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Una causa armada por la policía de la trata y el narcotráfico

Escrito por el julio 4, 2017



Claudio Castro se enteró de que su vida cambiaría radicalmente el rumbo en diciembre de 2014 cuando la policía le reventó la casa, lo golpeó, lo llevó a una comisaría clausurada y lo torturó durante horas, todo junto a su hermano. Así comenzó la causa que enfrenta por el asesinato de un efectivo del que sabía poco y nada hasta que lo acusaron. El 5 de julio a las 10 de la mañana en los Tribunales de Lomas de Zamora, Camino Negro y Larroque, se realizará una radio abierta. Hoy se hizo la presentación de amicus curiae de cara al comienzo del juicio, en el que Castro recibirá el patrocinio legal del Negro Soares, de carrera en desmantelar causas armadas. El joven participó en el programa de Familiares y amigos de Luciano Arruga, Desde Afuera, junto a la activista Claudia Agüero y dialogó con Matías Bregante, Daniel Magno y Rodrigo Ferreiro. (Por La Retaguardia)


La sorpresa

“Mi historia empieza en diciembre de 2014, cuando sale campeón Racing. Yo soy de Avellaneda y esa noche en mi barrio mataron a un capitán de Policía. A los cuatro días no se hallaba a los culpables. Creo que sabían quiénes eran pero no los buscaban. A los cuatro días reventaron mi casa. Enfrente de mi casa vendían droga, así que cuando me desperté esa mañana por los estruendos miré por la ventana y vi que reventaban la casa del transa. Pensé que por fin, porque siempre lo veía vendiendo con un patrullero en la esquina que los cuidaba. Después de ese estruendo, mientras miro por la ventana, se revienta el vidrio y me encuentro con cinco o seis armas apuntándome. Me tiraron contra el piso, me cagaron a palos, me preguntaron dónde estaban mis hermanos. Yo no entendía lo que pasaba”, comenzó la cronología. Castro explicó que “en el barrio sabían que se había muerto el policía pero era una noticia ajena a mí. Estaba ahí uno de mis hermanos, Danilo, cuando me preguntó mi nombre le dije ‘Claudio Castro’ y empezaron a gritar ‘¡Acá hay uno! ¡Acá hay uno!’. Le preguntaron a mi hermano el nombre y contestó ‘Danilo Castro’. Pensé ‘qué onda, hay una cacería de los Castro. Me preguntaban por mis demás hermanos, dónde viven, me querían sacar información y yo ni loco les iba a decir si veía que querían agarrar a todos. Nosotros somos diez hermanos”, aclaró. “Nos llevaron de rodillas a la cocina y cuando escuché el ruido de un arma como en las películas empezaron a gritar: ‘Asesinos de policías, acá está el arma, ustedes mataron al policía, cobardes, hijos de puta’. Yo me di cuenta de que estábamos al horno. No nos dejaban que los miráramos, nos entraron a dar. Nos trasladaron a la comisaría a mí, a mi hermano y a dos chicos que estaban en casa y nos torturaron todo el día. Nos ponían de rodillas, nos daban piñas en los oídos, nos agarraban de los pelos y nos arrastraban por toda la comisaría que estaba clausurada”, denunció Castro. “Yo estaba de rodillas y veía las bolsitas colgadas en los cordeles y pensaba en la dictadura. No estuve en la dictadura pero en educación civil me enseñaban cómo era. A eso de las tres de la tarde ya los golpes no me dolían y cada vez que me daban una piña intentaba darle un cabezazo para hacerle doler el puño. Ahí hubo un cambio de comisarios. Como el que vino nos vio todos inflados nos mandó a otra comisaría que estaba habilitada”, recordó.

Organización al instante

“Mi familia el mismo día se empieza a mover. Nadie sabía qué pasaba. Nosotros puertas adentro sabíamos que nos estaban acusando. El comisario me amenazaba con que me iba a mandar a alguien que me apuñale y me ahogue con mi sangre. Me psicopateaba el tipo. Ahí se dio el comienzo a este infierno que vivimos con mi familia de una causa armada. Mi familia se empezó a movilizar y golpeó puertas”, explicó Castro sobre los primeros pasos. “Una organización nos dijo que no nos quedemos quietos, que averigüemos, preguntemos. Mi familia hizo eso, se empezaron a solidarizar mis amigos, mis vecinos y al segundo día ya estaban haciendo una marcha en el Puente Pueyrredón, estaban con carteles, banderas. Todo fue de manera espontánea. Familiares de causas armadas se fueron enterando de esta situación y apoyaron. Entonces el mismo juez que nos mandó a detener nos preguntó qué pasó, le contamos y se dio cuenta de que le habían vendido pescado muerto”, consideró. “Esta policía corrupta junto al comisario Caffarena de Avellaneda que hoy se encuentra detenido por trata y narcotráfico. Son los mismos que nos armaron la causa sin elementos de prueba, sin testigos. Solamente un empapelamiento. Mientras más papeles metían en la causa, a la fiscal más le convencía detenernos. Tal es así que a través de la presión de mi familia organizada, a los 28 días el juez de garantía nos dio la libertad por falta de mérito”, contó Castro.

Algo más grande

Claudia Agüero relató a qué dio lugar tamaña organización: “Así nació la Coordinadora Contra la Impunidad Policial. No es que pensemos que la judicial no existe pero en los barrios se ve lo que representa la justicia a través de la policía. Actualmente estamos con la causa de Claudio y siguen llegando causas. Está el caso de un chico que ya fue condenado, Juan Manuel Moreno, militante, se oponía en su barrio, que se armó a fuerza de la toma de terrenos, a que se venda droga y a que haya prostíbulos. Ellos vieron la forma de engarronarlo y está condenado a catorce años”, relató. “Con el caso de los Castro estuvimos cruzando los datos y nos dimos cuenta de que quienes hacen las primeras actuaciones y labran las primeras actas están muy pegados al narcotráfico, la trata y recaudaban 1 millón 800 mil por mes. Claudio Castro sufre pánico, no puede volver a vivir en el barrio. Van a incorporar en el juicio las pruebas por lectura y no es lo mismo. El abogado va a ser el Negro Soares”, agregó Agüero.

El juicio

Castro hizo una salvedad: “Aun con un abogado tan bueno, no nos confiamos. Se supone que el juicio es oral y quieren incorporar por lectura ciertas cosas como el testimonio de una chica que tiene retraso madurativo. Si es por lectura, no habrá posibilidad de desenmascarar su testimonio en el juicio. Estos policías están sucios por donde se los mire y con la incorporación por lectura no va a haber posibilidad de presentarlos en el juicio y hacer saber que son tipos con antecedentes negros”. Además, se refirió a su condición de clase: “Si yo tuviera antecedentes, el Tribunal me tacha de entrada y el fiscal me lo refriega en la cara. Pero los antecedentes están del otro lado, y bastante pesados. Los encontraron en una red de trata, narcotráfico y con armas con numeración suprimida, de calibre 9 mm, que es igual que el arma que nos plantaron a nosotros. Lo mandan a nuestro abogado al coliseo con todos los leones sueltos y las manos atadas”, metaforizó.
El abogado, Soares, sabe de leones y va con un cuchillo -también metafórico- entre los dientes.

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