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Vaca Muerta en la mirada de Pablo Piovano

Escrito por el diciembre 10, 2021



El fotógrafo Pablo Piovano expondrá en Mar del Plata las imágenes que capturó durante varios años en Vaca Muerta, Neuquén. Será el 10 de diciembre en el Espacio de Memoria y Promoción de los Derechos Humanos “El Faro”, y también habrá una charla de la que participarán representantes de la Confederación Mapuche de Neuquén y del Observatorio Petrolero Sur. Piovano pasó por el programa radial La Retaguardia y profundizó acerca de la muestra “Fracking en Vaca Muerta”.  (Por La Retaguardia)

🎤 Entrevista: Pedro Ramírez Otero

✍️ Redacción: Julián Bouvier

💻 Edición: Pedro Ramírez Otero

📷 Fotos: Pablo Piovano


Pablo Piovano, fotógrafo, recorrió por más de cuatro años el megaproyecto hidrocarburífero Vaca Muerta, en Neuquén, que abarca unos 30 mil kilómetros cuadrados. A partir de estas visitas, de hablar con la gente de la zona y con las comunidades mapuche que están en el territorio, Piovano hizo un registro fotográfico que expondrá en la muestra “Fracking en Vaca Muerta”. Tendrá lugar en el Espacio de Memoria y la Promoción de los Derechos Humanos “el Faro” de Mar del Plata, el viernes 10 de diciembre.
“El trabajo tiene como eje ver cuál es el impacto de las grandes corporaciones en las comunidades. En este caso, sobre el fracking, donde nos encontramos en una situación muy alarmante en términos medioambientales. Una crisis enorme socioecológica, donde resulta urgente la necesidad de modificar los vínculos con la naturaleza. La explotación que se da en el fracking es drástica y afecta una cantidad enorme de kilómetros cuadrados. Una formación sedimentaria, en la meseta de Neuquén, donde ya existe un estrés hídrico, una profunda crisis sobre el agua. Y el daño se extiende, no sabemos hasta dónde. Pero sí sabemos que hay una gran cantidad de sismos en Sauzal Bonito, un pueblo donde viven 200 familias, pero donde ya se han perforado 80 pozos. Donde se han declarado 300 sismos en cinco años. La situación es realmente grave. Aunque se hable de una salvación económica, no puedo dejar de observar lo que está pasando dentro de las comunidades, y sobre todo lo que pasa con la tierra, con el agua. Cada vez que salgo a hacer un trabajo tengo la necesidad de escuchar las manifestaciones de estos seres sagrados, dadores de vida, que hay que cuidarlos y tener una relación verdadera. Recuperar la memoria de esa relación, simplemente para la continuidad de la vida”, comenzó a contar el fotógrafo.


Además, remarcó la difícil situación laboral de quienes tienen que trabajar en estas explotaciones y los cambios que sufre el pueblo con el paso de los años. “Suele haber una exigencia laboral muy alta. A veces trabajan 14 días de corrido, muchas horas, y se producen a cada rato episodios de contaminación, incluso de muertes obreras. En un año se han registrado 8 muertes obreras. Y ni hablar de lo que significa instalar esto en un pueblo pequeño —Añelo, en el corazón de Vaca Muerta—, con una idiosincrasia muy distinta a la que se está gestando por la llegada de las grandes empresas. De repente se empiezan a construir cantidad de casas, empieza a recorrer una energía que no había. Se instala un casino, empieza la prostitución, se complejiza todo el sistema social. Pasó de haber 2.500 personas a 8 mil en muy pocos años. Por eso creo que es importante tomarse el trabajo de observar la implicancia de estos modelos desde diferentes puntos de vista. Yo estoy yendo ya hace tres o cuatro años, en el marco de un proyecto más amplio, pero siempre que llego a Añelo, a Vaca Muerta, es una sensación como de desolación. Se te seca la piel de manera directa, un poco por el clima, pero también por el daño que se le está haciendo al lugar. Imaginémonos que se fractura la tierra en una cantidad enorme de metros y se le extraen sus recursos de manera muy violenta. Se fractura con químicos. Se utiliza una cantidad enorme de agua, entre 70 y 90 millones de litros por pozo. Es complejo y muy dramático en términos ecológicos”, dijo.
—En estos años que estuviste recorriendo Vaca Muerta, ¿con qué tipo de historias te encontraste?
—Sobre todo he estado trabajando con el pueblo mapuche. Ahí en los alrededores hay cerca de 20 comunidades, donde se instalaron estas empresas. Para ellos es muy complicado porque van siendo desplazados. Se contamina el agua. Y están todo el tiempo en un proceso de negociación. Porque tampoco existe la fuerza para oponerse a semejante invasión. Creo que es una continuidad de la Campaña del Desierto, pero esta vez en términos ambientales, aunque siguen involucrados los pueblos originarios. No deja de ser un avasallamiento a su tierra, a su espacio, a sus vidas. Entonces están en constante tensión con el poder judicial, porque los echan. Hay juicios de usurpación, que algunos como el de Campo Maripe fueron ganados. Porque la comunidad, en el derecho común de los pueblos originarios, dos meses después del comienzo del juicio lograron revertir la situación de la que los acusaban. Pero esto demuestra el poder de operación judicial y política, otra vez sobre la debilidad de los pueblos. Yo vengo trabajando sobre el espacio de las comunidades. Es difícil entrar a las empresas. Alguna vez pude entrar, haciendo trabajos para Holanda. Entré a Shell y a YPF. Son paseos que te hacen como si fueras de jardín de infantes, donde te muestran muy poco de lo que sucede. Es muy escaso el registro que se puede hacer, y es casi imposible incluso hacer fotos desde la ruta. Cuando queremos levantar un dron, a los cinco minutos caen servicios de seguridad privados diciéndonos que no podemos documentar esos espacios. Que son públicos. Y con amenazas de que si no frenábamos nuestro trabajo nos iban a mandar a la comisaría. Tienen mucho poder. Entonces es muy difícil trabajar en la zona, porque las empresas se convierten en los gobernantes de ese territorio. Y constantemente están negociando y haciendo entrar a las comunidades en negociaciones también.
La exposición “Fracking en Vaca Muerta” será el viernes 10 de diciembre desde las 18 en el Faro de la Memoria, en Mar del Plata. Piovano contó que la muestra de fotografías estará acompañada de una charla en la que participará junto con integrantes de la Confederación Mapuche de Neuquén y del Observatorio Petrolero Sur. “Es la primera vez que presento esta serie de fotografías sobre Vaca Muerta, en un momento que creemos importante mostrarla en Mar del Plata, porque justamente empiezan las empresas off shore a entrar en el territorio, a explorar la plataforma marina. Es otro gran problema. Y creemos conveniente que esta exposición se haga acá, en donde empieza a haber un movimiento por parte de los habitantes, de las comunidades, de la gente del sindicato de pescadores. Que sea un llamado de atención para lo que está por venir. Porque ya están aprobados los permisos de exploración para el Mar Argentino. Y nuevamente nos encontramos con la misma situación. Con este entramado social y político para explotar el suelo marino. Entonces, van a venir peñis y lamienes mapuche, a contar cómo lo están viviendo las comunidades allá. Y mis fotos estarán intentando hacer una traducción visual de esto que vivimos en Vaca Muerta. En un tiempo donde para el periodismo se hace muy difícil sostener un tema, narrarlo en sus complejidades, y poder moverse tantos kilómetros, y pasar el tiempo necesario para trabajar”.
El fotógrafo se refirió también a la continuidad de la problemática de los agrotóxicos, temática que el autor viene trabajando hace años. “Siempre me persigue este tema, es algo que me ha marcado y que siempre voy a querer continuar, porque como es sabido la agroindustria avanza.Siento que ha habido una pequeña victoria, que es que las distintas disciplinas se han movido con dignidad, y han puesto la discusión en la mesa. Hoy tenemos a la UTT (Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra), que nos permite ver la posibilidad de una alternativa. Cuando empecé el trabajo en 2014 no estaba ni cerca de mi imaginación que puedan llegar platos de comida sanos a la mesa de cualquier familia. Me parece que ahí existe una contrafuerza que hay que observar, que hay que caminar, como una forma de resistencia. Ahora estoy trabajando en este capítulo que tiene que ver con el pueblo mapuche, tanto del lado argentino, como del chileno. Estuve en los últimos días en Chile, y me he encontrado que hay una gesta revolucionaria en América Latina, que no tiene precedentes. Lo que está sucediendo en la Araucanía, en el lado chileno, es una resistencia muy interesante. Se está resistiendo a las forestales, está habiendo una ocupación territorial por parte del pueblo mapuche. Hay un pueblo decidido a dar la vida y eso cambia las cosas. Se está recuperando el territorio ancestral de una manera contundente. Una especie de reforma agraria por cojones. Y lo que pasa allá es para observar con seriedad. Me llama la atención que cuando vuelvo tengo que explicarlo a compañeros periodistas y que es algo que todavía no circula. No se sabe que es lo que está pasando con ese proceso revolucionario. Se están defendiendo, con sabotajes explícitos, echando a las forestales de su territorio ancestral. Es algo que me conmueve mucho”, dijo.
Las conocidas fotografías de Piovano sobre pueblos fumigados son una herramienta para mostrar lo que generan los agrotóxicos en las personas y los territorios. Fue uno de los primeros en registrar en imágenes el daño que habían generado estos productos en el cuerpo de Fabián Tomasi, un peón rural de Entre Ríos que trabaja cargando los aviones para fumigar. No sabía qué manipulaba y tampoco tenía protección. Esto le provocó una polineuropatía tóxica, que fue empeorando hasta que falleció en 2018. Las fotos recorrieron el mundo y sirvieron para demostrarle a una parte de la sociedad lo que provoca el agronegocio. 
—¿Creés que estas fotos pueden servir para que la gente se entere de lo que pasa en Vaca Muerta y pueda revertirse la situación? 
—En estos ratos no siento esperanza. Vaca Muerta recién está explotada en el 7%, y no puedo vislumbrar ningún cambio. Tampoco siento que la fotografía ni el periodismo sea una gesta heroica que pueda cambiar algo. Simplemente podemos poner en la mesa algo, para que apoye alguna transformación que posiblemente no la veamos nosotros.
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