estar con nosotros. El día de la represión golpearon a muchos periodistas pero se ve que a los medios no les importará”, consideró Ana Clara.

“Lo que me asombró es la solidaridad de la gente. Es mentira que éramos cinco gatos locos, porque estamos todos. El día de la represión fue mucha gente, vecinos, familias, maestras que se solidarizaban con nosotros. Estuvieron ahí, poniendo el pecho donde tenía que estar el sindicato. Cuando arden las papas se ve quién está realmente del lado del trabajador”, sentenció.
Sobre las indemnizaciones, Patricia explicó: “Hay cosas que no son totalmente ciertas de las que se dicen, como que nos consiguieron trabajo y puestos en Mar del Plata. Se ha dicho que hay indemnizaciones que llegaron a ser de hasta 5 millones de pesos. Eso es totalmente mentira, al menos para los operarios. Ni siquiera el que tenía más antigüedad se llevó esa plata y son muy pocos”.

La lucha y la represión

“Decidimos defender nuestros puestos de trabajo porque como mujeres y varones que trabajamos hace años dejamos nuestra salud, nuestros hijos, nuestra familia, nuestra juventud al lado de la máquina. No había ninguna crisis. La empresa adujo un preventivo de crisis falso porque sacó un comunicado diciendo que iba a invertir millones y millones en Mar del Plata. Lo que nos fuimos enterando, además, es que trae el trabajo nuestro desde Chile. Lo está importando. Creemos que eso es más costoso, y tranquilamente lo puede hacer acá en Florida. Es discriminatorio, porque estamos excluidos de la inversión. Decidimos pelearla porque por un lado dimos todo en esa fábrica y creemos que es un derecho”, enfatizó Elisa.

“Después de unos días del cierre entramos a la planta a cuidar nuestros puestos de trabajo para que nadie desmantele nada ni se lleve ni un tornillo. Después se vino el brutal desalojo. Tuvimos el apoyo de nuestras familias, hermanas, las esposas de nuestros compañeros, nuestros esposos y resistimos. Dimos una pelea para tratar de evitar esto pero ellos con gases, balas de goma, gas pimienta, con palos, con piedras. Nos apalearon, nos dispararon. Fue terrible, muy violento. Después de eso, militarizaron la fábrica y nosotros el martes pasado llamamos a una movilización para que venga todos los que nos apoyaban afuera de la fábrica. Se acercaron centros de estudiantes, docentes. Eso nos fortalece y alienta muchísimo”, explicó Ana Clara. Sobre el itinerario de la actividad, señaló: “Fuimos a Plaza de Mayo, después al Ministerio donde hicimos un alto y después vinimos a armar la carpa. Es para seguir recibiendo solidaridad, hicimos un fondo de lucha, recibimos apoyo, difusión. Se acercan muchos medios, radios, para que les contemos la verdad porque en redes sociales se dicen muchas mentiras, que nos dieron muchísima plata. Es mentira, nos ofrecen una indemnización que es pan para hoy y hambre para mañana. Nosotros con eso sustentamos el colegio, la salud, el techo porque alquilamos. Es el sustento de todo el trabajo. No tenemos veinte años. Hay una edad en que ya no les servís. Están echando en todos lados, hay despidos, suspensiones, cierre de fábricas. En Cresta Roja siguen echando. Nuestra defensa es justa, es nuestro objetivo que la empresa reabra”, insistió.
“Ahora la fábrica está militarizada y no podemos entrar. Si lo hacemos, nos van a cagar a palos, nos van a reprimir. Si quisiéramos producir autogestivamente, podríamos, porque siempre dijimos que en media hora entrábamos, prendíamos y producíamos tranquilamente sin necesitar de nadie. Hay muchas cuestiones que manejan los gerentes, los empresarios, y no sé que tan difícil pueda ser pero hay muchas cooperativas que lo hicieron. No tuvimos la posibilidad porque nos sacaron a palos. Opinábamos que la empresa tenía que reabrir porque estaba en falta y queríamos seguir porque estaba incurriendo en un fraude”, advirtió Elisa.
Según Patricia, “de los compañeros que arreglaron hay muchos que se están acercando. Eso demuestra que no firmaron conformes el acuerdo. Somos cada vez más los que estamos luchando por nuestros puestos de trabajo.
Esto está pasando en todos lados. Nosotros somos el foco de atención porque ingresamos a la planta, nos desalojaron violentamente y decidimos instalar una carpa en el Congreso para seguir nuestra lucha. No es nada del otro mundo, nuestro derecho a trabajar. El sindicato convocó a una marcha para el 22 de agosto. En un plenario, se votó una mejor indemnización aunque votó gente que no pertenecía a Pepsico”, aseguró. “La gente salió indignada ese día. A raíz de eso fue que se firmó el acuerdo. Hasta ahora, por la carpa, no tenemos ninguna respuesta. En algún momento tendrán que hacerlo. Tenemos mucha adhesión de innumerables representantes de gremios, sindicatos, delegados de comisiones internas, organismos de derechos humanos y un sinfín de agrupamientos y de la gente misma en la calle, que nos dice que resistamos, que ganemos. El día del desalojo había diferentes agrupaciones”, señaló.


La causa

Elisa explicó algunos detalles judiciales: “Ellos tenían una fecha para que se les apruebe el preventivo de crisis que es falso. En ese tiempo se jugaron a llamarnos todos los días a mis compañeras y compañeros y a mí unas diez veces por día, a nuestras familias, esposas, madres, para insistir en que arreglen. Si no hubiesen arreglado todos, ellos podrían decir que no hubo ningún despido. Pero la realidad es que fueron despidos porque a mis compañeros los obligaron, si no se quedan en la calle, tienen que pagar el alquiler, el colegio, darles de comer a sus hijos. Hay muchas mamás que son sostén de familia y hay mucha preocupación. Arreglaron, no les quedó otra. El día de la movilización, los que arreglaron vinieron a apoyarnos. La peleamos juntos”, destacó.

“La justicia ordenó mi reincorporación, entre otros compañeros. La empresa dijo que no hay vuelta atrás, que van a apelar y que hay una extinción de la relación laboral. No quieren retractarse. Como decía el fallo, pagarán multa. Los abogados presentaron denuncias por un lock out porque sin previo aviso presentaron un preventivo que el Ministerio se los avaló en ese mismo momento. Hay un pacto, una tregua entre ellos y la empresa”, denunció. Elisa aclaró por qué la reincorporación se ordenó sólo para diez personas: “Por una cuestión legal, la Justicia se expide por grupos, pero todos vamos en ese camino. Los fallos de los compañeros que faltan saldrían de la misma forma. Se puede presentar a los 600 juntos, pero únicamente puede hacerlo el sindicato, no un abogado. el sindicato está borrado totalmente”.

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