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El drama de los refugiados envueltos en gestos solidarios

Escrito por el febrero 18, 2016


Lesbos, una isla griega cercana a la costa turca, recibe millones de refugiados cada año. Provienen de una decena de países: Siria, Irak, Irán, Afganistán, Pakistan, Arabia Saudita, entre otros. Sólo dos grupos ofrecen ayuda humanitaria voluntaria en la zona y no hay ninguna clase de presencia ni apoyo institucional. Alicia Armesto Núñez trabaja en Lesbos y forma parte del proyecto Refugee Care de asistencia a los migrantes para que puedan, luego de ser recibidos y hospedados por una o dos noches, registrarse debidamente y permanecer en el país. Núñez conversó con Luis Angió en Otras Voces, Otras Propuestas, el martes por Radio La Retaguardia, y le contó todos los detalles del trabajo realizado. (Por La Retaguardia)

—Otras Voces Otras Propuestas: ¿Cómo comenzó su activismo en la zona de Lesbos?

—Alicia Armesto Nuñez: Nosotros llegamos a Lesbos tras estar en Hungría, estuvimos cuando cerraron la valla. Viendo en qué condiciones llegaban, cómo estaban, quisimos ir un poco al principio de todo, a cuándo llegan a Europa y decidimos ir a Lesbos. Una vez vista la situación es cuando decidimos crear Refugee Care, empezar a dejar las cámaras y trabajar allí como voluntarios. En Lesbos estamos en la parte norte, donde trabajamos, en Skala Sikamineas. Ahí no hay ninguna presencia institucional de ningún tipo. Ni para bien ni para mal, no la hay, está desaparecida. No hay nadie. Están los de Proactiva, socorristas españoles que se fueron para allí en septiembre. Ellos tenían ahorrado un dinero, cuando se les acabó, las mismas organizaciones de allí recaudaron más dinero para que se pudieran quedar, porque están salvando vidas. Ahora tienen donaciones suficientes como para estar allí aguantando constantemente. Pero presencia institucional no hay ninguna, son todos voluntarios.

—OVOP: ¿Qué origen, nacionalidad y sector social, tienen los refugiados?

—AA: Vienen muchos sirios. La composición social de los sirios es media-alta. Te cuentan que tenían sus casas, sus coches, vienen con sus hijos con una carrera; viene gente que querría hacer un máster en un país europeo. Están llegando muchos afganos. Su nivel social y académico es mucho menor, porque llevan treinta años de guerras. Es un nivel mucho más bajo, pero no de lo más bajo, puesto que tienen dinero para pagar todas las extorsiones que les hacen durante el viaje, que son muchas. Se ha corrido el boca a boca, así que no solo huye gente de la guerra, sino que huyen de la miseria, de la pobreza, entonces, está llegando gente de Pakistán, Irán, Iraq, Arabia Saudí, hasta han llegado de República Dominicana, Marruecos. Todo el mundo pobre está huyendo hacia algo mejor. La palabra “refugiados” a mí me da rabia, porque, primero, no les estamos dando ningún refugio, con lo cual es mentira. Limita, porque refugiado también es el que huye del hambre, no solo tienes que huir de una guerra. Huyen del hambre, de enfermedades, de campos insalubres donde llevan años encerrados.

—OVOP: ¿Quién los lleva a Lesbos? 

—AA: Hay que tener en cuenta dos cosas. Cuando llegan a Turquía, caen directamente en manos de mafias. Cuando llegan a la costa para coger las barcazas —estas son cosas que hemos ido preguntando, y todos coinciden en la misma versión, con lo cual damos por hecho que es buena, no hay contradicciones— en estos días en que la policía está vigilando la costa y no los dejan pasar, los tienen encerrados en habitaciones los días que dure la vigilancia —tres, cuatro, cinco días sin comer, sin beber—. Están presos hasta que puedan salir en una barca. Cuando llegan a las barcas, les aseguran que van a ir quince, veinte personas, que llevan un capitán; es mentira, meten a setenta, no hay capitán y la acción que les dan allí son unos señores con (fusiles) Kalashnikov que les dicen: “O te subes a la barca o te damos un tiro”. Las condiciones en las que llegan son lamentables. En enero ha llegado gente con la cabeza abierta, les pegan para que se suban, con hipotermia; de estar tres o cuatro días encerrados, a los niños les olía hasta el pelo a pis. Las condiciones son infrahumanas.

—OVOP: ¿Cómo continúan su trayecto para registrarse y permanecer en el país? 

—AA: Al pie de la playa hay dos campamentos, nosotros trabajamos con uno de ellos. Es curioso —en Hungría también nos pasó—, los que mejor funcionan son los anarquistas. En Hungría habían montado un campamento y eran los únicos que les daban comida caliente cuando cruzaban la valla. Estaban veinticuatro horas al día haciendo comida caliente para que esa gente pudiera comer. En Lesbos han montado un campamento donde hay tiendas para que tanto a adultos como a pequeños se los pueda cambiar, se les pone ropa caliente, se les da comida caliente. De allí, ellos mismos y nosotros los subimos a los coches al primer campamento, que está a 10, 12 kilómetros, el de Médicos Sin Fronteras. Y desde allí se los manda al campo de Moria, donde se les toman las huellas. Una vez que están registrados, se supone que pueden ir a Atenas, pero el problema es que de Atenas pueden salir los sirios, el resto de las nacionalidades están en tierra de nadie, no tienen dónde ir.

—OVOP: Entonces, allí comienza a intervenir el Estado.

—AA: Sí. En los campos de registros, que los lleva ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados). ACNUR está haciendo un mero trabajo administrativo. La ayuda de alimentación, etcétera, etcétera, del campo de Moria la dan voluntarios. Los que pueden, se van a otro país, Grecia es simplemente un paso. Los que no pueden y tienen que estar allí una temporada hasta que puedan hacerse pasaportes falsos —hay una red de trabajo en negro alrededor de ellos—, hay varios edificios ocupados por anarquistas donde se está atendiendo a esa gente que no puede salir inmediatamente. De hecho, hay fotos que los que no caben en los edificios están durmiendo en las plazas de Atenas. A nivel institucional no hay nada, es gente que ha ocupado edificios y se dedica a poderlos atender y consiguen salir de forma ilegal. La explicación institucional no la sé. La explicación que nos damos todos es que es muy fácil recibir a gente formada, preparada, con cultura, a la que puedes esclavizar. Ahí hay refugiados de primera y refugiados de segunda. Casi todos los sirios tienen un nivel cultural medio-alto. Entonces, es muy fácil; explotas a trabajadores baratos con un nivel cultural alto, y los otros no interesan porque es gente que sale de países muy pobres con un nivel cultural que no pueden tenerlo más alto porque es imposible.

—OVOP: Estimativamente, ¿cuántos refugiados reciben?

—AA: Millones. En septiembre, octubre estaban llegando sesenta barcas por día con sesenta personas, calcula… La segunda vez que estuvimos llegaban menos, entre diez y veinte barcas. Cuando llegan pocos, son mil y pico diarios.

—OVOP: ¿Qué se llevan de sus lugares de origen, además de lo puesto?

—AA: Llevan dinero. Incluso, hay afganos que deben estar ahorrando años. Para cruzar de Turquía a Grecia, cuesta 2000 euros en un día bueno; si se los rebajan, 800, 1000 por persona. Van familias, así que calcula. Los sirios en general hablan bien el inglés.

—OVOP: Seguramente, por cuestiones económicas, hay familias que llegan de manera fragmentada.

—AA: Pasa mucho. De hecho, hemos estado con un hombre que llegaba con un bebé de un año; la mujer había salido primero hacía unos meses y había ahorrado para que llegara él con el bebé. O toda una familia ahorra para que uno solo pueda ir. Muchos otros se quedan una temporada en Turquía mendigando o haciendo algún tipo de trabajo hasta que consiguen el dinero para poder pasar.

—OVOP: ¿Cómo son tratados en Turquía?

—AA: Nosotros estuvimos varios días en Estambul y la gente nos decía que allí había como un millón de ellos mendigando, en trabajos precarios, etcétera, pero los tratan muy bien. No sé si es por el ser árabe, pero no hemos visto en todo el tiempo que estuvimos que se los tratara mal. Por ejemplo, si niños entraban en un bar, les daban algo de comer, los echaban amablemente. Los tratan bien.

—OVOP: ¿En Grecia es diferente?

—AA: Con el ateniense medio estuvo gente de nuestro grupo, yo no. La idea que nos dieron es como en España, a la mayoría no les afecta. Hay bastante gente implicada y a otros que no les gusta. Pero la mayoría del pueblo no tiene problemas con ellos.

: Aún en el contexto de crisis del país.

—AA: Sí, les viene grande. En Lesbos pasa igual. Lesbos es una isla que no tiene muchos habitantes y se ve sobrepasada totalmente. Ya te digo, para bien o para mal, hay gente que no hace caso de ellos, pero hay muchísima gente en bares, en tiendas que si falta algo y vas a comprarlo y saben que es para los refugiados, te rebajan, te regalan, te dan comida. El pueblo en general, por muy mal que esté, es solidario con este problema, porque saben de qué huyen. Los que no están siendo solidarios son los Gobiernos.

—OVOP: ¿Ustedes continuarán con la asistencia por tiempo indeterminado?

—AA: Nosotros ahora volvemos. Ojalá no tuviéramos que volver. Yo espero que esto se acabe, pero no le veo visos de eso pase. Lo que más rápida da es que no deja de ser un problema administrativo. Si en países donde la gente está en guerra, donde la gente está huyendo las propias embajadas les pudieran dar su visado tranquilamente para que una vez que salgan ellos ya puedan tomar su avión, estaríamos salvando vidas. Pero si, al final, los vamos a admitir en un país, se supone que vamos a admitir a trescientos mil en toda Europa, ¿por qué los haces jugarse la vida en el mar o en la nieve? La propia embajada de España en esos países podría darles un visado, que se busquen la vida para salir del país, pero una vez fuera, que tengan seguridad durante el viaje. Es un genocidio, los estamos matando, pero con las manos limpias. Los mata el aire, el frío, el agua; nosotros no. En el fondo, Europa está cometiendo un pecado gigantesco que pagará de alguna forma.

—OVOP: ¿Cuántos mueren sin llegar a Lesbos?

—AA: Llevamos doscientos y pico en lo que va de enero solo en el mar Egeo que han fallecido.

—OVOP: ¿Recordás cómo fueron sus inicios? ¿Qué los movilizó?

—AA: Surgió cuando volvimos de Lesbos porque vimos que hacía falta una ayuda urgente allí y era una ayuda que nosotros podíamos dar. Dentro de mi trabajo como videoreportera llevo años siguiendo el activismo social, que es en lo que nos basamos especialmente, contactamos con activistas y les propusimos la idea. Empezamos siete personas el proyecto. Se está recaudando dinero, la gente se está portando muy bien. La idea es que ahora vayamos siete, ocho personas y costearle a la gente que no pueda —porque hay mucha gente que tiene muchas ganas de ayudar, pero desgraciadamente está en paro—el alojamiento, la comida, para poder llevar a un grupo más o menos nutrido de gente que pueda estar ayudando y que no se arruine. De momento, es a nivel nacional. Ya veremos cómo va evolucionando, porque no llevamos ni dos meses funcionando.

—OVOP: Su activismo es esencial.

—AA: Es el pueblo que salva al pueblo.

—OVOP: ¿El gobierno griego, a pesar de su sesgo progesista, no colabora?

—AA: No les dan nada. En estos últimos días nos han llegado noticias de que se nos va a criminalizar a los que vayamos a ayudar. Se ha prohibido darles comida por temas de salubridad, con lo cual, en los campamentos donde se estaba haciendo comida, se ha dejado de hacer, exceptuando a los anarquistas, que hacen lo que quieren. Ahora, a los que se los van a acusar de tráficos de personas, etcétera, es a los voluntarios.

—OVOP: ¿Son decisiones que toma el gobierno de Tsipras?

—AA: Obligado por el resto de los Gobiernos de Europa.

—OVOP: Otro punto más en el que no respetaron sus propuestas. Quienes estábamos allí veíamos un proceso inédito. 

—AA: Y los que no estuvimos también. Teníamos esperanza. Es lo que no fue. Esperemos que algún día seamos capaces de que sea.

—OVOP: Aquí los medios comerciales sesgan la información.

—AA: Muchísimas gracias por darme la oportunidad de hablar y quedamos en contacto.

—OVOP: Es fundamental que se conozca este activismo humanitario.

—AA: He de decir también que en el campamento de anarquistas de Skala Sikamineas, en Plátanos, había un par de chicos argentinos. La solidaridad llega de todas partes del mundo.

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