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Genocidas con prisión domiciliaria, ¿cuándo vamos a decir basta?

Escrito por el julio 26, 2021



Pensar el significado de las palabras Memoria, Verdad y Justicia. Desde El Dipy al obispo Castrense Monseñor Olivera. El pedido de reconciliación 2021 y la prisión domiciliaria para los genocidas sin escuchar a las víctimas del terrorismo de Estado. Los pañuelos de las Madres y el llamado a la sociedad del sobreviviente Walter Docters. (Por La Retaguardia)

✍️ Redacción: Paulo Giacobbe
💻 Edición: Diego Adur
🎤 Entrevista: Fernando Tebele
📷 Foto de portada: La detención de Eduardo Ascheri tras haber sido condenado a cadena perpetua en el juicio Contraofensiva (Natalia Bernades/ Archivo La Retaguardia)

El icono artístico del macrismo, míster El Dipy, tiene un programa en Radio Rivadavia donde saca a pasear su filosofía de vida. El primero de julio dijo que los militares “se equivocaron un montón, han hecho un montón de cosas, pero se equivocaron un montón”, fue su punto más alto después de decir que al gobierno había que sacarlo a patadas en el culo. Al programa siguiente resaltó al genocida Alfredo Astiz por sobre Hebe de Bonafini. Difícil analizar el total de sus dichos porque en poco tiempo mezcló muy rápido todo. Estela de Carlotto, titular de Abuelas de Plaza de Mayo, le contestó con mucha paciencia. Le pidió que piense sobre el significado de las palabras “Memoria, Verdad, Justicia”. 
Míster El Dipy eligió otro camino y fue al programa de la provocadora Viviana Canosa, en A24. La conductora sube la vara día a día, se autoexige, aunque no logra superar su performance de tomar dióxido de cloro de una botella de plástico. Canosa fue denunciada por la muerte de un niño de cinco años en Neuquén por ese momento de rating. “Cuando dije que los militares hicieron cosas, la autopista que ella (Estela) agarra para ir por todo el mundo la hicieron los milicos, de obras hablé yo”, dijo míster El Dipy. No hay caso, la lógica actúa de maneras misteriosas y debe ser como decía irónicamente Osvaldo Bayer, Hitler mató millones de judíos, pero hizo autopistas y le dio trabajo a todo el mundo. 
Pensar el significado de las palabras “Memoria, Verdad y Justicia” no es un ejercicio solo para míster El Dipy. El consejo le cabe también a algunos políticos de Juntos por el Cambio y otras faunas autóctonas que hacen comparaciones numéricas entre los 30 mil desaparecidos y desaparecidas y las personas  fallecidas por Covid. El último 9 de Julio, en esas marchas de consignas amplias donde prima la utilización de los símbolos patrios para autoproclamarse  como únicos herederos de Argentina y con una notoria pertenencia política partidaria, nuevamente fueron vandalizados los pañuelos de las Madres que están alrededor de la pirámide en la Plaza de Mayo. Las pintadas hacían alusión al número de muertos por la pandemia en nuestro país.  
Asuntos más sagrados
El 17 de junio el Obispo Castrense, Monseñor Santiago Olivera, se dirigió por carta a los sacerdotes del vicariato. Recordó escritos del Papa Francisco, ex Jorge Bergoglio, al tiempo que pidió por la prisión domiciliaria para los genocidas de la última dictadura cívica, militar, religiosa. 
El texto del Papa Francisco es  “Caminos de Reencuentro” Encíclica Fratelli Tutti, que luego de meditar en voz alta sobre paz, memoria, verdad, justicia y venganza, dice: “La verdad no debe, de hecho, conducir a la venganza, sino más bien a la reconciliación y al perdón. Verdad es contar a las familias desgarradas por el dolor lo que ha ocurrido con sus parientes desaparecidos”.  
“¿Quién no puede sentirse conmovido e interpelado en nuestra querida Argentina?” se preguntó Olivera en su insistente peregrinar por reconciliación. 
En su Encíclica, el Papa Francisco también se refirió a la pena de muerte y a la cadena perpetua: “Todos los cristianos y los hombres de buena voluntad están llamados, por lo tanto, a luchar no sólo por la abolición de la pena de muerte, legal o ilegal que sea, y en todas sus formas, sino también con el fin de mejorar las condiciones carcelarias, en el respeto de la dignidad humana de las personas privadas de libertad. Y esto yo lo relaciono con la cadena perpetua. La cadena perpetua es una pena de muerte oculta”.
Olivera entonces escribió: “Esta situación, tristemente, la vivimos con tantos presos imputados de delitos en tiempos de la dictadura, algunos casos sin proceso, con detenciones preventivas por más de dos años, con edades muy avanzadas, enfermedades y delicados estados de salud. Incluso en este tiempo de pandemia con riesgo sanitario, no se les ha permitido cumplir la detención en forma domiciliaria”. Así, directo, el obispo Castrense. Pero cuando creíamos que lo peor ya había pasado, llegó el cierre: “Que esta Encíclica que nos ha regalado Francisco nos permita crecer como sociedad en amistad y concordia, buscando siempre el bien común en verdad, memoria y justicia”. Santiago Olivera, el Obispo para las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad de la República Argentina, estuvo pensando en el significado de las palabras Memoria, Verdad y Justicia, pero la hostia le cayó del lado de la impunidad. 
Escuchar a las víctimas
Otorgar el beneficio de prisión domiciliaria a detenidos por crímenes de lesa humanidad es algo que viene en aumento desde 2015,  más de la mitad están en su casa. Algunos incluso la conservan después de salir a pasear sin autorización o pese a haber estado prófugos. En los juicios de todo el país las víctimas piden lo mismo: cárcel común, perpetua y efectiva.
Cuando en 2017 la Corte Suprema de Justicia decidió acelerar el proceso de impunidad favoreciendo a los genocidas con el 2×1, el repudio de la sociedad fue enérgico. Con los pañuelos de las Madres en alto se realizaron movilizaciones en toda Argentina y en el extranjero. El Congreso aprobó una Ley para evitar su aplicación. El máximo Tribunal volvió a sacar las cuentas; ahora el resultado le daba rechazo multitudinario y dio marcha atrás. 
“Revocar las prisiones domiciliarias otorgadas a los imputados y ordenar sus traslados a cárceles del Servicio Penitenciario Federal” ordenó el 10 de junio de este año el  TOF Nº 4 de San Martín en la lectura del veredicto por la represión a la contraofensiva Montonera. De los cinco acusados que llegaron a esa instancia del juicio, tres estaban con prisión domiciliaria. Jorge Eligio Bano y Eduardo Eleuterio Ascheri perdieron ese beneficio y, amenazas mediante, fueron conducidos a la cárcel de Campo de Mayo. 
Roberto Dambrosi, el tercero de los acusados, logró continuar con el beneficio de la domiciliaria por razones de salud. El fallo entusiasma por un posible efecto contagio. Los abogados defensores toman nota. El defensor público oficial Gritzco Gadea Dorronsoro, cuyo pupilo es el represor Carlos Antonio Españadero, dedicó un largo rato de su alegato a ese tema. No es la primera vez que Gadea Dorronsoro participa en un juicio por crímenes de lesa humanidad y los argumentos que expone son reiterativos. “No corresponde que a mi asistido se lo aloje en cárcel común”, proclamó el defensor justificándose en la edad de Españadero, de 90 años, quien goza del beneficio de la domiciliaria. “La condición etaria hace presumir que si se ordena la detención en una cárcel efectiva todo indica que va a morir en la cárcel y como sabemos nuestro régimen constitucional, penal y procesal no habilita el dictado de una pena de muerte. Si se dicta  una pena de prisión y se ordena que mi asistido deba concurrir a una cárcel común en cumplimiento de esa pena es como matarlo. Es dictar la pena de muerte”.  Se atajó Gadea Dorronsoro y, quizás al repasar sus propios resultados en otros juicios,  le pareció conveniente agregar que Españadero tiene problemas de salud a causa del juicio. La impunidad intenta ese andar.  
En el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en los Centros Clandestinos de Detención, Tortura y Exterminio Pozo de Quilmes, Pozo de Banfield y El Infierno de Avellaneda, (que desde La Retaguardia televisamos en directo por nuestro canal de YouTube) el sobreviviente Walter Docters interpeló al Tribunal, al Poder Judicial y a toda la sociedad, incluyéndose, al preguntar: “¿hasta cuándo?”. Luego cambió el cuándo por dónde.  
“¿Hasta dónde nosotros no podemos hacer nada para que esta gente esté en cárcel común, perpetua y efectiva mientras se hacen los juicios de lesa humanidad?”.
Docters integra el colectivo Quilmes Memoria Verdad y Justicia y en diálogo con el programa radial Oral y Público expresó que los crímenes cometidos se continúan perpetuando aún hoy, porque  los genocidas no  brindan información sobre el destino de las desaparecidas y desaparecidos, al tiempo que prosiguen con el plan sistemático de apropiación de menores, niños y niñas como botín de guerra, bebés robados de sus familias en operativos ilegales y también paridos en maternidades clandestinas; el vientre materno en cautiverio a la espera del nacimiento. La humanidad en un ring contra las cuerdas de la picana y el submarino.  
Docters consideró que “el problema (de las domiciliarias) no es de ellos, sino que es nuestro. Ellos avanzan sobre las cosas que no efectivizamos, por eso cuando yo los interpelo, se los digo a ustedes, se lo digo a todo el Poder Judicial y a nosotros como sociedad. ¿Cuándo vamos a decir basta?” El sobreviviente aclaró cualquier duda al respecto: “Y basta es basta, es irlos a buscar a la casa y llevarlos a la puerta de la cárcel”. 
Además dijo que la prisión domiciliaria no es válida en ningún caso, ni siquiera por estar  enfermos: “Los que están enfermos, es problema del Estado garantizarles desde el Servicio Penitenciario un servicio y médico que los atienda como corresponde. Pero eso es responsabilidad del Estado. Porque lo que hacen es buscar cualquier excusa para estar en la casa y después se burlan, como el asesino (Jorge Antonio) Bergés, poniendo el cartelito ‘es bueno estar en casa’, porque además son provocadores”, expresó el sobreviviente.
Jorge Bergés es un violador y ladrón de bebés, ex médico de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, que goza la prisión domiciliaria en su casa de rejas verdes en la localidad de Quilmes, de donde cuelga un cartel que dice “es bueno estar en casa”. Los vecinos pueden confundirse; ese cartel no es un mensaje solidario, de resguardo por el Covid. Es un mensaje de impunidad. En esa casa de rejas verdes vive un personaje capaz de arrebatar a un bebé del vientre de una madre secuestrada, torturada y después desaparecerla. Esa clase de sujetos son los que gozan del disfrute en sus casas, sin culpa, ni arrepentimiento. Embutidos en su patria desigual reniegan contra las pruebas. Mentirosos, cobardes y culpables que no se arrepienten, es el perfil de los genocidas. Bergés no es el único nombre de la lista. Incluso hay otras responsabilidades, de civiles, ya sea empresariales o religiosas, que difícilmente sean alcanzadas por la justicia. 
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