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La historia de Pipi y los policías pobres

Escrito por el febrero 20, 2019


Es febrero, la mitad de la ciudad está vacía; la gente, como pudo, se fue de vacaciones; otros nos quedamos en la ciudad haciendo verano.
En el medio de un semestre donde la Correpi no pudo presentar por primera vez en 25 años la estadística oficial que lleva adelante sobre los asesinados por la represión estatal; en el que hoy el Ministro Germán Garavano hablará sobre el proyecto de la baja de imputabilidad; donde muere un pibe cada 22 hs; con las táser recién llegadas y con las elecciones a un par de meses, el discurso de seguridad empieza a sentirse cada vez más fuerte. (Por Nazareno Roviello para La Retaguardia)

Foto: Luciano Thieberger
Video: La Capital de Mar del Plata

Ya hemos pasado por esto, todos los países han pasado por esto. Los discursos se repiten, la polarización crece y todos parecen plantear las mismas erráticas soluciones a problemas que no tienen relación alguna, aunque la historia les haya demostrado que están equivocados.
La historia moderna demuestra el fracaso de la cárcel y las políticas punitivas del Estado. Sin embargo nadie se anima a apostar por la educación. Sería una locura que a un gobierno se le ocurriese hacer bien las cosas y apostar por la educación. Un poeta ecuatoriano (Alfonso Chavez Jara) dijo “Los unos necesarios para el otro” y describió la polarización de la mejor manera posible. La polarización o el discurso de un círculo virtuoso y vicioso que no deja de funcionar y crecer.
Comienza a haber más robos, se pide más seguridad, se incrementan los presupuestos y las carteras de seguridad, fraudes millonarios, intereses multinacionales, potencias mundiales involucradas, genocidas con nombres y apellidos que asisten a gobiernos para solucionar problemas que ellos mismos crearon. Toda una construcción de sentido mediático que desde la invención de la prensa funciona perjudicando siempre al mismo sector de la población. En 1915, a D. W. Griffith se le ocurrió filmar “The birth of a nation” la primera película que legitimaba la discriminación racial sobre la población afroamericana en Estados Unidos; reaparecía el KuKux Klan. Los negros perdían el voto, eran colgados en árboles, vueltos a la esclavitud como mano de obra barata. En 1965 recuperarán recién su derecho al voto, serán prendidos fuegos y asesinados sin parar. Reagan y Nixon promocionarán políticas que los afectan directamente una y otra vez, enviandolos presos de por vida, creando y replicando violencia en los barrios bajos, un plan estatal perfectamente diseñado para enviar a prisión de por vida a un negro por la posesión de 3 gramos de crack, mientras un blanco podría salir enseguida por la posesión de 3 kilogramos de cocaína, una supuesta lucha contra el narcotráfico que probaría después solamente el interés de EEUU de seguir invadiendo y manejando los negocios del mundo. Aparecen las cárceles privadas y un negocio multimillonario: la cárceles firman contratos a escondidas que exigen como un hotel una ocupación por arriba del 85%, un sistema judicial que castiga a los inocentes y promociona a los culpables. Aparecerá Clinton con su ley de 3 strikes y quien haya cometido un tercer delito quedará en prisión perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Se acaba el mito de la puerta giratoria.
Argentina entra en crisis, hay un 70% de pobreza para octubre del 2002. El hambre es el hilo conductor de todas nuestras historias. Aparecerá Pichetto para decir innumerables veces que los extranjeros son todos delincuentes, que Argentina funciona como ajuste delictivo de Bolivia y Perú; el Kichnerismo y su Proyecto X, espionaje interno. No reforma a la policía ni a las fuerzas de seguridad, la estadística de muertos crece. El discurso parece cambiar pero en los barrios se sigue viviendo con miedo.  Se eterniza la pobreza, nadie pretende cambiar el sistema, ya es demasiado tarde, el discurso del odio está implantado en la sociedad hace mucho tiempo. Hay problemas con la inseguridad, nadie controla a la bonaerense, aparecen más policías, desaparece Luciano Arruga.
En Rosario buscaban a una menor que había sido secuestrada para una red de trata, aparece en el calabozo de una comisaría, estaba ahí desde hacía tres días, nadie había avisado, pero los policías dijeron que la estaban cuidando.
En Uruguay la derecha impulsa un plebiscito para bajar la edad de imputabilidad, los jóvenes crean la comisión del No a la Baja y luego de un año de militar consiguen que la gente vote por la negativa del proyecto.
Comienzan los linchamientos públicos, la gente se enoja con pibes chorros y los revientan a trompadas entre decenas.
En Jujuy aparece un video de cómo torturan a los presos desnudos en el patio con bolsas de plástico en la cabeza.
En Santiago del Estero un policía le pega sin parar a un menor, lo amenaza lo hacer sentir miedo una y otra vez.
Otra vez Pichetto indica que más del 20% de los detenidos son extranjeros por causas de narcotráfico, miente descaradamente. La clase media chota argentina protesta por los extranjeros que les vienen a sacar el trabajo que ellos, sudacas con delirios de europeos, no quieren hacer. Asume Macri, cambia por decreto algunas leyes migratorias, invalidando el derecho constitucional a un juicio justo.
La clase media está contenta. Vidal echa más de 12 mil policías, comienza a haber secuestros nuevamente.
Miles de torturados en cárceles y comisarías, muertos, represión.
Bullrich repite el discurso de Pichetto. Ella, Berni y el están de acuerdo.
Desaparece Santiago Maldonado, un pueblo se alerta, inunda plazas.
Matan a Rafael Nahuel, apenas se siente su nombre, solo 40 personas se reúnen a pedir justicia por él.
Otra vez en Santiago del Estero un menor adentro del patrullero, sostenido por la policía mientras la gente pasaba a pegarle, lo agarraban de los huevos, lo hacían perder su humanidad, hundirse en miedo, la proximidad de la muerte, mejor la muerte.

Miles de personas nos criamos bajo un discurso único: muerte al negro, chorro, pendejo maldito que usa gorrita. Inmigrante de mierda que es la causa de todos los males.
Ningún político fue preso por más pruebas en su contra sobre la intencionalidad para afectar a la gente pobre, su corrupción, sus muertos.

Jóvenes perdidos bajo la línea de pobreza, generaciones de generaciones sin educación, comida o posibilidad alguna; ellos son los responsables de las políticas estatales del fracaso, del hambre, de la muerte, así lo indica la prensa, así debe ser.
La policía sigue gozando de impunidad; peor aún: goza de legitimidad.
La militancia no logra ponerse de acuerdo, no logra enfrentar ni solucionar estas problemáticas.
Mientras perseguimos nuestros objetivos individuales, miles de pibes mueren.
Me lo planteo y me lo pregunto todos los días. Siento odio, rencor, asco, no lo voy a negar.

De Catán a Miramar

Abro el celular y veo la noticia de que mataron a un joven de una trompada. Veo los videos, la policía alrededor haciendo nada, comos siempre. 3 pendejos de González Catán a quienes se les ocurrió irse de vacaciones siendo morochos, se tendrían que haber quedado en el corso provincial que no tiene aprobación de la intendencia y la policía los clausura, pero quizás la policía solo los hubiese torturado. ¿Como se le va a ocurrir a un negro irse de vacaciones? Caminaban por la calle, y una familia los acusa de ladrones, esos policias que miraban a la nada mientras eran increpados por un familiar, requisaron a los jóvenes, a quienes no se les había encontrado nada, pero de nuevo, la culpa es de ellos, se les ocurrió que les habíamos dado permiso para ir de vacaciones a Miramar.
Rodeados por la policía, un joven irrumpe y le pega a uno de los pibes. La policía no hace nada, ¡qué raro!. Por obligación al ver una agresión física y respetando el artículo 44 del código civil que dice “respetar la dignidad humana por sobre todas las cosas”, los policías debían haber detenido al otro agresor.
Dicen que la ambulancia llegó rápido, que la policía por protocolo no puede hacer más nada que esperar, el pibe está desmayado en el piso, solo, con su humanidad, nadie esperaba ese final pero es el que todos conocemos. Todos los días el mismo final.
El pibe muere. La familia tiene que salir a decir que era un buen pibe, porque todo hay que justificarlo, el titular indica que “Mataron a un joven de 17 años de una trompada tras acusarlo de un intento de robo”
Hay miles de hipótesis y debates que podemos dar, pero no importan. Otro pibe.

¿Querés ser policía?, Yo no

La vida de todos sigue. Me encuentro con una amiga, le pregunto como está su hija en la universidad, me dice que mal, que ahora parece que va a entrar en la policía porque necesita trabajo, ese maldito trabajo, ese maldito sistema de exclusión que desde 1900 hace que en todos los países de latinoamérica la gente, para sobrevivir y comer, tenga que ser cartero, policía o militar. No hay más expectativa, no hay más.
Entiendo el contexto, las personas pese al discurso del odio y que son todos vagos, quieren trabajar, pero le digo que no, que por favor no sea policía.”Ya sé Naza, ya sé”, me contesta y me dice: “Ya sé lo que es la policía”, con el dolor que solo tiene la gente pobre con ninguna otra salida, y cómo será la humildad que antes de robar prefieren ser policías, para violar, matar y sostener este sistema; el discurso único triunfó. La fuerza se llena de gente que tiene hambre.

—¿No viste lo que pasó en Miramar? mataron a un pibe adelante de la policía y no hicieron nada —le digo.
—¿Cúal? —me mira fría y me pregunta.
—No sé, no me acuerdo el nombre, simplemente es otro pibe —lo deslizo con mi dedo como otra noticia en mi teléfono inteligente.
—El Pipí —me dice. Me quedo mirándola.
—Lo conozco, venía a casa siempre Naza, vos no sabés lo que era ese chico, lo educado, respetuoso, inteligente que era. Estamos destruidas, sí venía a casa y no quería comer le tenía que decir “dale bola comé”. Nunca hacía nada, solo quería andar en skate, ni salía de noche. Lo acompañabamos caminando cuando se quedaba en casa hasta donde lo buscaban los padres.

Llora, no se contiene, llora con el dolor de perder a un ser querido, de conocer a la policía, de ser pobre, de tener una hija que quiere ser policía, de verlo todos los días pero que ahora te toque de cerca.
Esa construcción de sentido tiene víctimas todos los días, pendejos que se creen justicieros y saltan a arrebatar de una trompada a un pibe que ni conocen y lo matan.
La familia declara en la fiscalía que todo fue una confusión. El ministerio indica que al joven que lo mató lo liberaron por orden de la fiscalía. El Juez declara que nunca se comunicaron con la fiscalía, luego de 24 hs. prófugo, lo apresan.
El barrio hoy llora a otro pibe. Se les ocurrió a los negros que podían veranear con gente de otro color. Lo pagaron caro. Si no fuese por la policía, por el discurso del odio instalado a través de los medios tradicionales de comunicación, por los gobernantes y la sociedad, hoy ese pibe seguiría vivo.

Ezequiel Lamas, el Pipi, solo quería andar en skate, tenía 17 años. Hoy será otra bandera de una lucha que parece estéril. El pibe que lo mató no era policía pero se crió bajo el mismo odio y el mismo discurso, el Estado y los medios tradicionales lo convirtieron en asesino.
Ezequiel se merecía un mundo donde los pibes vayan a la escuela, puedan irse de vacaciones y nadie tenga que ser policía.

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