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Fundación Equidad: convertir pasivo ambiental en activo social

Escrito por el febrero 17, 2014


Taller de la Fundación Equidad

(Por La Retaguardia) ¿Cuántas veces te preguntaste qué hacer con las computadoras que ya no utilizás? ¿Cuántos aparatos electrónicos tenés arrumbados en algún lugar solo porque sabés que no se pueden arrojar con la basura diaria? Algunas de estas preguntas tienen respuestas positivas en el trabajo de la Fundación Equidad. Juan Faieraizen, director del área de talleres, quien nos detalló las acciones de esta Ong.

“La Fundación opera hace varios años, desde el 2002 reciclamos computadores frente a la crisis que existió en esa época a nivel económica. La brecha digital se empezó a abrir y a partir de ese momento los directivos de la fundación empezaron a buscar alternativas para achicarla.
Básicamente, lo que hacemos es transformar un pasivo ambiental en un activo social a través de un proceso de reciclado. Las empresas, los particulares nos donan el material, no importa que funcione o no. Este material pasa por una especie de tamiz —lo llamamos triage—, en donde definimos una línea de base, que es Pentium 4. A partir de ahí, todo lo que podemos ensamblar por encima de Pentium 4 lo ensamblamos y todo lo que está por debajo de esa línea le damos una disposición final responsable. Estas máquinas que no se pueden procesar tampoco van al SEAMSE.

En nuestra radio, por citar solo un caso, de las tres computadoras que funcionan, dos fueron donadas por la Fundación Equidad.

—La Retaguardia: Las dos computadoras que tenemos nosotros las donó alguien porque no las usaban, porque no andaban más y no sabían dónde tirarlas, y se enteró de que existía la fundación. Entregó esas computadoras, ustedes las reciclaron y no las dieron a nosotros ¿Sería así el proceso?

—JF: A partir de 2007 el proceso se modificó nuevamente, porque antes era 100% artesanal: entraba una computadora, un técnico le buscaba el problema e intentaba repararla. Después, con el volumen de donaciones, empezamos a hacer un proceso industrial, donde la idea sería remanufacturar equipos. Reciclamos partes y con ellas remanufacturamos equipos con un estándar determinado. Esto sería el proceso actual, que se fue modificando. Hoy tenemos controles de calidad, tenemos menos del 2% de devolución de los equipos. Estamos muy contentos con el proceso.
Pero, sobre todo, esto de transformar un pasivo ambiental, algo que no le sirve a alguien en su trabajo porque quedó obsoleto o porque cumplió su vida útil por funcionalidad o porque no anda más, a este material nosotros lo transformamos en un activo social. Estamos enfocados no en la parte ambiental, sino en achicar la brecha digital y ponemos las computadoras en lugares donde no hay posibilidades de conseguirlas.

—LR: ¿Quiénes reciben las donaciones?

—JF: Los beneficiaros se pueden dividir por grupo etario o por problemática o distintas situaciones sociales. Básicamente, si querés dividir por grupo etario, atendemos a casi todos: niños, jóvenes, tercera edad. Si lo querés ver por problemática, donamos en comedores barriales, cárceles, jardines maternales, hogares.
En este momento estamos donando a entre 20 y 25 instituciones, y unas 300 máquinas por mes.

—LR: Son lo que antes eran en muchos sentidos los espacios de alfabetización, de alguna manera. La brecha digital se fue agrandando, y uno supone hoy que quien no tiene acceso a una computadora, aunque sepa leer y escribir, está retrasado educativamente respecto a los que sí la tienen.

—JF: La educación cambió. El Estado hoy se ocupa, en algún punto, de proveer equipos a escuelas, a jóvenes, con planes como Conectar Igualdad. Pero nos tuvimos que correr. En un primer momento, nosotros proveíamos a escuelas, y después cuando este espacio lo empezó a cubrir muy bien el Estado, nosotros empezamos a ir más abajo, por llamarlo de alguna manera, lugares que quizás no tenían educación formal y necesitaban sí un equipo.
Cuando hablabas un poco de la historia de la radio, me hace acordar a organizaciones como otras radios, que también vinieron a solicitar equipos, que en general son radios barriales que surgen en lugares en donde dan cursos de radio, pero son cursos no formales.
Es un placer para nosotros poder proveer estos equipos y que la gente se pueda capacitar, pueda comunicar lo que es la problemática del lugar mismo.

—LR: ¿Cómo se sostiene la fundación? 

—JF: No somos tantos. Trabajamos con planes. Dentro del taller, trabajamos con chicos que están en situación de escuela, con una problemática particular: son chicos de un programa que se llama Reconstruyendo Lazos, que trabajan cuatro días por semana. En realidad, no trabajan, sino que es una capacitación socio-educativa, en donde se van preparando para el futuro, para poder integrarse al mercado laboral el día que terminen la escuela.
Si hablamos de recursos económicos, hay financiamiento público y privado. Pero en general trabajamos con servicios. Brindamos servicios educativos, por ejemplo, y a través de esos servicios conseguimos recursos económicos. En otros casos, con empresas privadas también reciclamos máquinas y las donamos en forma conjunta. La variedad de trabajos que hacemos para conseguir recursos o financiamientos son a medida. En algunos casos, trabajamos con la parte de responsabilidad social de las empresas. Todo va mutando a medida que la necesidad va cambiando también.

—LR: Hablabas de pasivo ambiental para referirte a las computadoras en desuso. Muchas veces pasa que la gente tiene computadoras que ya no usa y no sabe qué hacer con ellas. Si bien no nos han educado desde el Estado para esto, más o menos, quien maneja cierta información sabe que los deshechos que tienen que ver con la computación no deben tirarse como la basura normal. Ese también es un punto en el que ustedes aportan.

—JF: Esto que estás diciendo es un tema muy interesante. La basura uno supone que no resiste ningún proceso. Y cuando uno piensa en reciclar o piensa que con lo que a uno no le sirve más puede servirle a otra persona —en una parte o en un todo—, es una manera de ayudar a otro. Y es mucho más que un pasivo ambiental o esa transformación del pasivo ambiental.
La humanidad, con la mentalidad antigua, va hacia un desfiladero, en donde no hay retorno, con la creencia de que los recursos de la Tierra son eternos. Nos estamos dando cuenta de que eso terminó.

—LR: Cuando uno piensa de esa manera, deja de ser basura para convertirse en materia que va a pasar a ser otra cosa.

—JF: Exactamente. Lo más interesante es que construir una plaqueta o un disco le costó muchísimo al planeta a nivel minería, de extracción, de movimiento, de camiones. Poder darle una reutilización por su funcionalidad y no por sus constituyentes tiene un valor en sí mismo. Si, aparte, pensamos que esa reutilización va a estar en manos de gente que no tendría acceso a la tecnología, todo se empieza a potenciar positivamente.

—LR: Nosotros empezamos con nuestro ejemplo en particular para que la gente entienda en concreto sobre el laburo que hacen en la Fundación ¿Recordás a la gente a la que le hayan podido aportar computadoras para achicar la brecha digital?

—JF: Por ejemplo, el Comedor Grillitos, en la villa 1-11-14. El Penal N° 48, de José León Suárez. La cantidad es muy grande, el listado está en la página de internet.
Pero me parece que lo más importante, más allá de los nombres, es la cantidad de gente que se ve beneficiada con estas máquinas y la problemática por la cual transitan estas personas.
Por ejemplo, el Comedor Grillitos es un comedor barrial en donde hacen distintas actividades. A partir de que las computadoras llegaron, empezó a funcionar como lugar de capacitación no formal, para apoyo escolar. Se empezó a llegar a otras ONG, donde empezaron a dar una capacitación más formal.
Otra cosa interesante fue que los chicos que estaban en los pasillos o en los alrededores, que perdían el tiempo, empezaron a usar estas máquinas en su tiempo ocioso. Una pequeña sociedad alrededor de este punto empezó a verse beneficiada en muchísimas formas.
Más allá de hablar de los factores, es interesante cómo cambia una sociedad a partir del acceso a la tecnología y, principalmente, a la información.

—LR: De hecho, nosotros nos ponemos como ejemplo de beneficiarios directos. Pero hace un par de semanas las chicas de AMMAR, que están haciendo un taller de radio, vinieron aquí y grabaron unos spots. Son cosas que si nosotros hubiéramos tenido esa única computadora que pudimos comprar, no hubieran podido grabar, porque habría que haber sacado la radio del aire. Los beneficiarios indirectos son muchos más que los que uno puede decir cuando nombra a alguien.

—JF: Lo más importante es entender cómo funciona la cadena de valor compartido, desde el que dona, el que transporta, el que nos hace llegar las computadoras a la Fundación, los que trabajamos en el proceso de reciclado, los chicos que recorren los territorios buscando y viendo las problemáticas para ver, con la producción que tenemos, cómo beneficiar a la mayor cantidad de gente posible.
Esta cadena de valor, una vez que la máquina empieza a funcionar en el lugar, se comienza a retroalimentar todo esto que ocurrió, las empresas también quieren saber adónde fueron las máquinas. De alguna manera, todos, y a través de este tipo de entrevistas, empezamos a alimentar esta cadena. Vos me comentás una problemática que quizás nunca abordamos, es super importante. Cada vez que aparece una problemática diferente, queremos apoyar con lo que tenemos.

—LR: ¿Cómo pueden hacerse las donaciones?

—JF: Si son usuarios particulares, está Esther, esther@equidad.org, que recibe todas las consultas vía mail. Ella puede despejar cualquier duda, informar horarios en que se recibe el material. Y en el caso de empresas está Ezequiel, ezequiel@equidad.org. Esto en cuanto a la entrega de material. En cuanto a la solicitud de donaciones, hay un formulario muy sencillo de llenar. Básicamente, tiene que ver con los datos de la entidad, el proyecto, el destino que van a tener las máquinas, la población que se va a beneficiar. A partir de ahí se evalúa el proyecto. Dependiendo de estos datos, entra antes o después.

—LR: Las ONG, las organizaciones sin fines de lucro en cualquiera de sus formatos, en general, han suplido las falencias o ausencias del Estado, pero también muchas veces articulan con él ¿Es este el caso de ustedes?

—JF: Sí, en el caso de la escuela de la Fundación Equidad, que tenemos unos 600 alumnos por cuatrimestre, damos cursos de Operador de PC, en algunos casos, y en otros, de Reparador de PC. Trabajamos con algunos planes del Estado, pero también damos cursos propios. En general, los cursos arrancan como una necesidad interna del taller. En este momento necesitamos reparar monitores LCD. Entonces, la escuela arma un curso de Técnicos en reparación de LCD, y a partir de ahí empiezan a pasar muchas cosas con las empresas, con el Estado. A partir de una necesidad puntual que tiene que ver con la tecnología, se arma el curso.

Está claro que estas organizaciones surgieron en algún momento en el que el Estado estaba ausente de determinadas cuestiones sociales. Y cuando el Estado va reparando esas falencias es interesante que reconozca a estas organizaciones como actores sociales con los que puede articular para llegar más rápido y de manera más eficiente al actor social al que quiere llegar. El otro camino, el del Estado como camino directo, puede resultar ciertamente burocrático.

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