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La Poderosa, entre el frío del Estado y el calor de la autogestión

Escrito por el julio 10, 2021


Nelson Santacruz integrante de La Garganta Poderosa pasó por el programa radial La Retaguardia. Vive en la porteña Villa 21-24. La Poderosa lanzó una campaña que busca obtener recursos para pasar el invierno y paliar el frío que sufren los vecinos y vecinas ante un Estado que no responde a sus demandas. Sobre sus problemáticas estructurales agregó: “los incendios, los cables quemados, las muertes, son escenarios comunes en nuestros inviernos en los barrios populares y más allá de la Capital Federal”.  Y definió que “los likes en las redes no llenan nuestras ollas”. (Por La Retaguardia)

🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Pedro Ramírez Otero

✍️ Redacción: Gabriela Suárez López

💻 Edición: Fernando Tebele

 

—La Poderosa lanzó una campaña que se llama #ContagiáCalor para poder llevar estufas y caloventores a las asambleas y a los comedores y seguramente mucho más allá. Venimos hablando cotidianamente en cada invierno de la situación, de cómo se sufren el frío las personas que están en situación de calle con lo que, de alguna manera, damos por sobreentendido que todas las personas que vivimos bajo techo no tienen problemas para pasar el invierno. Entonces, La Poderosa lanzó una campaña de esas campañas poderosas de alto impacto que se llama #ContagiáCalor. 
—Nosotros tenemos muchas problemáticas históricas, estructurales, que obviamente con la pandemia se vinieron a potenciar, pero ese #ContagiáCalor que creamos desde nuestras asambleas justamente no lo hacemos circular en las redes sociales porque nos dé gusto, sino porque realmente estamos en una situación crítica donde nosotros decimos que cada invierno o cada vez que el frío se potencia estamos en temporadas de incendios en nuestros barrios populares. Particularmente barrios que están en situaciones más críticas como puede ser el Barrio Fátima donde la semana pasada se prendieron fuego seis postes de luz, y ese tipo de cosas son realmente situaciones muy cotidianas en la Villa 31, que para fines de 2019 dijeron que iban a instalar 33 cámaras transformadoras y aproximadamente 24 mil metros lineales de baja tensión, cosas que no fueron cumplidas por el Gobierno de la Ciudad, y no es de ahora. Yo también te hablo de mi barrio, la villa 21-24 donde en sí hace 10 años la Justicia declaró a mi barrio como en emergencia eléctrica y multó de hecho a Horacio Rodríguez Larreta para que se hiciera cargo de eso y no se hizo cargo. De hecho, los incendios, los cables quemados, las muertes, son escenarios comunes en nuestros inviernos en los barrios populares y más allá de la Capital Federal. Acá donde vivo yo, en la última semana, hubo aproximadamente treinta y ocho cortes de luz y así los vecinos no pueden refrigerar medicación, alimentos que se pudren en los espacios populares y comunes de los merenderos. O  calefaccionar, algo tan necesario en este contexto donde sentimos que el frío está mucho más punzante. También tenemos problemas con el agua. Porque en muchos de nuestros barrios donde hay situaciones de hacinamiento, donde en una habitación de 4×4 viven alrededor de 10 personas, tienen que tener agua, aparatos eléctricos, y son cosas que nosotros sentimos y vemos todos los días y cuando no hay luz te quedás también sin agua, sin medicación, sin alimentos, también te quedás sin la posibilidad de calefaccionar. Entonces, estamos en una situación compleja y es por eso que nació esta campaña de #ContagiáCalor que pretende con la solidaridad de la gente, los oyentes que están en este momento escuchándonos juntar todo lo posible para llegar a 40 mil frazadas y 200 garrafas de 10 kilos, estufas o caloventores más o menos para 75 familias. Estoy hablando a  nivel país, grupos electrógenos y 10000 litros de nafta como para poder también acompañar con estos grupos electrógenos a los espacios comunitarios que sufren más los cortes reiterados de electricidad. Y también algo que muchas veces parece ajeno, la leña que está muy cara. Por ejemplo a medida que uno va al sur donde tenemos asambleas como la  de Río Gallegos, la interbarrial de Ushuaia, en esos lugares van mechando la compra de garrafas con la compra de leña que cuesta también muy cara, entonces la campaña apunta a eso, a empatizar, a decir que el invierno nos está afectando de esa manera en los barrios populares.
—Hablábamos hace muy poco tiempo sobre que el Estado tendría que haber previsto acceso a conectividad en todo el tiempo de pandemia para que se pueda acceder a la Internet. En este caso, el Estado también podría haber previsto esta situación…
—Sí, tal cual. La verdad es que es un poco agotador, desgastante hoy en día un congelamiento siento… hay un congelamiento insensible de parte del Estado en políticas públicas concretas y estructurales, digo de cosas estructurales para con las villas y los barrios populares. Y hay una costumbre histórica, fría, que solo la podemos traducir para mí en dos cosas, dos acciones dentro de los barrios populares. Yo viviendo acá lo puedo identificar. Por un lado, la triste naturalización de un Estado ausente, es decir, eso sucede… Y por otro, tomar la batuta, como hacemos millones de compañeros y compañeras, millones de empobrecidos y empobrecidas. Salir a la cancha para comunicar lo que nos pasa y resolver autogestivamente lo que deberían resolver los gobiernos como eso que mencionabas sobre lo que hicimos con la campaña #ContagiáConectividad, que fue también una campaña que lanzamos como el #ContagiáCalor, apelando a la solidaridad de la gente, así como lo hicimos con el #ContagiáSolidaridad que fue del año pasado y recaudamos muchas donaciones para poder suplir lo que desde el Estado no estaban garantizando, que es llenar la olla básicamente. Y en esto me voy a detener porque me parece importante que ustedes sepan, también todas las personas que están escuchando, que pese a la colección de reuniones que hemos tenido con el Ministerio de Desarrollo no pudimos resolver las 670 toneladas que nos deben de alimentos desde octubre. Estamos hablando de muchos meses. Es decir, muchos meses donde tocamos las puertas y las ventanas que el Ministro Arroyo nos abrió con programas alimenticios poco serios. A todo esto le sumamos toda esta situación de sentir el frío desde lo que sucede en los barrios, pero también el frío de estas políticas. Desde Desarrollo nos bajaron en 2019 unas 3100 raciones de meriendas para todas las asambleas de nuestro país. Muchas asambleas.., 3100 meriendas y ya pasaron dos años y una pandemia mundial y solo nos ofrecen un aumento de 1100 raciones hoy, cuando nuestros merenderos ya están demandando 16 mil raciones. Entonces, ¿Cómo explican el speech que circula por todos lados de la política inclusiva? Son un montón de cosas, es difícil traducir a veces en pocas palabras, pero la bronca, el cansancio, el desgaste, la impotencia de ya no saber que mierda hacer porque encima estamos haciendo algo que no nos corresponde en teoría a nosotros: resolver el hambre. Es decir, votamos para que se resuelva. Es algo que venimos haciendo de manera histórica. Muy lindo, muy lindas todas esas fotos que quieran sacarse con los villeros y las villeras, pero los likes sabemos todos muy bien los que estamos en los barrios que no llenan las ollas. Entonces, necesitamos una respuesta seria a las demandas planificadas y detalladas que nosotros como La Poderosa le entregamos todo el tiempo a los organismos del Estado. En este caso, con el tema del invierno, con todas las necesidades que estamos viviendo en nuestros barrios, lo hacemos con el #ContagiáCalor que lo estamos haciendo nosotros a pulmón con convicción y apelando a la solidaridad de los ciudadanos de a pie, para que podamos abrigarnos, tener frazadas. Ese es el límite. A veces, necesitamos cosas tan terribles que a uno ya no le cabe en la cabeza. Pero insisto, los likes no llenan nuestras ollas. Entonces, estamos hablando que como organización, nosotros, nosotras, con nuestras compañeras principalmente que cocinan 40 mil raciones por día. Estoy hablando solamente de una organización, imagínense: cocinamos 40 mil raciones por día de los cuales 16 mil están destinadas a menores de edad. Lo que suplimos con nuestra labor es más que las gotas que caen desde el Estado. Y a la vez es tan poco serio cuando lo comparás con un país que es potencia en producción de alimentos en el mundo que nos ofrezcan 1100 raciones en dos años en medio de una pandemia.
—Son de las pocas organizaciones sociales que no están ocupando cargos. Pero fueron a un montón de reuniones con el presidente, con ministros, con segundas líneas, con terceras líneas y está este panorama que acabas de contar. ¿Qué pasa cuando van a las asambleas? ¿Qué es lo que circula por allí? ¿Hay presión para decir: “bueno, hagamos otra cosa si no nos dan bola”? 
 
—La verdad que yo me imagino un poco lo que pasa en mi asamblea y lo traduzco al resto de las asambleas que están en el resto del país. En todas las puntas donde me imagino a mis compañeros con la misma bronca y la misma indignación, porque también lo que pasa es que muchas veces es muy difícil traducir que te están cagando todo el tiempo hace muchos meses y que tenemos que ver la manera estratégica de cuidarnos entre nosotras y entre nosotros en este contexto de pandemia, porque también darles de comer a los medios de comunicación, de ir y cortar una calle, porque ahí los villeros y las villeras estamos tildados de corte, de piqueteros, piqueteras y todas esas cosas. Entonces cuando uno baja a tierra trata de concretar esto, los números que te acabo de dar. La bronca es encontrarse con dos posibles puestas en las asambleas que podrían resumir la pregunta que me estás haciendo. Primero, la bronca por supuesto, porque nosotros somos trabajadores y trabajadoras en los barrios populares, en los espacios alimentarios, en los espacios de salud, en los espacios de género que las compañeras trabajan muchísimo para contener a las vecinas en situación de violencia de género, en los espacios educativos donde hacemos acompañamiento constante a los pibes y pibas en todos los niveles, universitarios, bachilleratos, secundarios, primarios y todo lo que te imagines. Entonces, realmente uno trata de mantener su cabeza en alto y cuando recibe este tipo de cachetadas constantes es realmente muy triste. Porque uno no encuentra palabras para agarrar a la vecina que está desde las 8 de la mañana los sábados y domingos cortando un pollo congelado, congeladísimo, cagándose de frío con la mano roja para hacer un guiso de pollo y de fideos, que ya son fideos donados que ni siquiera son lo que el Estado nos prometió desde octubre. Entonces, uno ve eso, y yo no veo solamente una compañera militante que se rompe el lomo de manera gratuita, porque también prometieron los salarios para las cocineras comunitarias. Además de una militante que se compromete con el hambre del barrio, uno ve también a una tía, una hermana, una mamá, una hija que hace todo lo posible para salir adelante, pero también para predicar eso que nosotros siempre decimos que es lo colectivo por sobre lo individual. Eso como una posible respuesta, por un lado la indignación y por otro lado, las mismas compañeras te dicen: “dale compa, dale que lo solucionamos, vamos que le pedimos al carnicero, vamos y le pedimos al verdulero para llenar la olla”, o vamos al monte y buscamos leña para calefaccionar no solamente nuestra casa sino para poder hacer una olla popular y darle un mate cocido allá en La Falda profunda a los vecinos y las vecinas que están realmente abandonados hace muchísimo tiempo por los gobiernos. Entonces me parece que por un lado puede haber mucha bronca, pero también muy decididos a no parar hasta que nos den respuestas porque nosotros, como bien dijiste, no entramos en el aparataje político porque somos una organización apartidaria que decidimos no entrar en eso porque nosotros entendemos que nuestros ministerios, nuestra política, nuestra forma de desarrollarnos como vecinos y vecinas capaces y también sujetos políticos, está en el barrio, no está por ahí, en lugares con mármoles lustrados.
La indignación y la esperanza se mezclan en los pasillos de las villas en las que la población se organiza. Y la rabia que brota desde la Nelson Santacruz, integrante de La Garganta Poderosa, que vive en la Villa 21-24, estudió periodismo en la Universidad Nacional de Avellaneda, es comunicador popular,  se enciende con esas dos chispas, la indignación y la esperanza. Para hacer un aporte, el alias de la cuenta de La Poderosa es moto.poderosa La pretensión es muy grande, es bien a La Poderosa: 40 mil frazadas que salen 40 millones de pesos; estufas a gas, estufas halógenas, caloventores para 7400 familias que salen más de 55 millones de pesos; 222 garrafas de 10 kilos y leña para la Patagonia que salen casi 12 millones de pesos y 74 grupos electrógenos para espacios comunitarios con 10 mil litros de nafta para el uso durante el invierno, son casi 10 millones de pesos. La campaña pretende recaudar casi 117 millones. Si pensás que para el Estado es un vuelto, tenés razón; si pensás que con 200 o 300 pesos no podés colaborar, te equivocás. Cuando el Estado se desentiende, la autogestión y la solidaridad se convierten en el único camino.
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