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La pandemia en los barrios populares, la otra cuarentena

Escrito por el marzo 24, 2020


Mientras que desde los medios tradicionales de comunicación, la clase media y alta sostiene la consiga de quedarnos en nuestras casas y respetar el aislamiento social, preventivo y obligatorio, en La Retaguardia nos preguntamos qué sucede en los barrios populares y en las villas a la hora de asimilar la cuarentena. En la primera emisión de Hasta que vuelvan los abrazos el programa de La Retaguardia durante la cuarentena, habló sobre este tema una de las referentes de La Poderosa, María Claudia Albornoz: “La expectativa de vida en los barrios pobres es muy corta. O te mata el narcotráfico o te mata el gatillo fácil o te mata alguna enfermedad”. (Por La Retaguardia)

🎤 Entrevista 👉 Fernando Tebele/María Eugenia Otero/Giselle Ribaloff
Redacción 👉 Diego Adur
💻 Edición 👉 Pedro Ramírez Otero

Si bien las medidas tomadas por el gobierno nacional para contener la propagación del virus Covid-19 son necesarias, existen sectores sociales que sufren esta cuarentena mucho más que otros. En los barrios populares y en las villas las familias viven hacinadas en casas muy pequeñas en las que deben convivir muchas personas. Por otra parte, la obligatoriedad de quedarse en sus casas les impide a muchos y a muchas de ellas salir a ganarse el dinero necesario para darles de comer a sus familias ya que en estos sectores la subsistencia es día a día. María Claudia Albornoz es una de las referentes de La Poderosa, vive en el Barrio Chalet, en Santa Fe y es trabajadora de la salud. Pertenece a un movimiento social que funciona en comedores populares y a partir de la propagación de la pandemia también están produciendo barbijos para proteger la salud de todas las personas que los necesiten. La Negra Albornoz contó acerca de esta situación a la que están expuestos en su barrio que es ignorada completamente por los medios tradicionales de comunicación:
“Es bastante complicado aislarse en medio de mucha gente viviendo en pocos metros cuadrados. Entendemos que es muy necesario. Yo te estoy hablando desde la ciudad de Santa Fe. Nosotras tenemos acá una asamblea de La Poderosa, en el Barrio Chalet. También soy trabajadora de la salud. Vivo en este barrio hace casi 55 años. Sabemos de emergencias por acá. Es complejo cuando escuchamos la consigna de ‘quedate en casa’. Entendemos que es lo que dijo el presidente. Es un decreto constitucional y es obligatorio, pero las realidades son muy distintas. Lo primero que tenemos que pensar cuando decimos ‘quedate en casa’ es cuántos metros cuadrados tiene la casa, cuánta gente vive en esa casa. Eso nos complejiza porque necesitamos asistencia para esas familias que viven en muy pocos metros cuadrados con mucha gente. Muchas veces esas casas son usadas como dormitorios más que como para vivirlas. Por lo general, en los barrios populares o en las villas hay mucho hacinamiento. Se pone muy pero muy complejo. Lo que en realidad se habita en las villas es el barrio: la canchita, los pasillos y lugares afuera de la casa. En realidad, adentro solo se va dormir. A veces, a comer”, señaló Albornoz.
El aislamiento para estas familias se hace verdaderamente complejo sino imposible. Los parámetros a la hora de juzgar o sancionar si determinadas personas no cumplen estrictamente con la cuarentena deberían amoldarse también a esta realidad. La intención de la referente de La Poderosa es aislarse y cumplir con los pedidos del gobierno, pero para ello exige ayuda al Estado: “Necesitamos que se empiecen a tomar medidas que podamos cumplir con este decreto presidencial, que podamos cumplir con algo tan fundamental como aislarnos para que este virus no se propague. Pero necesitamos asistencia. Sino es muy difícil cumplir este tipo de medidas que son necesarias. Deben adaptarlas a los territorios e ir acompañadas de la mano del Estado. Necesitamos que el Estado y los gobiernos vuelvan a los territorios a acompañar esta situación de hacinamiento. Si no se hace muy complejo”, pidió.
La realidad que se vive en las villas y en los barrios populares es muy distinta a la que se muestra en la televisión y en las redes sociales. También es diferente la posibilidad de quedarse encerrado sin ir a trabajar para un asalariado, un trabajador en relación de dependencia, un empresario, un patrón, que la de una persona que vive al día y sin ahorros: “Nosotros vemos en las redes sociales como la gente comparte que ve películas, comparte que lee libros, que pueden salir al balcón o tienen un pedacito de patio. Esto en los barrios populares no ocurre. Son pasillitos pequeños, casitas pequeñas con mínimos metros cuadrados en donde tiene que vivir una familia que son 9, 10 u 11 personas. Además, ¿cómo hacen para quedarse en casa el padre, la madre o quién tiene que conseguir el alimento a la familia, que si no sale a laburar no come? Desde hace mucho tiempo que en los barrios tenemos economía de subsistencia. Estos sectores empobrecidos son los que salimos a buscarnos la changa, la moneda, en función de llevar algo de comida a la casa. Las organizaciones y los movimientos sociales somos los que nos encargamos, por ejemplo, de que los comedores sigan funcionando y que la gente tenga un plato de comida. Hoy se hace cada vez más difícil. Esas listas de espera que ya teníamos hoy se han incrementado enormemente. No hay recursos alimentarios para seguir alimentando más gente. Pedimos que se organice esa cantidad de alimentos que necesitamos repartir, que necesitamos cocinar”, expresó.
Hoy son esas organizaciones sociales las que sostienen el funcionamiento de los comedores populares. Necesitan la ayuda y el abastecimiento del Estado para poder continuar: “Tenemos una gran responsabilidad en lo que es el manejo de la seguridad alimentaria. Estamos trabajando con barbijos. Hay que lavarse las manos permanentemente. Alcohol en gel no hay. Limpiamos las superficies constantemente con agua y lavandina. No nos queremos enfermar ni queremos enfermar a nadie más. Necesitamos los alimentos para cocinar. Sabemos que la emergencia se está reorganizando, pero el primer sector que hay que organizar rápidamente es el sector más empobrecido. Como decía (Carlos) Mugica, ‘nadie puede hacer huelga de hambre con su propio hambre’. Como una puede dejar de trabajar si el trabajo de ese día te permite llevar un plato de comida. Es muy difícil quedarse en casa en esas condiciones. Necesitamos que los que gobiernan provean alimentos secos. El ejército cuando reparte comida en una esquina genera un hacinamiento que también es complejo. Hay un montón de cosas que rever. Empecemos a ordenarnos para llegar al momento más crítico de contagio de otra manera”, dijo.
No solo la falta de comida y el hacinamiento golpea a estos sectores desprotegidos. Albornoz también mencionó la necesidad de que desde el Estado se envíen profesionales de la salud y asistentes sociales para quienes viven en las villas: “Necesitamos medidas de acompañamiento, no solamente de la policía y del ejército. Necesitamos equipos de trabajadores y trabajadoras sociales que puedan acompañarnos de otra manera. La policía está super virulenta en ese sentido porque nos quiere hacer cumplir a rajatabla algo que es imposible cumplir en estas condiciones. Si las cambiamos y nos acompañan de otra manera seguramente las podamos hacer. La Policía de Santa Fe está muy endurecida. No nos dejan salir ni hacer los barbijos como estábamos haciendo. Nos paran en la calle y nos meten en nuestra casa. No están escuchando nada. Estamos de acuerdo que hay que cumplir esas medidas, pero veamos cómo. El acompañamiento no puede ser únicamente de la policía ni del ejército. Tiene que haber agentes sociales en el acompañamiento de esas familias viendo qué les pasa, cómo están. Mucho de eso lo hacemos los movimientos sociales. Llega un punto que el lomo no te da más. Necesitamos una respuesta del Estado y del gobierno en función de poder ordenar esto. Necesitamos alimentos secos, sí o sí. No solo para nuestros comedores sino también para proveerle a esas familias para que no salgan. A través de la Tarjeta Alimentar podrían proveernos de mayor cantidad de dinero para que la gente compre y se quede en la casa. Tenemos muchos días por delante. ¿Cómo hacés para que esa gente que no tiene para comer y vive en condiciones de hacinamiento se quede en su casa? Es una ecuación que no da”, reflexionó Albornoz.
El Covid-19 y las complejas condiciones de hacinamiento que deben cumplir desde los barrios no es el único problema para los sectores populares. El brote epidémico de dengue también es una amenaza constante: “En este barrio, el año pasado tuvimos 100 casos de dengue. La situación del dengue es muy compleja porque te deja sin trabajar. El cuerpo no resiste. Es muy doloroso. Te deja postrado. Los más afectados son los varones. Necesitamos campañas más profundas para que se pueda vivir con otra calidad de vida. El dengue ataca a los sectores más empobrecidos mientras que el coronavirus parece que es de una clase social que pudo viajar y expandirse. El dengue no tuvo la misma atención que tuvo el coronavirus. Hay que entender a qué sectores ataca el dengue y lo que provoca. Dentro de la economía popular genera un agujero enorme. La gente no puede salir a trabajar porque queda postrada”, contó
Por último, Albornoz reflexionó sobre la necesidad de mejorar la calidad de vida de las personas que viven en villas y barrios populares: “Las demandas tienen que ver con el cuidado de la salud. Necesitamos niñas y niñas bien alimentadas. Siempre los sectores que están menos comidos y más golpeados por las crisis económicas son los más expuestos. Dicen que el coronavirus afecta mucho a los viejitos y a las viejitas. En mi barriada no hay gente mayor de 75 años, porque no llegan. La expectativa de vida en los barrios pobres es muy corta. O te mata el narcotráfico o te mata el gatillo fácil o te mata alguna enfermedad”, cerró.

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