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El juicio por el taller clandestino de Luis Viale comenzará sin los empresarios acusados

Escrito por el abril 4, 2016


El pasado 30 de marzo se cumplieron 10 años del incendio de un taller textil ubicado en la calle Luis Viale en el barrio de Flores. Se sabría después que se trataba de una instalación clandestina con mano de obra esclava. En aquella oportunidad murieron 5 menores de edad y 1 joven embarazada. El miércoles, una marcha conmemoró a las víctimas. En muy poco tiempo empieza el debate oral por la causa y Fernando Tebele y María Eugenia Otero dialogaron, en el programa radial La Retaguardia, con Jerónimo Montero Bressan que forma parte de uno de los grupos que exige justicia. (Por La Retaguardia)

“La causa viene bastante mal, por eso familiares y abogados se pusieron en contacto el año pasado con nosotros para que empecemos a dar difusión porque es la única forma de salvar la causa. Hay que organizarse y meter presión al juzgado y que tenga un costo político grande. Ellos ya dijeron que es un delito culposo y con eso ya prescribiría. Por suerte Casación siempre estuvo del lado de la querella y exigiendo que se haga el juicio”. Delito culposo es cuando se considera que no hubo intencion de cometerlo: “dicen que fue un simple accidente, que son cosas que pasan. Para la justicia son cosas que pasan vivir en habitaciones de 2×3 con los cables colgando, con un baño en el que hacían cola hasta las 3 de la mañana para ducharse, sin agua caliente, cuando bañaban a los chicos -la mitad de los que vivían en el taller eran chicos- tenían que calentar agua en ollas”. Bressan evidenció la posición judicial, y subrayó la de las víctimas. “Lo que nosotros buscamos es que haya dolo eventual. Es decir, que se considere que era evidente que eso podía pasar y por lo tanto hay una responsabilidad en cómo ocurrió el hecho. Hay una responsabilidad que está llegando sólo a los imputados, que son los talleristas, básicamente capataces. Los principales responsables de esto son los dueños de las marcas, Damián Fischberg y Javier Geiler, que tienen una fábrica a la vuelta que llegó a un determinado nivel de producción y que, cuando necesitaron ampliarse, en vez de mudarse a un lugar más grande, lo que hicieron fue ponerle un taller a un trabajador totalmente en negro”, aseguró. Para Bressan, es claro que la responsabilidad mayor por el incendio va más allá: “La propiedad es de los dueños de la marca, el taller trabajaba sólo para esas marcas bajo las órdenes exclusivas de ese dador de trabajo. Le dieron el lugar a un ex trabajador de ellos que se asoció a un tallerista que ya venía trabajando y que trajo a la gente a vivir al lugar”.
En sintonía con esta posición, la querella pidió que se indague a Fischberg y Geiler pero no se dio lugar. “Ellos siguen teniendo una vida muy tranquila. Este mecanismo de ponerle un taller a un trabajador les funcionó. Hicieron un contrato de alquiler para desligarse de la responsabilidad y les salio bien. El problema con este caso es que si la justicia dice que eso está bien, que las marcas no son responsables, va a ocurrir lo mismo con los siguientes casos. Hay más de cien causas llevadas a la justicia con denuncias y están frenadas en los juzgados federales, principalmente el juzgado de Julián Daniel Ercolini que tiene ochenta y seis de las marcas en su organismo y las investigaciones están completamente cajoneadas”, denunció Bressan.
“Puede haber mejorado la situación en un primer momento luego de lo de Viale, pero parece seguir siendo una práctica completamente común y corriente la de subcontratar talleres en estas condiciones. Las marcas tienen una responsabilidad clave en el inicio de este sistema de explotación. Antes eran grandes fábricas de indumentaria que cerraron y se convirtieron en marcas de un cascarón que simplemente vende una imagen y empezaron a subcontratar la producción”, Bressan explicó el desarrollo del negocio hoy consolidado. Las marcas comenzaron a demandar mano de obra y, en consecuencia, se produjo el surgimiento de más y más talleres intentando cubrir esa demanda: “La oferta superó la demanda y empezaron a competir por el precio y eso le dio a las marcas el control total sobre el precio de contratación, sobre las tarifas. Eso, a su vez, hizo que los talleristas más grandes pensaran en no trabajar más para las marcas, en abrirse por su cuenta, y así empezó a crecer, más aún, la Salada o los locales de la calle Avellaneda y el sistema más informal”.
Bressan relató el desarrollo de la marcha y consideró que fue exitosa: “Éramos unas 200 personas. Había compañeros de La Alameda, del PTS, del Partido Obrero, legisladores, uno del Frente para la Victoria. Tuvimos mucho apoyo de varias organizaciones que hicieron presencia, hubo gente de Autodeterminación y Libertad. La verdad es que fue un éxito”.

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