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Megacausa Campo de Mayo: de la solidaridad militante a la emboscada genocida

Escrito por el septiembre 21, 2020


En la audiencia del miércoles 9 de septiembre se escucharon testimonios por las desapariciones de Raúl Alberto Rossini y Hugo Luis Morante, desaparecidos en el verano de 1977. También declaró la hermana de Cristina y Fernando Escudero, detenidos-desaparecidos el 28 de septiembre de 1976. (Por La Retaguardia)


✍️ Texto y cobertura en juicio 👉 Diego Adur
💻 Edición  👉 Fernando Tebele
🖍️ Ilustraciones: Paula Doberti/Dibujos Urgentes

Juan Martín Rossini declaró por la desaparición de su padre, Raúl Alberto Rossini. Pedro, como lo conocía la mayoría de las personas o ‘Nariz con pelos’ como también lo llamaban, era militante montonero. Juan Martín era apenas un niño de dos años y medio cuando emboscaron a su padre y lo desaparecieron. Su mamá, Lidia Alicia Zunino, había sido secuestrada el 10 de diciembre de 1976 en la casa de la calle Thomas Edison, en Martínez, donde vivía la familia. En ese momento, el testigo se encontraba en el jardín de infantes y Raúl no estaba en la casa. Cuando regresó al barrio, llegó a ver que se estaba llevando a cabo un operativo y se imaginó lo peor para su compañera. Huyó junto a Juan Martín y lo refugió en la casa familiar de Hugo Luis Morante, un compañero de militancia. Cuando Morante fue secuestrado, el 12 de enero de 1977, Rossini decidió irse de la casa. Hacía visitas esporádicas para corroborar que su hijo se encontrara bien, pero ya no vivía allí con la familia de su amigo. La casa familiar de los Morante, en Boulogne, fue ocupada por personal del Ejército. Planearon la captura de Raúl, utilizando como carnada a su hijo, Juan Martín. La emboscada se concretó el 28 de enero de 1977. Raúl había ido a ver a su hijo porque le habían comunicado que estaba enfermo. Apenas llegó a la casa los militares lo secuestraron.
El testigo averiguó que su papá estuvo privado de la libertad en Campo de Mayo. Fue por una conversación que mantuvo con Juan Carlos Scarpati, quien logró escaparse de ese centro clandestino. Scarpati contó al testigo que su papá lo había ayudado “espiritualmente” y también a sanar unas heridas de bala con las que había ingresado. “Me contó que había sobrevivido en Campo de Mayo gracias a la ayuda de mi padre”, relató.
Raúl Rossini fue un importante cuadro dentro de la organización Montoneros. Fue jefe máximo de la Columna Norte de la Provincia de Buenos Aires hasta que se distanció de la conducción por algunas diferencias: “Pensó que la violencia estaba siendo extrema y que había muy pocas chances de lograr los objetivos que se habían propuesto. Era mucha la agresión con la que estaban siendo golpeados por las Fuerzas Armadas, sumadas a los organismos de Inteligencia y los centros de ayuda que tuvieron de los países dominantes. Le propuso a la Conducción General de la organización desarmar lo hecho porque las posibilidades de ganar eran muy bajas. Lo destituyeron y lo enviaron a sectores donde los militares iban con mayor énfasis”, contó. 
También declaró en la audiencia Blanca Morante, hija de Hugo Luis Morante. Blanca contó qué sucedió a partir de que Pedro, como ella conocía a Raúl Rossini, le dejó a su familia el cuidado y la protección de Juan Martín, “Juancito”. El 12 de enero, Morante no regresó de trabajar. Ya había sido detenido. Algunos días después recibieron un llamado de Hugo. La casa de Blanca se llenó de gente. Estaban preparando la emboscada para Rossini. Uno de esos días, llevaron a la mamá de Blanca a ver a Hugo. “Estaba totalmente desnudo, en un camión cerrado, siendo torturado por un hombre con un perro. Tenía heridas en estado de putrefacción y olía a podrido”. A la mujer le preguntaron por Pedro. Ella les dijo que no lo veía casi nunca y no sabía dónde estaba. Cuando regresaron, se instalaron definitivamente a esperarlo. La tía de Blanca, Luisa, tenía órdenes de ser solo ella quien atendiera el teléfono y abriera la puerta. “Cuando llamó Pedro la obligaron a que le dijera que Juancito estaba enfermo. Así lo hizo”. Cuando Rossini llegó a la casa fue secuestrado. “No supe más nada ni de mi papá ni de Pedro”, atestiguó Blanca. Ella también estuvo reunida con Scarpati. Le contó que su papá había estado con él en Campo de Mayo y fue, junto a  Rossini, quien lo ayudó a sanar sus heridas. La testigo no preguntó más. No quiso saber los detalles de la vida en cautiverio de su padre.
Luego de las desapariciones de Morante, primero, y de Rossini, después, medios como Clarín y La Nación publicaron falsas noticias en las que, supuestamente, ambos habían sido abatidos como guerrilleros en enfrentamientos con militares. “Yo pensé que mi papá y Pedro estaban muertos. Después me di cuenta de que la gente no se moría en un enfrentamiento. La gente estaba viva, en algún lado”, reflexionó Blanca, quien admitió que fue la primera vez que pudo hablar de lo sucedido en aquellos tiempos y compartió el recuerdo de su padre con el Tribunal Oral Federal Nº1 de San Martín: “Nunca conté lo que me había pasado. Nunca pude decir lo que le había pasado a mi papá, lo que habíamos pasado en esta casa. Yo necesito darle un cierre a esto. Mi papá era una persona súper solidaria. Les abrió las puertas de mi casa a Pedro y a su hijo porque tenía un corazón enorme. Era muy alegre y jovial. Hacía bromas permanentemente. Yo traté de nutrirme de eso. Él trató de inculcarnos la solidaridad y el ser justos. Creo que no le fallé. Siempre he tratado de ser la mejor persona, como él hubiese deseado que fuésemos sus hijas. Lo recuerdo con todo mi amor. Que sea justicia”, concluyó su testimonio.
En la audiencia también declaró Elena Gilda Zunino, la hermana de Lidia y cuñada de Raúl Rossini. Elena se enteró, mediante el testimonio de Scarpati, que Raúl había estado en Campo de Mayo de abril hasta septiembre por lo menos. “Tuvo palabras de elogios hacia mi cuñado por su entereza. Me demostró mucha admiración y respeto por Raúl”, sostuvo.
En el cierre de la jornada, Mónica Escudero brindó testimonio por las desapariciones de su hermana, Cristina, y su hermano, Fernando. Fueron desaparecidos el 28 de septiembre de 1976. La familia tenía un local de antigüedades en Martínez, sobre Avenida del Libertador. Los militares llegaron buscando a Cristina. Ella no estaba en el local, y se llevaron a Fernando. Fueron hasta donde vivía su hermana: “Revolvieron toda la casa y se llevaron todo lo que pudieron”, contó Mónica.
La testigo también habló de su propia militancia tras la desaparición de su hermana y de su hermano, y sus deseos de encontrarlos: “Empecé a militar en Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas. Aprendí mucho de Derechos Humanos. Quiero saber qué pasó con mis hermanos, qué pasó con todos los desaparecidos y con las madres y sus bebés”, terminó.
Al finalizar la audiencia, la secretaria del Tribunal leyó la resolución de las juezas Silvina Mayorga y Nadia Flores Vega y el juez Daniel Omar Gutiérrez, en la que rechazan el pedido de los doctores Pablo Llonto, abogado de la querella, y Ciro Anniacchiarico, de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación,  para allanar la casa de Quintana 208, en San Martín. Las querellas lo habían solicitado la audiencia anterior por el caso de la usurpación de un ex policía en la casa de una pareja de desaparecidos/as.

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