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“La Iglesia dio un acompañamiento certero y un sostén religioso al terrorismo de Estado”

Escrito por el enero 20, 2018



Lo dijo Lucas Bilbao, uno de los autores del libro ‘Profeta del Genocidio’, una investigación acerca de la participación del Vicariato Castrense en la dictadura. El anuncio del obispo castrense Santiago Olivera sobre la existencia de un libro de bautismos registrados en la ESMA visibilizó la lucha de años y años que llevan los distintos organismos de derechos humanos exigiendo la apertura de archivos con información sobre las personas desaparecidas y los niños y niñas apropiadas durante el terrorismo de Estado que aún conserva la Iglesia Católica. Bilbao habló con Paulo Giacobbe durante el programa Oral y Público que emite Radio La Retaguardia, opinó sobre la relevancia de este libro de bautismos y contó detalles de su investigación. (Por La Retaguardia)

El anuncio del obispo Olivera sobre la existencia del libro de bautismos celebrados en la ESMA –habría alrededor de 127 registrados – despertó el interés mediático en relación a la apertura de archivos de la Iglesia Católica. Un pedido que Madres, Abuelas y distintos organismos de derechos humanos exigen hace años, desde reinstaurada la democracia como sistema de Gobierno. Al respecto, Bilbao contó cómo fue el ‘hallazgo’ de ese documento y explicó que la información que podría brindar ese libro puede no ser tan sustancial como parece: “El obispo Olivera es el obispo castrense que asumió hace 6 meses, luego de 10 años de vacancia. Dio a conocer en Roma, luego de supuestamente hablarlo con el Papa, que encontró un libro de bautismos de la capilla de la ESMA. Él dice ‘encontró’, a partir de una pregunta que le hizo una periodista. Nunca se había fijado si existía o no, algo así respondió. La Iglesia Católica si hay algo que ha infundido en Occidente es la cultura del archivo. Con lo cual el ‘encontrar’ sería ir hasta el lugar y fijarse eso. Por otro lado, es un libro de bautismos. Todas las instituciones parroquiales de la Iglesia tienen libros donde van registrando los sacramentos que dan, en este caso el bautismo. Entonces tampoco sería una novedad en cuanto a que nadie haya pensado que eso existía. De hecho, hace décadas que las Abuelas de Plaza de Mayo le han pedido a este mismo Vicariato con otras autoridades cualquier tipo de información. Los libros de bautismo también los han pedido las Abuelas. Hasta este momento no sería una novedad. Lo que resuena es que viene de la ESMA, que es el libro de bautismos de esa capilla. Por supuesto que no hay que descartar nada y bienvenido si ahí hay algún tipo de data, fundamentalmente para avanzar en conocer alguna posible identidad nueva de algún nieto o nieta. Lo que nosotros decimos son dos cosas. En primer lugar, es muy difícil que el circuito de los apropiadores se haga todo en la ESMA. Es difícil que un bebé apropiado sea bautizado ahí mismo. No lo descartamos, viniendo de estas personas cualquier cosa es probable, pero es difícil. Estaremos a la espera de que los organismos y la Justicia puedan corroborar esa información y los datos que hay”, explicó el escritor e hizo hincapié en la participación del Vicariato Castrense y los capellanes durante el terrorismo de Estado en los centros clandestinos de detención: “En segundo lugar, en realidad en lo que también tiene que servir ese libro es para avanzar en la responsabilidad que tuvieron los capellanes como funcionarios estatales, como funcionarios religiosos y como parte del circuito del terror. El obispo Olivera omitió cualquier tipo de datos respecto a esto. No hubo ni una mínima mención sobre qué datos pueda aportar por ejemplo acerca de quiénes bautizaron. Se supone que el capellán que está en cualquier unidad militar mantiene una cotidianeidad con esos militares. Es decir, cualquier capellán que está 2 o 3 años en un mismo lugar adquiere una cierta dinámica con esos militares a los que está ‘cuidando espiritualmente’. Hay que avanzar sobre eso. En el caso de que ocurra de que haya algún dato o indicio de algún bebé apropiado también hay que mirar a los capellanes. Un bautismo lleva un acta previa; quiénes son los padres, quiénes son los padrinos, cuándo nació…hay datos legales que también registran las actas bautismales. Hay que posar la mirada en la Institución”, pidió.
Para Bilbao el análisis de este libro quizás no sea tan trascendental porque, como explicó, se trata de un documento público de un relativo fácil acceso. Los archivos necesarios siguen en manos de la Iglesia: “Cuando asumió Olivera en 2017, los organismos de derechos humanos le otorgaron un documento con ciertas exigencias. Entre ellas, abrir los archivos y dar a conocer los papeles y documentos que vienen exigiendo. Un libro de bautismo es un registro medianamente público en el sentido que casi no se le puede negar a nadie. Esos datos existen en cualquier parroquia y están a consideración de casi cualquier persona. Un libro de bautismo puede ofrecer datos, más viniendo de la ESMA y de esos años, pero también estamos esperando los otros documentos, que sabemos que están. Ninguna institución burocrática se deshace fácilmente de sus documentos. Hay que remarcar eso. Bienvenido este libro de bautismo, pero a su vez estamos esperando los papeles centrales y que se avance en las responsabilidades que tuvo el Vicariato Castrense, que no fue una responsabilidad menor”, manifestó para Radio La Retaguardia.
Esos archivos que se exigen desde los organismos contienen información esencial a la hora de marcar las responsabilidades de cada actor militar, civil y religioso durante el terrorismo de Estado y para conocer las metodologías de operación que se usaban en esas épocas: “Hay muchísimos documentos, incluidos los legajos de los capellanes. En los que se han podido consultar en el Ministerio de Defensa, hay correspondencia que es sumamente valiosa para saber cómo operaban. Los funcionarios religiosos eran también circuitos de información militar y sumaria. Lo que no podamos obtener por los militares, muchas veces quizás lo podremos obtener por estas vías que hoy están negadas”, aseguró.

El Vicariato Castrense

La investigación que llevaron adelante Lucas Bilbao y Ariel Lede en el libro ‘Profeta del Genocidio: El Vicariato castrense y los diarios del obispo Bonamín en la última dictadura’ permitió conocer mucho más del funcionamiento de ese organismo religioso que es regulado entre el Vaticano y la Argentina, y la participación activa de los capellanes en los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio: “Hasta el momento en que nosotros hicimos la investigación pareciera que el Vicariato Castrense fueron un grupo de capellanes aislados. Lo que nosotros vimos y desentrañamos fue el funcionamiento de una institución a lo largo y a lo ancho del país, con directivas claras, con un acompañamiento certero al terrorismo de Estado y con un sostén religioso que funcionaba casi como una empresa. En esa correspondencia que nosotros llegamos a ver aparecen las cuestiones de los detenidos y pueden aparecer muchas otras cosas. Ese es el material que necesitamos que requieran los organismos. No solamente un libro de bautismos. Necesitamos los otros archivos, los que están ocultando y no quieren mostrar. La Iglesia no tira ni quema papeles propios. Hay que apelar a eso. Lo que pidieron los organismos cuando asumió Olivera fue clarísimo: que le pidan a los capellanes que digan los datos porque saben dónde están los nietos, saben dónde están los cuerpos. Piden que pongan el material a disposición de la Justicia. Después de 40 años exigiendo lo mismo, parece casi una burla”, expresó el escritor que además aseguró que “es casi imposible” que existan capellanes que no conocieran las maternidades clandestinas de ESMA o de otros centros clandestinos de detención: “Dentro de los reglamentos militares, está bien estipulada la función que cumplen los capellanes: Acompañar y escuchar desde una formación moral. Para cumplir con esa función, son personas ambulantes dentro de la institución y recorren cada una de las instancias. Es casi imposible que no supieran de los centros clandestinos, ni de las tareas represivas que llevaban y de las maternidades clandestinas que existían. Cuando se quiso avanzar sobre alguno de ellos, muchos fallecieron. Estamos jugando en el límite para que la Justicia avance también sobre los capellanes castrenses”, dijo Bilbao.
Precisamente, el libro ha servido de prueba en los juicios a los genocidas, como en el juicio del Operativo Independencia y en el juicio que investiga el asesinato del obispo Enrique Angelelli, en agosto del ’76. Actualmente también es tenido en cuenta como material probatorio en causas vigentes, pero, como lamentó Bilbao, en las que será muy difícil llegar a una sentencia: “Está siendo utilizado en algunas causas pendientes y fue utilizado principalmente en dos. La causa por el Operativo Independencia, por la que mi compañero Ariel también testimonió y en la causa por el asesinato de Angelelli. En la sentencia quedó probado el rol que cumplió el Vicariato Castrense en el cercamiento que hicieron sobre la pastoral de Angelelli y su obispado. (El Vicariato Castrense) cumplió un rol central en deslegitimar su figura y acorralarlo, para que después las fuerzas armadas actuaran. Eso está clarísimo. Hay algunas causas abiertas, pero ahora notamos muy difícil poder avanzar”, cerró Lucas Bilbao.

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