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Isabel Huala: “Tal vez sea la madre de todos los males, porque no me callo”

Escrito por el diciembre 30, 2017


La referente mapuche visitó Radio La Retaguardia y dialogó con Fernando Tebele y María Eugenia Otero. Es madre de 6 hijos, entre ellos los más reconocibles Facundo y Fernando Jones Huala. Explicó desde las razones de su lucha, pasando por la cultura mapuche, las creencias y ceremonias, hasta lo aprendido de sus hijos, padres, abuelos y antepasados. Entendió rápidamente la ironía de llamarla “la madre de todos los males”, y dobló la apuesta asumiéndolo con potencia. Fue una charla intensa, profunda y serena para los tiempos que nos tocan vivir. (Por La Retaguardia)

Como todos los miembros de la nación, Isabel primero saludó en su lengua: “Mari mari pu lamuen pu wenuy ka kom pu che inche huala María Isabel pingey tañi tugun furilofche waria meu Tañi kupalme Nawel wapi cushe Nawel wapi fucha Bariloche pita winka”. Luego tradujo: “Hola hermanos. Hola amigos. Hola a toda la gente. Soy María Isabel Huala. Mi origen furilofche waria meu. Mi linaje el Nahuel Huapi. Vivo en Bariloche”.
Rápidamente aclara: “Soy mapuche, por eso hablo en mapudungun cuando me presento. Es una forma de seguir conectados a la tierra y con los antepasados que también estaban de este lado de la cordillera, más allá de la historia oficial. Soy la mamá del Lonko weichafe Facundo Jones Huala, demonizado por los medios hegemónicos que maltratan a la mayoría de mis hijos. Soy yo la que los parí, soy yo la que los conozco. Si vengo hasta acá es para contar quién soy y cómo son mis hijos. No somos terroristas, somos mapuches”, insistió Huala. Para la referente, “El Estado nos quiere mostrar terroristas o vandálicos o violentos ¿Cuántas cosas más han dicho por los medios? Ser mapuche es ser parte de la tierra. Convivimos en este sistema, lamentablemente podrido, tratamos de vivir una vida diferente, en libertad, en armonía y que tenga futuro. Cuidamos el agua, la tierra, los cerros, las montañas, los ríos. Nuestra tierra. Los espacios sagrados que todavía quedan por suerte”, destacó. “En estos tiempos, la arremetida de las multinacionales busca destruir todo a su paso con mineras, hidroeléctricas, forestales, la soja, lo transgénico, entonces pasamos a ser el enemigo. Por eso nos demonizan y pasamos a ser un enemigo común para la sociedad, cuando no lo somos. Nosotros no hablamos sólo de nosotros como mapuches, hablamos de un pueblo oprimido. Incluso pensamos en que haya agua limpia y potable para aquel que nos maltrata”, definió sus principios.

La familia

Facundo y Fernando se han llevado, entre sus hijos, el mayor reconocimiento público, pero Isabel amplía la familia: “Tengo 6 hijos biológicos. Facundo es el mayor e Irene es la menor. Hijos del corazón tengo muchísimos. Nietos del corazón también. Tal vez sea la madre de todos los males. Porque no me callo. No voy a permitir que pasen por sobre mis hijos, que los maltraten. Si tengo que verlo a la cara a ese señor (Macri), le voy a decir todas las cosas que tengo guardadas para él como a Bullrich. Mataron a Santiago y podría haber sido mi hijo”, expresó. “Un hijo del corazón. No alcancé a darle un abrazo, a conocerlo, pero si él estuvo pidiendo la libertad de mi hijo pasó a estar dentro de mi corazón como un hijo más. Con dolor porque ya no está. También mataron a Rafael (Nahuel). Lo conocí poco hace un par de años. Sé que él apoyaba en la lucha a su prima que va a ser Machi, es una autoridad dentro de nuestro pueblo. Apuesto a que haya un cambio en los jóvenes. A que piensen, luchen, defiendan la tierra. Hay que pensar que los antepasados murieron para que nosotros estemos hoy acá. Tenemos que pelear también nosotros para que pueda estar nuestra descendencia”, planteó Huala y dio detalles: “Que puedan llegar a ver cerros, ríos limpios, árboles naturales y no plantados. Nuestras plantas, nuestra medicina. Son muchas las cosas de las que estoy en contra y es la forma que tengo de abrirle la mente a los jóvenes para que luchen, para que piensen en un futuro. Es doloroso también estar en distintos barrios, no sólo acá. En Bariloche, en Comodoro Rivadavia, en Neuquén, en Jacobacci, pasa lo mismo. En todos los pueblos es triste ver las drogas permitidas y las no permitidas utilizadas cada vez en jóvenes más chicos, en niños, alcoholizándose, tomando pastillas que no saben para que son, escuchar que murieron por eso en un boliche”, reflexionó. “Eso también duele. Es la forma de mantener a los jóvenes anestesiados. La droga y el alcohol se toman como algo normal, como tomar un vaso de agua y lamentablemente, esto lo decía mi abuela, ‘se empieza con un trago, se sigue con un vaso y después se termina en el fondo del tonel’. Mi padre murió alcoholizado”, reveló emocionada. “Vi su destrucción, lo vi ser una excelente persona sin alcohol y haber empezado a tomar y haber terminado muriendo a los 61 años. Sé lo que se sufre como familia, lo que sufre la persona cuando empieza a degradarse. No sólo el hígado, la familia, el entorno, las amistades. Siempre traté de estar cerca de mi padre. Me dio muchos consejos pero él no los practicó. Todos esos consejos son los que les transmití a mis hijos”, contó Huala sobre la educación de sus hijos. “El alcohol es la mejor arma que utilizó la Conquista del Desierto para querer exterminarnos. Todavía estamos vivos, podemos seguir peleando, seguir abriendo mentes, mostrar que otra vida es posible. Hay medicina alrededor nuestro que no se ven, no son las pastillas en la farmacia, esos son monopolios. Hay formas de curarse, de hacer medicina, de volver a la tierra, a cultivar nuestras propias verduras, nuestra comida, nuestras semillas. Podemos hacerlo”, aseguró.

De regreso a la historia propia

“Mi padre me crió creyendo que era descendiente de araucanos, es lo que estudió con la Iglesia y parte de Gendarmería que llegó al sur. Fue técnico mecánico y electricista de motores diesel. Eso hizo que tuviera un oficio. Me crió de una forma mapuche. Con el tiempo me di cuenta. Me crió orgullosa de ser india. De cariño me decían ‘india salvaje’ o ‘madreselva’. Nunca me ofendió que me dijeran india, al contrario. En la escuela me costó aceptar la discriminación. Con el tiempo aprendí a escuchar a mis hijos de otra manera, a escuchar el viento, a ver las nubes, a saludar al sol, la luna, a mirar las estrellas, a entender la cosmovisión, de muy chica. A cuidar el bosque, mi padre no me dejaba entrar al bosque a los gritos, corriendo, tirando piedras o arrancando plantas”, recordó. “El bosque tiene vida. Si nos íbamos a bañar en verano, no me dejaba entrar al lago corriendo ni tirando piedras, porque hay vida. Viví en Buenos Aires, y cuando volví a Bariloche, separada del padre de mis cuatro hijos mayores, tuve que salir a trabajar y a pedir comida. Lo hice en las casas de los vecinos de donde me tocó vivir. Cambiaba comida por costuras. Con el tiempo, fuimos a vivir al Barrio 169 viviendas”, contó. Sobre el descubrimiento de su origen, Huala detalló: “Hacía muy poco que estábamos viviendo ahí cuando llegó una gran nevada. Se le cayó la casa y se empezaron a pedir cosas para una señora llamada Aurelia Huala. Mi papá se llamaba Aurelio Huala. Facundo, mi hijo, fue a llevar cosas a una radio comunitaria, Gente de Radio (de Bariloche). Ahí es donde se encontró con unos lamien, hermanos mapuche, y preguntó. Después la conocimos y era prima de mi papá. Fue lindo, por un lado, y por el otro lado triste, porque se cayó gran parte de su casa. Ahí encontramos que no éramos araucanos, que era un invento del blanco cuando llegó del lado chileno, que se encuentra con un lonko, al que llamaron cacique, pero era un lonko que sonaba como arauco”, explicó sobre las confusiones respecto de su procedencia. “Como vieron que hablaban en un idioma, le pusieron araucano, como comían de un árbol, le pusieron araucaria. Al territorio le llamaron la zona de la araucanía. Esa gente que encontraron eran pehuenches y comían del pehuen, que es la mal llamada araucaria. Conversando con los lamien, se enteró que él era mapuche, que teníamos una cultura, empezó a encontrar esas raíces. A mí me costó porque me criaron en una casa católica apostólica romana. Mi papá era muy nacionalista porque Gendarmería le había dado estudios y la Iglesia lo había ayudado. Yo era muy nacionalista también, mandaba a mis hijos con escarapelas a la escuela desde mayo hasta julio. Se las arrancaban. Cuando empezaron a saber quiénes eran se me empezaron a rebelar. Empezó Facundo a los 12 años con Fiorella (otra de sus 6 hijas biológicas), después siguieron los demás. Empezó a participar de las ceremonias mapuches, a acompañar las luchas en los distintos lugares en los territorios. Mi padre también me había enseñado a interpretar los sueños, y un día soñé y empecé a acompañar a mis hijos. Desde ahí, estamos luchando”, sentenció. “No iguales, porque este pueblo mapuche es diverso. Pero cada cual sigue en su diversidad. Hoy me toca pedir la libertad de mi hijo. Si le dan la libertad y vuelve a su territorio, sabrá lo que va a seguir haciendo ahí. Yo tengo mi territorio, mi lugar y desde ahí voy luchar. No es fácil descolonizar la cabeza del sistema, pero tampoco es difícil. Volver a ser mapuche es volver a vivir como vivieron nuestros antepasados. Es empezar a volver sobre la historia. Llegué a encontrar que mi tatarabuelo, Bernabé Huala, nació en Chillán. Mi bisabuelo nació cerca de Osorno. De ahí en la época de la conquista empieza a ser carrero y trae desde Bariloche mercadería. Con el tiempo les dan tierras y colonias en Nahuel Huapi. Ahí se asientan en Puerto Moreno, Casa de Piedra. Aparecen los bandoleros, que mataron a mi bisabuelo y a mis tías abuelas en una masacre comandada por Roberto Foster Rojas. Ahí apareció el ejército, los cambiaron de lugar y los llevaron a la zona de Cascada de Los Alerces donde nace mi padre. Cuando esa zona comenzó a ser parque nacional, sin querer mataron a mi abuelo porque lo confundieron con un ladrón pero, para mí, fue porque no se quería ir de ese lugar”, reconstruyó.

Antepasados

“Mi papá se crió un poco en El Tronador y otro poco en Colonia Suiza. Mi abuelo nació en el barco pero tuvo que ser anotado en Chile. Ellos venían de la miseria de Europa, como dicen los chilenos y los mapuches del otro lado, ‘vinieron a poto pelao’. Vinieron a hacer la América, eso es lo que les ofrecían en Europa. Eran gente marginada por la guerra y las hambrunas”, aclaró. “Mi abuelo José Cretton se casó con mi tía abuela Lucrecia Mesa. La madre de mi padre se llamada Aída Mesa y mi abuelo segundo, Bernabé Huala. Desde ahí, uno va rescatando la historia y recuperándola. Yo nací en Bariloche y mi padre ahí cerca, por eso Bariloche es mi origen. Mientras más sé cómo es la historia, más quiero volver a ser mapuche”, aseguró Huala.

¿Qué es ser Lonko?

“Cacique se le dice en Centroamérica. Lonko es cabeza de una comunidad, pero una comunidad tiene distintas autoridades dentro de sí misma. No es como una junta vecinal pero en los papeles las hacen parecidas. Facundo es Lonko porque lo dijeron los antepasados y los espíritus, hay una espiritualidad de por medio. A él le tocó esa espiritualidad de lonko, no fue elegido a dedo ni elegido por el Estado. Tenemos muchas autoridades dentro de lo que es el pueblo mapuche. Una ‘pillankuse’ es una abuela sabia y se la respeta”, advirtió Huala. “Hoy en día a los abuelos se los maltrata o se los va a dejar en un geriátrico. Nosotros a los abuelos los respetamos, los escuchamos, los valoramos. Tienen un lugar privilegiado para nosotros. Dentro de nuestra cultura también hay ‘llankan’ que son los que ayudan a los machi. Son personas a las que se las debe respetar, son la mano derecha del machi. El lonko tiene sargentos que son personas que lo ayudan, lo cuidan, lo asisten. Dentro de las ceremonias tenemos kalfumalen, que son niñas, y piwichen que son niños. Son dos niñas y dos niños parte de la espiritualidad. Cuando se hace ceremonia ellos vendrían a ser intermediarios dentro de lo espiritual a lo terrenal. Ellos también son autoridades y suelen serlo desde los 6 años”, explicó.

La preexistencia y el genocidio

“La educación logró meternos abajo de la alfombra, así como la historia oficial dice que vinimos de Chile a matar Tehuelches. Hay un lugar llamado Valle del Sol y los datos dicen que estamos hace 9 mil años. Un poco más allá, cerca de Osorno, 14 mil años. Si las mismas herramientas que hoy usa el sistema nos dicen que existíamos antes, somos preexistentes a los Estados. Las dos Repúblicas tienen que reconocer el genocidio para darnos un poco de dignidad luego de todo lo que nos quitaron”, planteó. “Estamos pidiendo que se nos respeten las tierras aptas, que sean suficientes para vivir como mapuches. Sería descabellado pedir que se vaya toda la gente. Además hay tierras donde hay mucha sangre, mucha violencia. Hay lugares donde hubo muchas fábricas y hay ácidos en la tierra así que no puede usarse para la verdura o la fruta, tampoco iríamos ahí. No nos servirían. Estamos pidiendo lugares donde todavía se puede vivir. Que no se entreguen a las multinacionales o las grandes empresas pero sí a nuestra gente. Tampoco es aquel mapuche que quiera tener una personería jurídica y formar parte del gobierno”, aclaró sobre sus reivindicaciones.

Isabel participó también del lanzamiento de La Retaguardia Papel (Foto: Juan Cicale)

Juicio

Su hijo Facundo Jones Huala está preso y atravesará en nuestro país un juicio de extradición para ser entregado o no al Estado chileno: “Habían dicho que empezaría entre el 27 y el 28 de diciembre pero el juez Villanueva ahora planteó que no hay un lugar seguro donde hacerlo en Bariloche. Hay un plan sistemático de un Terrorismo de Estado. Lo vimos en las últimas marchas. La gente está adormecida. Tal vez esperen 30 mil o 60 mil desaparecidos más. Para mí no es nuevo esto. Es volver a revivir mi niñez en dictadura de grande; verlo, de otra manera, con mi hijo preso, con mis hijos imputados por ser mapuche. Con mi familia estigmatizada de violenta”, consideró Huala. “No me preocupo, porque sé quién soy y quiénes son mis hijos, pero trato de explicarlo para que se entienda. No voy a ir a explicarle a la ministra de Seguridad, si la tuviera enfrente mío me cobraría la desaparición forzada seguida de muerte de Santiago y la muerte de Rafael. Yo te dije hace mucho tiempo en una entrevista, que tenía miedo de que desaparecieran a alguien. Y no estaba errada”, lamentó.
“Hay muchos que siguen pensando que no les va a tocar, pero este plan sistemático viene para todos, no para unos pocos. Los que se van a salvar son los que puedan correr al avión o al helicóptero y volar para otro lado. Mientras sigan empeorando las cosas y se empiece a sentir el vacío en la panza, ahí van a apretar. Van a tener que apretar cachetes los dirigentes de este gobierno”, explicó.

En el lanzamiento de La Retaguardia Papel Isabel Huala compartió charla con Alfredo Grande, el poeta Vicente Zito Lema, Margarita Pinto (del Colectivo Memoria Militante) y Nora Cortiñas. (Foto: Juan Cicale)


El ejemplo y las fuerzas

La visita fue un miércoles por la noche. Isabel estiró su visita a una Buenos Aires que le resultó hostil, para llegar al jueves y acompañar a las Madres de Plaza de Mayo Línea fundadora. “Ya conocí a Norita Cortiñas, que estuvo en Esquel acompañando el juicio el año pasado. Ahora la volveré a ver en la Ronda y me llena de orgullo poder darle un abrazo, un beso, hacerle un cariño. Es una abuela que ha luchado y sigue luchando, es un ejemplo de vida. Ella es la más grande, para llegar a la altura de ella nos falta tanto, para agradecerle toda esta lucha no alcanza con darle un beso y un abrazo. Ojalá nos dure mucho tiempo más esta madre y todas las que han luchado para poder seguir teniéndolas de ejemplo”, sostuvo. “Es un regalo que me doy en esta vida poder caminar al lado de ellas. Estoy tranquila y feliz para seguir luchando porque me dan fuerza”, destacó.

El miedo

“No tengo miedo”, aseveró. “Es la peor arma que tiene este sistema ¿Qué más me pueden hacer que no me hayan hecho mis antepasados? ¿Matarme? No tengo miedo. Como madre, sufro, obvio que sí, pero lo pienso desde el lado mapuche y entonces mis hijos pasan a ser mis hermanos. Por cualquier hermano haría lo mismo. Nosotros ya sufrimos un genocidio. No podemos saber, contar, cuántos de nuestros abuelos jóvenes, niños, mataron”, interpeló. Huala explicó los detalles de las masacres: “Hay que recordar que dentro de los mismos escritos del Ejército decía que a partir de los 8 años los varones pasaban a degüello y a las mujeres les quitaban los niños de los brazos y los clavaban en las mismas lanzas. A los jóvenes, cuando los encontraban haciendo ceremonia, los apresaban, los hacían hacer pozos, los enterraban ahí, les dejaban la cabeza afuera y les largaban los caballos. Eso está contado por el Ejército argentino. El Perito Moreno elegía familias para traerlas de piezas de museo. El mismo lonko tuvo que despellejar a su mujer y a sus hijos para que pasen a ser piezas de museo. Todavía hoy él está preso ¿Cuántos presos tienen más? A mí me tocó con mis hermanos mapuches liberar a Margarita Foyel. Después de 115 años fue libre. Pudimos darle una sepultura mapuche en su territorio. Eso también fue un orgullo pero también fue triste porque hubo que armar su cuerpo, sus manitos que estaban con alambres, con tornillos, porque una persona desquiciada la tenía como pieza de museo”, dijo conmocionada. “Nosotros sufrimos un genocidio desde los antepasados. Eso duele, duele mucho, pero también da fuerzas para seguir luchando. Así como ellos quedaron ahí, nosotros pudimos saber parte de la historia. Hay muchos historiadores que están contando la verdadera historia. Es la parte que nos toca vivir. La parte que no vamos a olvidar. Hasta que éste y el otro Estado reconozcan el genocidio, no vamos a parar”, insistió con la exigencia a los Estados argentino y chileno. “Vamos a volver a ser mapuches. No estamos pidiendo un país mapuche, tampoco que nos liberen todo el territorio mapuche porque sería descabellado de nuestra parte. Estamos en convivencia con mucha gente que no es mapuche, que no es argentina. Yo me crié en Bariloche y mi vecino era alemán y tenía todo un cerro ¿Por qué les dan la tierra a los alemanes, los ingleses, los italianos?”, interrogó en el cierre.
En muchas ocasiones el contacto y el enlace que tejemos con las personas a las que entrevistamos, se teje a la distancia. Hay tierras de las que hablamos y personas con las que hablamos, que solo conocemos por fotos y voces. Haber podido compartir tres jornadas con Isabel Huala (la de esta charla, la de la Ronda y en el lanzamiento de La Retaguardia Papel), aun cuando en general la dejamos pagando con el segundo beso, ha sido un aprendizaje para nosotros/as. Entendimos un poco más de esa cultura que ellos y ellas están reconstuyendo y de la que sabemos tan poco, aunque hablemos tanto del tema.

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