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Libertad a Diego Chávez, un grito que se hizo realidad

Escrito por el junio 25, 2019


Luego de 3 años y 7 meses de estar preso, sin condena, sin pruebas en su contra y esperando por un juicio justo, Diego Chavez recuperó su libertad este lunes cerca de las 16. El juicio que estaba previsto para realizarse a lo largo de tres jornadas, término a las dos horas de comenzado, cuando otro joven deslindó de responsabilidades a Chávez. Aquí la crónica de una jornada muy esperada. (Por Lorenzo Dibiase, Julian Bouvier y Pedro Tato para La Retaguardia)

Foto: Fabiola Aguirre, la mamá de Diego Chávez, de espaldas, en el micro que transportó a la gente que fue a bancar a los tribunales de Mercedes. (Gentileza: Changuito Cañero)

—Ya está, lo largan hoy.

La emoción fue grande cuando un amigo de Diego, que había entrado a dar testimonio, salió del recinto del Tribunal N°3 de Mercedes y dijo las palabras más esperadas. Atrás, Fabiola Aguirre, la incansable mamá de Diego Chávez, salió llorando de alegría, con una sonrisa que, quienes la conocemos, nunca habíamos visto. Esa sonrisa que tanto anhelabamos conocer, la de una mujer que tiene mucha facilidad para hacer reír a los demás.
Las primeras palabras de Walter Gamarra, uno de los jóvenes imputados por el crimen del oficial José Fernandez, fueron “Diego Chavez no tiene nada que ver”. La palabra de él fue clave, ya que fue uno de los autores del hecho y más tarde fue condenado a 15 años de prisión por homicidio en ocasión de robo. Quienes dieron testimonio fueron rápidamente interrogados por la defensa, sin intervenciones de la fiscalía. Luego de escuchar a varias de esas voces, el fiscal Guillermo Lennard dijo que no hacía falta escuchar a las personas que restaba atestiguar. Definió que no había pruebas en contra de Diego Chávez, nada que lo incriminara, y retiró la acusación. La justicia determinó la libertad de Diego, ante la presión y la fuerza de las muchas personas que se acercaron a reclamar justicia. Penosamente, esta situación que se podría haber solucionado en pocas horas, fue un sufrimiento de varios años para toda una familia.
Afuera, Fabiola nos abrazó a todas y a todos. Salió para comunicarlo y la explosión de gritos fue protagonista de la tranquila y lloviznosa tarde mercedina. Mientras bajábamos desde el primer piso, escuchamos a un policía del tribunal que le decía a otro: “¡qué bárbaro este abogado!, hace un mes sacó a la otra chica, ahora a este pibe”, refiriéndose a Alejandro Bois y a la libertad de Yanina Farías, primero, y la de Diego ahora.

De allí, a la puerta de tribunales, donde había un micrófono abierto para Fabiola, que comunicó la noticia, agradeciendo, compartiendo su alegría. De allí a la otra esquina, porque “puede salir por ahí”. De allí a que ya lo trasladaron, que lo sacaron por otra puerta. Quienes llegamos cuando Diego ya estaba en tribunales, no lo vimos en ningún momento, como si la justicia y la policía lo escondieran para que no sintiera la fuerza que le hacía el aguante. Varias madres que fueron victimas de causas armadas contra sus hijos, cuentan experiencias similares. Los penitenciarios, los policías y hasta algunos  fiscales y jueces, quieren que los chicos sufren el aislamiento hasta último momento. Te lo devuelven cuando quieren, como si fuera un juguete usado. Como si no lo merecieras, porque “sos una negra villera”, como le ha dicho una penitenciaria hoy a una madre.

Luego de muchas horas de pasear por Mercedes y después de una larga espera en la puerta del penal, a las 4:15 de la tarde, Diego sale, otra vez, de otra puerta lateral, desde la esquina, a paso lento, y con su característica templanza, para encontrarse con esos abrazos de quienes, con paso acelerado y poca paciencia, lo esperábamos para celebrar su libertad.

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