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Effy, la artista trans que hace temblar al mundo

Escrito por el abril 29, 2017



Se presentó el jueves pasado en Casa Brandon el libro digital Que el mundo tiemble, Cuerpo y Performance en la Obra de Effy Beth, un trabajo que recoge los trabajos de la artista trans que se suicidó en marzo de 2014. Radio La Retaguardia realizó la transmisión especial de una jornada por la que pasaron Matías Máximo, quien recopiló minuciosamente los trabajos de Effy junto a su madre, Dori Faigenbaum y a María Julia Prut, la curadora de la obra, y amigas, amigos y familiares que compartieron con quienes estaban presentes el amor por Effy, el dolor por su ausencia, y las historias que guardan con ella. (Por La Retaguardia)

Foto: Nora Lezcano


Dori Faigenbaum: “Las perfos de Effy eran con mucho sufrimiento, por eso generó tanto”

“Estoy movilizada. La gente por lo general se conmueve con la obra de Effy. A muchos les cuesta acercarse por los prejuicios y muchos quieren poder entender estos temas desde otro ángulo y otra perspectiva. No sé si es porque soy la mamá, pero a mí me hablan con mucha admiración de ella. Me dicen que era muy osada, muy provocadora, cómo se animaba. Son las cosas que digo yo, también, era intensa en algunas cuestiones. Mientras que su obra siga viva y me sigan llegando adhesiones de Chile, de Guatemala, yo me pregunto cómo llega Effy a tantos lugares. Anda por todos lados menos en casa, no toma el tecito conmigo”, ironizó Dori, poniendo en palabras el presente de Effy como un tiempo activo. “Yo comparto cada momento de ella porque la extraño y así como me sanó a mí en un montón de cosas, esclarece mucho desde su obra. Vale la pena leerla y seguir de largo con aquello que no te gusta. Muchas cosas las sigo de largo, a veces no me gusta tanta exposición o tanta intensidad”, aclaró.
“El libro digital está muy bueno. Lo hizo Matías Máximo, que tiene la obra muy sabida. Fue María Julia Prut que es la curadora de la obra y sabía exactamente dónde buscar. Yo tengo la compu de Effy, tengo la obra, pero no me animo a ir sola hacia ella. Fueron mi mano derecha para buscar lo que ellos estaban necesitando y encontramos todo porque Effy era muy organizada, muy ordenada, dejó libros enteros con prólogo. No puedo creer que era mi hija. No sé cómo me salió así. Dejó mucho. Hoy está su papá también acá y eso es muy bueno porque por lo general a la familia le cuesta conectarse con la obra porque extrañan a la persona”, señaló Dori sobre la vinculación de la familia con la obra y la vida de Effy. “Yo porque soy una desesperada que la quiero acompañar desde cualquier lugar donde la vea, soy la que más me animo, pero hay una familia atrás, la hermana, el papá, que tienen mucho sufrimiento. Me parece bueno que hoy esté el papá acá. Me pone muy contenta que se enfrente a todo lo que ella provoca y genera que es muchísimo. No saben cómo yo preferiría que esté ella acá viendo todo lo que generó, la verdad es que es una pena tan grande. Me consuela saber que está más tranquila porque la prima, que también vino, me dijo ‘tía, yo no iba a las perfo porque todas eran con mucho sufrimiento y no la quería ver sufrir’. Y es cierto, por eso generó tanto”, consideró Dori, refiriéndose al padecimiento que Effy transitó a lo largo de toda su vida y que se reflejó en cada una de sus obras.

Marlene Wayar: “Effy venía a poner en serio su cuerpo”

“Hablar de Effy para mí implica una frustración muy grande. Yo estoy en un trabajo y ya llevo once meses y 23 días trabajando en mí con un grupo hermoso de compañeros y compañeras que somos adictos y adictas y trabajamos en nosotros mismos para repararnos, para volver a la vida. Una camina su propia biografía viendo a dónde ha llegado, desde dónde viene, cuáles son los fondos que ha tocado en esa situación de adicción. Pensándome para esta noche yo pensaba que Effy es para mí una gran frustración porque nosotras nos cruzábamos, yo la dibujaba o hacía la propuesta que ella me pedía y era demasiado poco, demasiado ruido, demasiada gente, demasiada noche y nos decíamos ‘nos tenemos que sentar a hablar’ y esa charla nunca llegó”, se lamentó Wayar. “Es una incógnita muy grande porque en lo poquito que hablamos había algo que ella me preguntaba, algo que yo le criticaba, algo que ella me decía que no, que yo le decía que sí, pero queríamos seguir hablando porque nos confrontábamos, era una relación que pintaba sana. Nada más que no llegó a cristalizarse y cuando me enteré de la partida de Effy tuve la profunda sensación de lo que nos perdimos, ¿no? Era la juventud instituyente por si venía con preguntas, con propuestas, venía a poner en serio su cuerpo, a ofrendar su cuerpo por otro mundo demasiado radical para un contexto que no abraza. Las preguntas que no abraza, las inquietudes que no abraza, que no abraza el arte, que se olvida que la primera producción que tenemos como sociedad es la de subjetividad. Después producimos bienes, servicios y demás, pero lo primero es subjetividad”, sentenció la activista travesti. “Nosotras somos abrazadas en el hogar y después salimos a un mundo tan tóxico que empieza a volver tóxico ese núcleo familiar. Eso te mata. Podés ir caminando y soportando mucha cosa, pero somos tan frágiles, sobre todo cuando te construís arte y ella se construyó radicalmente como una obra de arte, como una obra inquietante. No había lugar por donde caminara en el que no planteara una pregunta, donde no inquietara, no buscara un sentido profundo al encuentro”, planteó Marlene sobre la permanente insistencia de Effy.
El tono de la intervención de Marlene Wayar fue ascendiendo a cada instante desde aquí: la activista se permitió reflexionar sobre el más profundo mensaje de la obra de Effy: “Nosotros tenemos como cuestión nodal en la recuperación el pedido de ayuda, saber pedir ayuda. Eso es lo que nos plantea ella en el sentido más profundo en su búsqueda ¿Por qué tengo que menstruar para ser mujer? ¿Cuánta sangre tengo que poner para que me reconozcas femineidad? ¿Cuánta sangre tengo que poner para que me reconozcas trabajadora o para que me plante en este mundo de cualquier manera? ¿Cuánta sangre tenemos que poner las personas para ser abrazadas por el otro, para ser respetadas en la dignidad, para que sean respetados nuestros sueños? Algunas nos laceramos de una manera, otras de otra. Lo que hay que construir, lo que nos presenta, nos urge la propuesta de Effy es construir un mundo que esté disponible a dar ayuda, a escuchar el pedido de ayuda, los miles de pedidos de ayuda que son el niño que se orina en la cama porque le da miedo, porque papá lo manosea o la nena que en la escuela se porta mal y hace cosas que van contra todas las leyes porque también es abusada, con la nena que se lacera porque cree que su cuerpo no es el que corresponde”, analizó Wayar. “Hay un montón de signos que ustedes mismos pueden reconocer en ustedes, en cada una de sus biografías, estoy segura, está un modo particularísimo de pedir ayuda. Este pedido sería loable que se ponga en palabras y es lo que Effy trató de hacer con la simpleza con que se puede pedir ayuda. Estamos acostumbradas a tanta hipocresía en un mundo que te dice ‘no matarás’ y desde ese mismo momento hace de la guerra el mejor de los negocios, de la venta de armas el mejor negocio, hace de la matanza y las conquistas de tierras el mejor de los negocios. Entonces una empieza a silenciarse o buscar otras vías de comunicación”, planteó. Con una perspectiva más optimista, se refirió a las herramientas que se crean para sortear obstáculos: “Y mientras, nosotras, en estas redes que se arman de amistades, de complicidades, de camaradería, de acompañamiento, de compañerismo, vamos tratando de descifrar cuáles son las nuestras en esta tribu, en aquella otra, en esta franja etárea, en este lugar en el mundo, en aquel otro. Mientras vamos pudiendo construir esas redes existen esas luces que con el arte son capaces de comunicar mucho más allá de cuál es tu tribu particularísima”, consideró Marlene.
Por último, concluyó con definiciones e interrogantes y con una insistencia sobre la empatía y la disposición a estar para otras personas: “Effy tiene las preguntas para un mundo que no le supo brindar ayuda, que no sabe brindar ayuda, que no sabe entender, es un mundo a descifrar. Que podamos entender cuál es la tesis en la que trabajó y no nos dio respuestas porque se fue, decidió irse y dejarnos de esta manera tan radical, sin su luz. Esa es una propuesta muy grande que implica un compromiso muy grande para poder aprender a estar receptivas, amorosas, amorosos para poder recibir los signos cuando alguien nos pide ayuda”, cerró emocionada.

Susy Shock: “Agradezco porque pude abrazar su enorme fragilidad”

“La primera vez con Effy en el Destravarte organizado por Mosquito Sancineto en una función de poesía que compartimos con Naty Menstrual. Esa noche, más allá de que en realidad no nos vimos porque, como me escribió inmediatamente después en un mail, sintió pudor de acercarse ya que estaba en el público y andá a saber qué cosas nos imaginamos de nosotras mismas cuando hay un escenario de por medio y la fantasía del artista y su halo sagrado, no tuvo impedimento en decirme qué importante le fue encontrarse con el texto Reivindico mi derecho a ser un monstruo. Pegadito al elogio, la primera invitación a repensar algunos pasajes del mismo. En realidad, la primera invitación a pensarnos, porque eso hacía siempre Effy”, aseguró la activista travesti. “A eso incitaba no sólo con su cuerpo, sus acciones performáticas, sus dibujos, sus frases callejeras sino en cada encuentro, mensaje de Facebook, cada llamada que muches tuvimos el privilegio de compartir. La primera vez que la vi en acción fue en Casa Brandon, donde fui uno, una, de los, las, muchos, muchas que la retratamos. Mientras ella nos miraba desafiante y tierna acostada en un colchón, aunque mi retratarla no fue con formas y colores sino con palabras. Esta perfo también la llevó a Córdoba, El deleite de los cuerpos en, tengo entendido, su primer viaje fuera de Buenos Aires a donde convivimos toda esa semana en la misma casa en el amado asentamiento Fernseh de Alta Córdoba”, recordó Susy Shock. En este sentido, introdujo una mirada íntima sobre los sentimientos de Effy: “Ella me decía que se había animado a ese viaje sabiendo que iba a estar yo porque le daba seguridad, palabra que nos resuena tan mal en nuestros discursos disidentes y que ella supo convertir en un lacito de ternura maternal todos esos días. Agradecí y agradezco porque pude abrazar también su enorme fragilidad, su despojada doble intencionalidad o divismo, esa niñita haciéndose paso urgente porque, ahora lo entiendo, no había mucho tiempo y el plan del devenir furioso y alado estaba ya escrito y con fecha de entrega”, sentenció.
En este punto, el relato empezó a tomar una impronta más cómica sobre algunas experiencias: “Tengo más anécdotas con Effy como su primera excursión al túnel del boliche de América con Carlita Fernanda Morales y yo de anfitrionas y guías de ese placentero museo. O esa noche donde, de gira en Neuquén puse la Cam4 -quien no sepa, googlee y va a saber lo que es- para que me vean que estaba junto a seis bombones teniendo sexo y yo, reina del momento, quise compartirlo montada con una peluca rubísima y anteojos para que nadie me descubra y siento que me escriben desde Buenos Aires ‘¡Susy! ¿Sos vos?’. Y ahí estaban Effy y la Carla Fernanda Morales descubriendo los gozos de esta tía señora”, se rió. “A pura risa, en otra nueva guía por los mundos que ella necesitaba voraz aprender, descubrir, para seguir repensándolo todo, una vez más. Pajarito, que vino a sabérselo todo de prepo, la más inteligente de todas diría la amiga Marlene Wayar. También amaba sentirse arrinconada por su discutir. Ella, que lo performatizó todo, cada paso y su vida entera. Le dio un sentido a cada paso y a cada vínculo armando la gran puesta total, la gran obra en devenir ella misma. Por eso, cuando me dicen perfo y me invitan a ver cómo burgueses con culpa furiosos y furiosas orinan bronca sobre los espectadores a los que inmediatamente del autorreferencial ahogo le pasan la gorra, siento que perfo es una palabra tan alta y cada vez más inalcanzable”, planteó. Susy Shock propuso ejemplos: “Lemebel frente a Pinochet, Batato con sus tetas en los 80, hija de perra frente a los y las caretas y Effy frente a la vida toda con su vida entera. No puedo más que aburrirme mucho, mucho, extrañándola, extrañándoles, ahora que todos y todas se parecen cada vez más a todos y todas”.

El libro digital, de 362 páginas de producciones que denuncian e interpelan, que editó la Universidad de La Plata y es de descarga gratuita, se puede bajar aquí: http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/57876

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