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Un cachito de cada uno para remplazar a Cachito

Escrito por el julio 26, 2016


El movimiento de los derechos humanos todavía no puede sobreponerse a la pérdida de un militante tan esencial en el sostenimiento de los puentes que garantizan la solidaridad con las luchas de la actualidad y la conciliación en el marco de las diferencias políticas pero, sobre todo, esencial en la fraternización sincera y la alegría indispensable en el marco de causas tan dolorosas. Víctor Basterra, en su participación en el programa Oral y Público, relató algunos recuerdos que le trae pensar en su hermano de la vida y, en el marco de la cobertura de La Retaguardia en la ronda de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, lo recordaron también Carlos ‘El Sueco’ Lordkipanidse y Mirta Baravalle. (Por La Retaguardia)

Foto: Carlos “Sueco· Lordkipanidse y su dolor indisimulable (Reinaldo Ortega)

Cachito, hermano

Basterra lo despidió por Facebook.

Basterra no fue al velorio de Cachito: “Lo pensé, mi hija quería que fuéramos pero le dije que vaya ella. Tengo otra forma de homenajearlo al compañero que está con nosotros. La pérdida de Cachito me pegó muy fuerte. Lo despedí a través de un pequeño escrito contando algunas anécdotas que para mi parecer pintaban lo que era Cachito poniendo algunas cosas en cuestión (ver foto). No quise ir porque prefería tenerlo presente como lo que él siempre fue hasta el último momento: un compañero muy vivaz, muy lleno de inquietudes”. Basterra no tardó en retroceder al período compartido en cautiverio: “En el Pozo, en la ESMA, era un diálogo constante con el primero que se le ponga a tiro. Así lo recordé. Pude recordar otras anécdotas con él, también…, anduve mucho con Cachito. Fuimos a distintos lugares, estuvimos persiguiendo a algunos ñatos, tanto en Necochea como en Ushuaia. Siempre en esa búsqueda de pegarle duro a la impunidad”.

Cazadores de ñatos

Además, los ex detenidos desaparecidos emprendieron, antes de conseguir los juicios, una cacería por todo el territorio nacional señalando, uno por uno, a los genocidas: “No olvidemos que las leyes de Punto Final y Obediencia Debida fueron definitivamente anuladas en 2007. Desde 1997 a 2007 hubo un interregno de impunidad total durante el que con muchos compañeros acusamos a genocidas que nos habían hecho mucho daño. Nosotros los íbamos a buscar, los poníamos en evidencia, establecíamos que estaban en tal lugar”. Basterra ejemplificó: “Está el caso de Ricardo Miguel Cavallo (ex militar y miembro del grupo de tareas 3.3.2) que había hecho una fortuna con los bienes de los compañeros, venía haciendo un trabajo sobre la instalación de chips, en ese momento una novedad; se fue a México detrás de un negocio de 400 millones de dólares. Ahí se puso en evidencia dando conferencias de prensa en México donde los compañeros lo reconocimos; así se lo fue a buscar, con tandas de compañeros que llevaban la denuncia de dónde estaba. El último que viajé fui yo, y él terminó siendo extraditado a España porque lo estaba pidiendo ahí el juez Garzón, que fue uno de los baluartes en el cambio de política de derechos humanos en Argentina. Así fue que lo estuvieron buscando en España y todo se fue concatenando para seguir buscando gente de lugares. Pasó en Tierra del Fuego con Luis ‘Jeringa’ Barrionuevo, en Necochea con Díaz. Andábamos de acá para allá”, recordó.
Los sobrevivientes están acostumbrados a prestar testimonio. “Eso nos da cierta tranquilidad a partir de nuestras propias experiencias pasadas. La búsqueda de un genocida conlleva sus riesgos, sus momentos de esparcimiento, de alegría y angustia, pero nosotros habíamos aprendido, en el medio de la angustia, a sacarle una sonrisa a algo o burlarnos de algo. De un rasgo de un compañero. Esto ha sido así con el Sueco Lordkipanidse, con otros compañeros. Fue una impronta de quitarle ese dramatismo que tiene el momento pero hay que cubrirlo con un programa. Esto lo hacíamos naturalmente”, contó Basterra.

Obsesión por contar

La ronda de las Madres línea fundadora
recordó a uno de sus asistentes frecuentes.

La obsesión de Cachito por contar, cada vez que hablaba del cautiverio en la ESMA, la anécdota de la Bety (Blanca Firpo) rescatando a María Eva, la bebé de Basterra, puede tener que ver con la necesidad de mostrar la resistencia en esos lugares. “También porque era un hecho donde se expresaba la asquerosidad del torturador y el hecho de que era una criatura, una nena de dos meses. Iba a ser puesta sobre el pecho de su padre y trasladada la electricidad a su cuerpito. Era una sensación muy espantosa. Bety se echó sobre el moisés, agarró a María Eva, la apretó contra su pecho y la sostuvo mientras tironeaba con (Fernando) Peyón que era el represor y torturador. Al final, como había otros ojos que estaban mirando, entre ellos los de Cachito, el tipo aflojó. Dio media vuelta y hubo una pausa en que yo seguía estaqueado, digamos, con las ligaduras en los tobillos y las muñecas y sentía el tormento y el llanto de mi hija y no podía hacer nada. Todo eso era una película horrenda. Evidentemente esa historia le había quedado muy grabada a Cachito”, reflexionó con emoción.
En la infaltable cobertura que realizó Paulo Giacobbe de la ronda de los jueves para Oral Y Público, el Sueco Lordkipanidse, también ex detenido desaparecido, habló, lleno de dolor, de Cachito. El mismo Sueco que durante el acto realizado en el velatorio no pudo; eligió dejar salir su angustia en la plaza y con sus Madres: “Pido disculpas, esto me cuesta mucho. El otro día fue el velorio de Cachito. La mayoría de nosotros estuvimos presentes. La verdad, no pude hablar. Faltó, en el relato que cada uno conoce de Cachito, un pedazo de historia y voy tratar de traerlo. Con Cacho compartimos más de cuarenta años de militancia. Voy a reivindicar al Cachito de aquellos años, cuando lo conocí. Al Cachito combatiente. Todos lo conocemos como el Cachito solidario, que está en todas, que nunca falta. Pero también fue combatiente de la agrupación Montoneros, igual que su hermano Jorge que cayó en combate. No alcanzó con eso para que lo hagan desistir. Cachito no bajó nunca los brazos. Hasta último momento. Ustedes lo saben. Pocas horas antes de que pasara lo que pasó, estaba en todos lados. En Tierra del Fuego, en Jujuy, donde hacía falta”, recordó Lordkipanidse.
El Sueco redobló la apuesta: “¿Y saben qué? En el ’74, cuando hacía falta que Cachito estuviera en esta plaza puteando a Perón para decirle que estaba lleno de gorilas el gobierno popular, también estuvo Cachito acá. Cuando acá, en el barrio, porque militábamos acá, muy cerquita, en San Cristóbal, en la fábrica La Serenísima que ya no está más, los compañeros tomaron la fábrica, ahí estaba Cachito en la puerta haciéndoles el aguante. En las tomas de los inquilinatos y los hoteles. En los primeros piquetes en el barrio. En aquella época, ahí estaba Cachito presente ¿Cómo hacía para estar en todos lados? ¡Siempre estuvo en todos lados! Siempre. Desde la época en que empezó a militar como estudiante. Como está ahora acá, con nosotros. Lo veo en todos lados. Lo veo en cada uno de ustedes”, expresó tan acongojado como fortalecido por el recuerdo.
Como todos los que lo despidieron, Lordkipanidse advirtió que va a ser muy difícil cumplir con todas las tareas que emprendía Cachito: “Va a ser muy complejo, pero entre todos nosotros lo tenemos que lograr, compañeros. Todos tenemos que poner un cachito el hombro. Por lo menos tratar de sufrir la enorme ausencia que va a significar la partida de Cachito. Hay una parte que faltó en el relato, que fue la del cautiverio”.
Así, el militante se internó en el período del horror: “Con Cachito estuvimos juntos en la ESMA. Estuvo un año chupado. Le contaba el otro día un compañero que está acá, una anécdota. La comparto con ustedes. Era muy difícil que a Cachito lo bajaran a trabajar, todos saben lo que era el trabajo esclavo en la ESMA. Todos saben de qué se trataba. Era la única puerta a la supervivencia. Justamente por eso, porque Cachito tenía un hermano muerto en combate, entonces los milicos no lo querían largar porque pensaban que se las iba a dar el día de mañana”, recordó y pensó sobre la marcha: “La verdad que se las dio. Lo que quiero mencionar es que apenas bajó Cachito, después de mucho tiempo de haber estado en Capucha y era casi un caso perdido, porque todos lo dábamos por perdido los compañeros que estábamos con él. Lo encuentro, entonces, por primera vez, y le digo ‘acá, la única forma de zafar es haciendo algún trabajo. Hacé alguna cosa, algo que puedas hacer para zafar’. Y él me dice: ‘Compañero, estás hablando de trabajo, de trabajar, estos hijos de puta me tienen de esclavo acá, y yo, ¡libre o muerto, pero jamás esclavo!'”, recordó conmovido para luego .

Cachito, hijo

Mirta Baravalle el jueves en la plaza,
despidiendo a otro hijo.

Con el mismo dolor intrínseco de todos, habló en la ronda Mirta Baravalle, fundadora de Madres y Abuelas: “Hay que tenerlo presente con todo nuestro corazón, con todo nuestro sentimiento, con todo nuestro profundo agradecimiento por todo lo que nos ha representado dando día a día testimonio de su sufrimiento tanto de él como de sus compañeros, como de los 30.000 detenidos desaparecidos que no están y que gracias a la valentía de Cachito y de los que ahora con ese pesar -no va a ser fácil- estamos acá. Si uno pudiera tener la posibilidad de haber sabido un poquito que lo íbamos a perder tan pronto y de una manera intempestiva…”, Mirta no concluyó la oración, pero empezó una nueva: “Uno siempre quería decirle cosas que las sentía en el corazón, pero a veces no tenemos las palabras o no nos animamos a decirlas en el momento preciso, cuando sentimos esa necesidad de mostrar a nuestros amigos, a nuestros queridos compañeros lo que significan para nosotros, para cada uno. No se lo pude decir nunca, nunca se lo dije. Siempre sentía y siento ternura y mucho cariño porque pensaba en ese joven de tan poquitos años con todo el sufrimiento que tuvo, especialmente cuando fuimos con Marta Vázquez a la ESMA, que todavía estaba como al principio, como la dejaron los vandálicos, los asesinos. Él nos guiaba por todos esos lugares, representándonos”, recordó. “Una pensaba que ellos (los desaparecidos) estaban ahí, por eso es que nunca pude entrar a la ESMA, no pude sobrellevar el hecho de ir a recorrer de nuevo esos lugares donde sabía y sentía el sufrimiento de miles de personas y él con un esfuerzo, como lo han hecho todos sus compañeros, gracias a ellos que estos asesinos y genocidas algunos pudieron ser encarcelados y el mundo supo qué había pasado acá en Argentina”.
Luego, Mirta leyó un breve saludo que envió Nora Cortiñas, que no pudo acompañar la ronda:
‘Cachito: estás presente con todos y todas nosotros para siempre. En esta plaza y donde estemos. Como persona, como militante, como testigo del horror. No olvidaste nunca a tus compañeros y compañeras que quedaron soterrados en el infierno de los campos del terror. Fuiste ético y solidario, transparente. Estuviste siempre donde la injusticia requería tu presencia. Hijo, nieto, hermano, sos el imprescindible. Desde esta plaza te doy la mano para seguir caminando juntos. Hasta la victoria siempre, Cachito. Un abrazo. Nora’
“Es lo que sentimos todos los que estamos acá recordando su presencia, su mano, su calidez, su sonrisa y su mirada bella y a veces maliciosa, pícara. Tenemos muchos motivos valederos, valiosísimos para recordarlo y tenerlo presente. Quizás querrán mandarle un mensaje a Cachito, a decirle que cómo lo sentimos y que siempre va a estar con nosotros. No estarás físicamente, Cachito, pero vas a estar siempre en nuestro corazón y en nuestra presencia”, aseveró Baravalle.
Tu risa sonora vuelve a estallar, Cachito, entre tantas otras cosas que ya añoramos. Tu risa vuelve, solo que esta vez flota entre nosotros y nosotras.

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