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Este domingo 31 de enero se cumplen 12 años de la desaparición forzada seguida de muerte de Luciano Arruga, cuyo cuerpo fue encontrado 5 años y 8 meses después en el cementerio de la Chacarita, enterrado como NN. Como dice su mamá, Mónica Alegre, Luciano fue un negrito villero que se negó a robar para la policía. Tenía 16 años cuando lo desaparecieron. Meses antes, había sido torturado en el destacamento de Lomas del Mirador —hoy el Espacio Luciano Arruga—, hecho por el que el policía Diego Torales, es el único condenado. Los policías que estaban el día de su desaparición ni siquiera están procesados. Tampoco parece haber responsables políticos. En el programa radial La Retaguardia, Mónica Alegre contó cómo espera este nuevo aniversario, con jornada virtual y transmisión de Radio Zona Libre a las 15 desde el Espacio, y compartió algunas de las anécdotas con su hijo. (Por La Retaguardia)


🎤 Entrevista: Pedro Ramírez Otero/Agustina Sandoval Lerner
✍️ Redacción: Diego Adur
💻 Edición: Fernando Tebele
📷 Foto de portada: Archivo Natalia Bernades/La Retaguardia

—Si un día yo no estoy, te pido por favor que me cuides a mi hermana. Prometeme que lo vas a hacer y que nunca la vas a dejar sola —le dijo Luciano Arruga a su madre.
—Dejá de hablar, ¿a dónde te vas a ir?
—No sé, mamá. Un día me voy a otro país, no puedo venir más y no la voy a poder cuidar. Te pido que la cuides. Cuidame a mi hermana, por favor. Entonces yo me voy a poder ir tranquilo.
Mónica recreó así cómo fue la última conversación que tuvo con su hijo. Su voz es inconfundible. Casi que no haría falta presentación. Mónica Alegre habla de su hijo, Luciano Arruga, e inmediatamente se la nota llena de orgullo, de fuerza. Esa fortaleza que, admite, no siempre tuvo, pero que transmite cada vez que presta su voz para hablar de Luciano y de los pibes y las pibas asesinadas por la policía. Porque estas Madres que se unen en el dolor, en la pérdida, pero también en la lucha constante y en el grito incansable de justicia, no lo hacen solo por sus historias. Lo hacen por todos los pibes y las pibas víctimas del gatillo fácil, asesinadas en comisarías o desaparecidas por el Estado. Mónica es un claro ejemplo de esa solidaridad contagiosa que tienen estas madres compañeras. Por eso, dice que este 31 de enero, en medio de la pandemia, quien quiera recordar a Luciano lo haga de la manera que pueda y reivindicando a cada uno y cada una de esos jóvenes: “Este año es atípico por el contexto de pandemia. Se decidió no hacer marcha ni festival para cuidar y preservar la vida de los que vienen de tan lejos, de todas las provincias. Tampoco vamos a arriesgarlos a que se lleven una enfermedad de acá. Se va a recordar a Luciano con una radio abierta, se harán pintadas. No estamos convocando a la gente, pero sí yo les invito que el que quiera recordar a Luciano, cada uno desde su lugar, haga una actividad con sus precauciones, recordando a sus pibes porque lamentablemente en todas las provincias y en todos los lugares hay un pibe desaparecido, un pibe víctima de gatillo fácil, una piba desaparecida. El mejor homenaje que se le puede hacer a Luciano el 31 es recordar a sus pibes: recordar a Santiago (Maldonado), recordar a Facundo (Rivera Alegre), a Rafita (Nahuel), a Daniel Solano, recordar a todos y todas”, pidió.
 
Un pibe soñador y fánatico de River

Es inevitable que el corazón de Moni no se estruje un poco cuando habla de su hijo. Sin embargo, comparte esas sensaciones con una calidez entrañable: “Yo lo recuerdo como era: un pibe de barrio, común. Un pibe que tenía sueños, tenía ilusiones. No le gustaba el estudio. Él simplemente quería terminar el secundario y regalarle el título a su hermana. Le gustaba tener amigos, jugar al fútbol en la plaza, descalzo, por el pancho y la coca. Soñaba con conocer lugares. Decía que me iba a llevar a muchos lados. Soñaba con conocer el mar. Decía que cuando sea grande iba a trabajar piola y me iba a hacer la casa linda, que no me iba a faltar nada. Era muy compañero conmigo. Soñaba con tener hijos y un sobrino. Amaba tener un sobrino. Se enojaba con su hermana, le decía ‘todos mis amigos tienen sobrinos y yo soy el único que no tengo, no sé qué estás esperando’. Vanesa se reía. Soñaba con ese sobrino que ahora está. Él decía que iba a tener hijos. Su primer hijo iba a ser varón y se iba a llamar Enzo Ramón. Soñaba con conocer la cancha y a sus idolos, Enzo Francescoli y Ramón Díaz. Soñaba con estar en esa tribuna”, ilustró Móni los deseos de un pibe de 16 años.
“Blanco fácil”

Como a muchos pibes y pibas del barrio, a Luciano lo fue a buscar la policía para que robara para ellos, en el intento por aprovechar su vulnerabilidad social. Él se negó, lo compartió con su familia y desde ese momento fue perseguido, hostigado y amedrentado por quienes después terminaron por desaparecerlo: “En ese momento nuestra situación no era la mejor. Yo recién venía al barrio. No tenía trabajo y no estábamos bien. Luciano era un blanco fácil. Era el momento del auge de la policía regenteando a los pibes. La mayoría de los pibes trabajaban para la policía. Tenía 16 años, era inimputable. Le ofrecieron el trabajo, pero gracias a que Luciano siempre tuvo la palabra sensata de su hermana, dijo que no. Siempre demostró otras cosas por qué luchar. Él dijo que no y eso fue marcar su sentencia de muerte. Poco tiempo después lo llevaron detenido, lo amenazaron, lo hostigaron. Lo golpearon y lastimaron física y psicológicamente. Cuando yo lo saqué a Luciano ya no fue el mismo. Sabía que tenía los días contados y yo no me di cuenta. Esto fue en septiembre. Meses después, mi hijo desapareció”, lamentó.
Sin justicia y con toda la impunidad
En mayo de 2015, el policía Diego Torales fue condenado a 10 años de prisión por las torturas contra Luciano Arruga aquel 22 de septiembre de 2009 en el ex destacamento de Lomas del Mirador, que ahora lleva el nombre de Espacio Luciano Arruga. Nadie está preso por la desaparición forzada seguida de muerte del joven. Para Mónica, esa justicia a cuentagotas no alcanza: “Hay mucha gente que me dice que yo tuve justicia, pero yo no tuve justicia. Esos 10 años que le dieron a Torales no fueron por la muerte y desaparición de mi hijo, sino que son por las torturas que Luciano recibió ese 22 de septiembre. Lamentablemente, la causa de Luciano se ramificó en muchas cosas turbias. Ese fue el comienzo de la tortura a Luciano, el hostigamiento. Fue lo que desembocó después en el 31 de enero. Él no tuvo que ver con la desaparición, pero sí con la tortura. Esa causa no está vinculada con la desaparición. Según el fiscal son dos causas distintas. Hay 9 policías que no están imputados, solo están como testigos”, explicó y contó todo el padecimiento que tuvo que pasar la familia durante el permanente reclamo de justicia: “Pasaron 12 años, muchas pruebas se perdieron y muchas cosas se dijeron; que Luciano Arruga había tenido un accidente de tránsito. Se dijo reiteradas veces eso. Con eso se quedó. Hoy por hoy, a 12 años, Luciano fue un pelotudo que cruzó la General Paz. Así quedó para el Estado y para la sociedad. Yo sé que no fue así. Yo sé lo que le pasó a mi hijo. Yo viví el calvario de mi hijo, yo viví el hostigamiento. A mí me incendiaron el rancho. A Vanesa le quemaron su auto. Tengo chicos de Familiares y Amigos que fueron secuestrados. Si un estúpido cruza la General Paz, ¿para qué la policía se toma tantos esfuerzos en hostigar a una familia y hacer escuchas? ¿No será que a ese estúpido lo tiraron en la General Paz? ¿No será que lo obligaron a cruzar? ¿No será lo mismo que le pasó a Santiago Maldonado? Para la sociedad y el Estado pasó eso, porque al Estado no le conviene”, señaló Alegre.
El aparato represivo y desaparecedor que funciona desde dentro del Estado es tan siniestro como continuo. Cuando esa justicia no llega y la impunidad de los responsables sigue creciendo, pareciera lógico darse por vencido y tirar la toalla. Es ahí cuando aparece esa fuerza de otros y de otras, personas que en muchos casos padecieron casos similares, para ayudar a levantarse, acompañar y sostener la lucha: “Hay muchísimo casos en los que la familia se agota. No es fácil lidiar con esto. Hay veces que te falta la fuerza, hay veces que bajás los brazos y decís hasta acá llegué, más cuando no tuviste justicia, aunque no creo en la justicia del hombre. Cuando los policías se te cagan de risa en la cara, cuando los ves por tu barrio, cómo siguen regenteando… Los pibes siguen robando y arriesgan la vida por una billetera o un celular y ni siquiera lo están robando para ellos. Ese celular que van a vender a mil pesos, quinientos pesos son para la policía. Hay personas que bajan los brazos. Yo tengo mucha buena gente al lado que no me dejan bajar los brazos y cuando lo hice estuvieron para sostenerme. Tengo esa suerte. Dentro de todo lo malo que me pasó, puedo decir que soy una persona afortunada porque conozco gente que jamás me ha dejado caer”, dijo, y mencionó una de esas tantas manos que la acompañaron y sostuvieron en algún momento de debilidad: “En estos días yo necesito de todas ellas. Pasó a verme Adriana (García), la madre de Diego Cagliero, el pibe que fue baleado en el supermercado. Se vino desde Martín Coronado para verme a mí. Para mí eso no tiene precio”, destacó. Cagliero fue asesinado el 19 de mayo de 2019 tras una persecución en la que los efectivos policiales dispararon 15 balazos contra la camioneta en la que Diego iba con sus amigos. Los acusaron de haberse robado una botella en un supermercado. Cagliero murió alcanzado por los disparos.
El amor incondicional por su hermana, Vanesa Orieta
“Me pidió un favor muy grande. Yo me reí. Me pidió que cuidara a su hermana. Fue los primeros días de enero”, contó y recreó el diálogo con el que comienza esta nota.
“Ese era Luciano. Ese era el amor que tenía hacia su hermana. Siempre lo recuerdo”, dijo y se despidió como ella suele hacerlo, casi a los gritos: “Soy Mónica Raquel Alegre, la madre de Luciano Nahuel Arruga, el negro villero que se negó a robar para la policía. Si hubiese robado, igual estaría acá pidiendo justicia como todos los años”, concluyó.
La jornada de este año

El domingo 31 de enero se hará una radio abierta en el Espacio Luciano Arruga, a cargo de Radio Zona Libre, la radio que Familiares y Amigos impulsan desde el lugar y que fue una de las herramientas fundamentales en la recuperación del espacio. Allí, entre distintos homenajes, hablarán del Jury político impulsado contra el primer juez de la causa, Gustavo Banco y las primeras fiscales, Roxana Castelli y Celia Cejas Martín. La intención es llevarlos a juicio por ser quienes frenaron la causa durante tantos años, realizaron espionaje ilegal contra la familia y garantizaron la impunidad para los responsables políticos y materiales de la desaparición forzada seguida de muerte de Luciano Arruga.

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