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Agustín Santillán: “Estamos como presos pero en la calle, nos vigilan y no salimos de noche”

Escrito por el diciembre 16, 2017


El dirigente wichí y su compañera Gabriela Torres están en Buenos Aires y visitaron La Retaguardia para participar del programa radial que conducen Fernando Tebele y María Eugenia Otero. Allí hablaron de las condiciones del encierro de Agustín y relataron la vida de las comunidades originarias en Formosa, la provincia que comanda Gildo Insfrán. Además agradecieron la continua difusión de La Retaguardia en el pedido de libertad del referente wichí de Ingeniero Juárez. (Por La Retaguardia)


Santillán estuvo detenido más de 6 meses y hace menos de 30 días recuperó la libertad. Desde los distintos programas que componen La Retaguardia el caso de Agustín fue muy seguido y difundido. Agustín y Gabriela reconocieron la importancia de la visita de Tebele y Otero a Ingeniero Juárez (acompañados por la cineasta Ana Fraile) como herramienta clave para visibilizar la situación en la que viven los wichí en la provincia: “Yo sé que esta radio es muy escuchada, más por la gente de Formosa. Hubo repercusión por su visita a Ingeniero Juárez, por eso es muy seguido este programa. Les agradezco la invitación. A veces nos es difícil la radio. Nosotros los wichí nos equivocamos en la palabra, pero tratamos de hablar tranquilos y aprovechar el espacio”, dijo un Agustín Santillán al que se lo escuchó con soltura y convicción, demostrando su experiencia: “Allá en Juárez hay una radio comunitaria. Es cristiana, pero a veces hacemos programa y hablamos en nuestro idioma. A ellos les molesta” señaló, en referencia a las autoridades formoseñas.

La detención

Santillán relató cómo se produjo su detención y cuáles fueron los motivos del Gobierno de Gildo Insfrán para elegirlo a él en particular para meterlo preso: “Yo siempre mantuve mi inocencia y no entendía por qué me culpaban por cosas que no pasaron. Yo sabía que ellos buscaban la vuelta para poder detenerme. Justo hubo un problema en Juárez y ahí vieron la oportunidad de detenerme. Yo no tenía miedo. Juárez es muy chico. Había muchos problemas que yo siempre denunciaba, de la persecución y las amenazas. El Gobierno provincial maneja la policía y tienen control de todo. Solo te persiguen y te amenazan por difundir la realidad”, explicó el wichí, que también difundió cómo es la operatoria en Formosa para intimidar y controlar a las comunidades: “El Gobierno provincial gasta plata en otras cosas. Se meten en los barrios y quieren aprender nuestro idioma para escuchar de qué estamos hablando. Cuando pasa eso, nosotros buscamos otra forma para que no se enteren qué estamos haciendo. No estamos haciendo cosas malas, sino para poder hacer reuniones y reclamar lo que a nosotros nos corresponde. Es nuestro derecho. El tema del territorio para ellos es un dolor. Difundir el tema de desnutrición, el abandono por falta de agua y reclamar que no hay trabajo, para ellos es un delito. Ahí empieza la persecución y las amenazas”, expresó.
Más allá de sentirse siempre apoyado y recibir distintas muestras de afecto, no solo de su familia y su comunidad, sino también de mucha gente que se solidarizó con su causa, Agustín contó que hubo momentos de desesperación durante su cautiverio: “En todos estos 6 meses de mi detención, hubo días en los que no podía aguantar. Estaba encerrado día y noche, sin dormir, y uno piensa… Yo estaba en una pieza chica, sin baño y solamente con una camita. Pasaba días enteros parado en la reja, sin dormir, pensando en todo lo que me estaban haciendo y pensaba mucho en la gente de mi comunidad; lo que están pasando y muchas otras cosas. A veces escribía…”, dijo el referente wichí en el estudio Víctor Basterra de Radio La Retaguardia, acompañado por su esposa Gabriela Torres.
Hubo una especie de amor-odio que despertó Agustín Santillán durante su estadía en prisión y eso también se vio reflejado en los mismos policías que lo vigilaban. Algunos lo apoyaban y entendían que era un preso político y otros actuaban como la mayoría, discriminándolo por su condición de originario.

“Había policías buenos que me preguntaban por qué no dormía. Me decían que yo iba a salir porque era inocente y esto era un tema político: ‘No tenés que olvidar que no sos un preso cualquiera’, me decían. Unos me decían que tratara de estar bien, salir bien y seguir con lo que yo hacía. Otros me decían que me iba a pudrir en la cárcel por molestar al Gobierno”

Fue evidente que Santillán era un preso político, por sus acciones a favor de su comunidad y por sus reclamos al Gobierno formoseño para que respetaran los derechos de su pueblo. Por eso es que las condiciones de su cautiverio también fueron diferentes: “Yo no estaba con otros presos. Estuve en calabazo en estos 6 meses. Otros presos me decían que en mi lugar no hubiesen aguantado ni 15 días. Hubo gente, como les pasó a ustedes, que quisieron venir a visitarme y no los dejaron. Hubo varios hermanos que no los dejaron entrar. Los fines de semana podía venir mi señora y mi abogado (Daniel Cabrera) cuando había novedades”, dijo Agustín.

El estado de persecución permanente que se vive en Ingeniero Juárez

“Es como estar preso, pero en la calle. Te vigilan. Si vas a ver a un criollo, cae la policía y pregunta de qué hablaron. A la señora que tiene el hotel donde trabajaba Gabriela, la policía le pregunta cuando viene alguien. Mi familia me dice que no tengo que salir mucho. Tienen miedo por mi integridad. A veces necesitamos salir. El único lugar donde podemos comprar es en el centro. Necesitamos azúcar, yerba, carne. Sí o sí tenemos que salir. No podés mandar a ningún chico porque es lejos. Tenemos que ir nosotros. De noche no salimos. Es muy difícil. Yo le pedí a mi abogado que pida por seguridad para estar más tranquilo. Yo me acostumbro, pero mi familia todavía se preocupa mucho”.

No voy a dejar mi pueblo que me vio nacer y crecer porque me quieran correr por las cosas que yo reclamo. Si yo no estoy en Juárez ellos dicen que hay paz, que está todo tranquilo. Se refieren a la paz y un chico muere por desnutrición, otro no tiene agua. Hay muchas familias que necesitan, pero no se animan a reclamar por miedo a que les hagan lo que me hicieron a mí”

Gabriela Torres fue una incansable luchadora en el pedido de libertad por su marido. Ante los micrófonos de La Retaguardia admitió que ahora, con Agustín fuera de la cárcel, está más tranquila: “Para mí es un descanso. Al estar él preso, no teníamos descanso. Día y noche no podíamos dormir. Teníamos miedo que viniera la policía a atropellarnos en nuestras casas. Es el temor de todos los que vivimos en las comunidades. Eso es lo que pasa todos los días”, admitió Torres quien también fue apresada “cuando fui a visitar a Agustín para llevarle unos alimentos. Al salir de ahí me detuvieron en el portón de la Alcaidía”.

La visita a Buenos Aires

Uno de los principales motivos por los que Santillán y Torres visitaron Buenos Aires fue para acompañar a dos mujeres de su comunidad que necesitan atenderse de manera urgente por un médico. Agustín contó sus dolencias y pidió ayuda para resolver su situación: “Yo vine con una mujer que se llama Juana Torres. Ella tiene problemas de salud. Estaba internada cuando yo estaba afuera. Le dieron de alta. Vio que no la atendían bien y decidió no volver a Formosa. Al caer preso yo, ella me decía que estaba esperando a que me liberaran para poder venir a Buenos Aires a hacerse atender. Todavía no pudimos conseguir un médico que nos pueda dar una mano para atenderse urgente. La madre de Gabriela tiene problemas de la vista, cataratas. A la tardecita ya no puede salir. Nosotros vinimos a acompañarlas. Necesitan un médico urgente. Estamos en espera. Hace varias semanas que estamos acá y seguimos en espera. Tenemos esperanza, si alguno nos puede ayudar para estar tranquilos y volver a nuestra comunidad sanos”, solicitó. También están pidiendo ropa y calzado, sobre todo

El reclamo por el territorio

“La gente del barrio donde vivimos nosotros está tratando que el Gobierno provincial les ceda una parte de territorio porque para ellos es suya. No sé cómo hizo el Gobierno para entregarlo a los criollos sabiendo que esa parte es de la comunidad. En 1987, el Gobierno provincial les dio para que hicieran la ampliación y después se la dieron a un criollo”, denunció Agustín, que también destacó las diferencias que hace el Gobierno con los pedidos de los wichí y con los de los criollos, a quienes da preferencia en sus solicitudes: “Cuando un criollo pide un terreno le dan muchas hectáreas. Cuando la gente del barrio pide un terreno para vivir, le piden muchos papeles y requisitos. Le ponen muchas trabas. A los criollos le dan grandes extensiones de terrenos y encima les dan subsidios para que alambren esa parte. Eso es lo que nosotros reclamamos. Queremos terreno porque Juárez va creciendo y hay mucha gente sin tierra. A veces tiene el título, pero la gente criolla viene y se mete diciendo que el Gobierno se los había dado”, expresó.

El cementerio

Una de las situaciones más graves respecto al conflicto territorial se trata de un cementerio ancestral wichí que ha quedado cercado por los alambres de la propiedad. Esta situación que enfrenta la comunidad es ignorada, de manera intencional, por el gobierno formoseño.

“Ese cementerio es de la comunidad. El criollo alambró y limpió esa parte. Sacaron las cruces y quemaron ahí. Quedaron 3 cruces nomás. Hay un cementerio que depende de la Municipalidad. Cuando fallece un ser querido hay que pedir autorización. Como ahora está lleno, se creó al lado un cementerio nuevo por el que hay que pagar para ocuparlo. Hay mucha gente que no tiene recursos para pagar por enterrar a su ser querido. No sé qué va a pasar. Es nuevo el cementerio. Hay que fijarse bien porque, como están bajo tierra, a veces viene un criollo y pone arriba la covacha. Uno busca donde enterró a su ser querido y está tapado por el criollo. No respetan los espacios. Es muy triste. A nosotros nos toca mucho. Hay algunos que quieren visitar a su familia y no saben dónde está. Se vuelven sin encontrarlos. En el lugar donde los enterraron ahora hay covacha. A muchos les pasó y no tienen dónde reclamar”

La educación de los wichí

Gabriela Torres contó cómo funciona el sistema educativo para los niños y niñas de su comunidad y reclamó por más maestros bilingües para favorecer la integración entre los estudiantes: “Los chicos wichí empiezan a ir al jardín a los 5 años. Más chicos no los aceptan. Los maestros hablan español. Algunos chicos no se quieren quedar. Tienen miedo porque no entienden. Por eso, nosotros peleamos mucho por los maestros bilingües. Siempre tiene que haber un maestro bilingüe para traducir lo que dicen las maestras. Hace varios años que borraron todo ese tema. Lo que quedan son los que ya estaban. Como ahora crecen las comunidades y se hacen más aulas, tienen que haber más maestros. En una escuela hay 3 salas de jardín y un maestro bilingüe tiene que atenderlas a todas. Ya no hay muchos”, lamentó.
Agustín estuvo de acuerdo con su esposa en la necesidad de este tipo de maestros para facilitar el aprendizaje de los niños y niñas wichí y resaltó la importancia de aprender en el colegio y desde chicos a defender sus derechos como pueblo originario: “El tema de la educación es muy largo y triste. Nosotros estudiamos. En el secundario aprendimos a defendernos y reclamar por nuestros derechos. Sin que nadie nos enseñe fuimos viendo cómo iba cambiando el sistema. Los chicos hablan mucho su idioma en los barrios. Recién en la escuela escuchan el español. Como decía Gabi, sí o sí necesitan un maestro bilingüe para que le traduzca. Ahora, se está perdiendo eso. El gobierno cambió el sistema”, explicó.
El racismo vigente en la provincia incide también en las escuelas, tanto en estudiantes, maestros y también con los responsables de la educación. Santillán denunció un caso donde la hermana de Gabriela compitió para un cargo de maestra en la provincia y, a pesar de que tenía un buen puntaje, le dieron la vacante a otra persona. Para Agustín fue porque “acompañó a mi señora con el cartel del escrache al gobernador” y destacó que ante esas injusticias ellos deben tomar más fuerza para seguir luchando: “Cuando pasan estas cosas uno piensa en que no queda otra que seguir luchando. Es triste y doloroso hablar de la educación. Antes no estaban los criollos metidos con nosotros en el colegio. Estábamos los wichí y los qom. Todos tranquilos. Nos entendemos todos nosotros y con los profesores. Pasaron los años y se metieron los criollos. Ahí empezaron los problemas. Entró la droga y fueron cambiando muchas cosas. Los criollos siempre quieren ser los superiores. Muchas veces nos discriminan por aborígenes y nos insultan. Eso nos duele y a veces hace que pensemos en no ir más al colegio. Los criollos nos tratan mal. Hay chicos tímidos. Yo una vez me quejé con el director y me dijo que el colegio era de todos. Hay mucho racismo. A nosotros nos discriminan y no saben que sus hijos y nietos están estudiando con nosotros. Los propios maestros y docentes cortaban la ruta, tratando mal y discriminando a los aborígenes. Eso lo ven los chicos y repiten que hay que matar a todos los indios. Yo les digo que sean fuertes. Tienen que organizarse en los colegios y reclamar. Ahí se aprende, luchando y reclamando. Les digo, ‘si ustedes se callan van a hacer lo que quieran con ustedes’”, aconsejó Santillán, un gran referente para toda la comunidad wichí de Formosa, donde fue considerado persona no grata “solo por reclamar y por estar en contra del gobernador”.

El narcotráfico en Ingeniero Juárez

“No se puede frenar. Estamos al límite con Bolivia y Paraguay. Es el camino de la droga. Ahora en Ingeniero Juárez hay como 400 policías y la droga pasa. Ellos miran nomás. Hay seguridad para controlarnos a nosotros. Hay 400 policías y la droga pasa en sus narices. No hacen nada. Hasta mismo ellos venden, pero la gente de Juárez tiene miedo de denunciar. Existe la droga, los chicos se drogan. Los candidatos usan a los jóvenes para campañas políticas. Cuando hay problema, nos culpan a nosotros. Tuvimos un problema en un colegio, una pelea entre chicos de 14, 15 años. Yo fui, le hablé a la directora pidiéndole una reunión. Le decía que pida seguridad porque a la vuelta de la esquina se vende droga como caramelos. No miran. Miran quién hace reuniones y si van a cortar las rutas, en vez de controlar a los que venden. Es una injusticia, y si reclamás te meten preso, te golpean y te mandan a la cárcel”, agregó Santillán.

Los agradecimientos

Para terminar, Agustín destacó el apoyo que recibió de muchos sectores de la población luchando por su libertad. También saludó al pueblo mapuche y les mandó fuerza a la familia de Santiago Maldonado y al lonko que continúa detenido en Esquel, Facundo Jones Huala: “Quiero mandarle saludos a todos los compañeros. Miles de personas me ayudaron, sin conocerme y sin interesarles que soy un originario, ellos me ayudaron. No tengo palabras de decir, solamente que estoy muy orgulloso que estén siempre apoyándome desde la distancia y dándome fuerza. Saludo también a todos los hermanos mapuches que están sufriendo y les mando muchos saludos a la familia de Santiago y al hermano mapuche que está detenido. Él me manda cartas. Estoy muy contento por los hermanos que siempre me ayudan”, agradeció.
La Retaguardia también recibieron el cariño de Santillán y de Torres por su continua lucha por la libertad del joven wichí, que adelantó que piensa seguir haciendo radio para difundir los problemas de su comunidad: “Les agradezco por la invitación. Nos sentimos muy cómodos. Muchas veces quise hacer el programa de radio, pero siempre recibí muchas trabas y aprietes de parte del gobierno. Entonces decidí alejarme porque amenazaban con cerrar la radio y le cortaban la luz. Decidí alejarme por un tiempo. Un hermano de acá, de Buenos Aires, nos donó una radio. Estamos haciendo todo a pulmón con Gabi para hacer una radio comunitaria. Nos falta solamente la pieza y una antena. Esa era mi idea para trabajar para la comunidad. Cuando yo hago programa es muy escuchado. A veces me preocupa no poder solucionar muchas cosas. Yo no soy parte de ningún organismo, ni del Consejo Consultivo. Soy un integrante más de la comunidad. Estoy luchando para tener un lugar desde el que pueda ayudar a mi comunidad y no depender de alguien. Esa es mi idea, ayudar y dar una mano a quien más lo necesita. El Gobierno quiere que la gente dependa de la Municipalidad. Los tiene como rehenes”, terminó, como de costumbre, denunciando Agustín Santillán.

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